Del bah al 'meh'
PARALELO 37 ·
Es un estado semejante a un encefalograma plano en el que no se está deprimido pero tampoco entusiasmadoNo tiene emoticono en WhatsApp. Nuestros reales académicos lo ignoran pero en el diccionario Collins ya aparece como expresión de indiferencia o aburrimiento. 'The New ... York Times' y los millennials hacen listas con su nombre. Bart y Lisa Simpson ya lo utilizaban para desesperación de Homer en los noventa y antes, los guapos vecinos de aquel disparatado complejo de apartamentos que fue Melrose Place. Ni psss, ni bla, ni ble, ni bah, ni puah, ni fu, ni fa... Con ustedes, su señoría el 'meh', un estado semejante a un encefalograma plano sin picos que lo molesten en el que no se está deprimido pero tampoco entusiasmado y con días en los que todo importa un pimiento.
Para ponerse en situación encojan los hombros, aprieten los labios, demuestren indiferencia y sigan leyendo. Busco en Twitter numerales y caracteres: «Jurassic World: Dominion es un gran meh»; «Os ha quedado un comunicado un poco meh»; «Este diario no sabe en qué línea fijarse, sus noticias son meh»; «Qué pereza andar por la vida siendo tan cuadro de mente, meh»... Un 'meh' con la h aspirada y a tiempo sirve para describir un tema poco interesante con apatía en lugar de enojo o indicar frustración, acuerdo o desacuerdo. Y ahora la pregunta y perdonen si suena indiscreta: ¿se sienten 'meh'? Si la respuesta es sí, la languidez se ha apoderado de ustedes pero no se preocupen, grave no es pero sí una llamada a tomar las riendas porque sin deseo, pasión y rumbo qué jodido seguir viviendo.
Lánguida a veces también me siento y mi secreto para quitarme ese tufillo 'meh' es buscar la naturaleza. Si no funciona, ya se encargan desde allá arriba de enviarme de vez en cuando un mensajero para quitarme la tontería del cuerpo. Jueves 18 de agosto. 11.50 horas. En algún lugar de la costa. 38°C y 73% de humedad. Y yo maldiciendo y sufriendo cuando me presentan a un ingeniero colombiano al que no le queda otra que ganarse la vida fregando platos en jornadas interminables en un restaurante de mala muerte. «El mejor día es hoy», me suelta así sin más al segundo de conocerme con una enorme sonrisa y ese acento antioqueño que sesea en la punta de la lengua y con el que me habla de la felicidad en la sencillez de la vida, la perfección del universo y el aquí y el ahora con una sabiduría y una claridad propias de un maestro. El mejor día es hoy, qué razón tiene; ayer se fue y mañana son solo seis letras. Rían, bailen, amen, caminen, respiren, acaricien, salten, besen. Y al 'meh' sáquenlo de sus vidas como sea, ese horrible palabro no nos merece.
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