Y llegamos a este terrible momento. El de sálvese quien pueda. El otro día asistí estupefacta a una teoría de supervivencia para las vacunaciones. Los primeros en vacunarse, después del personal sanitario que trabaja en hospitales, deben ser los adultos de entre los 55 y 65 años porque son los que tienen más riesgo y aún están en la vida profesional. Vamos, que generan ingresos y aportan a la economía. Se podría titular algo así como la vacuna útil.
Por supuesto, me parece atroz, en la línea del supremacismo más rancio. La vacuna para los que son útiles. Los otros que esperen en sus casas. Y por los otros me refiero a los abuelos que pasaron una guerra y una posguerra, que cuidaron de sus mayores, nos cuidaron a nosotros y ahora no pueden tener ni una vejez normal. Los otros son personas de riesgo como enfermos con síndrome de Down. Que, de momento, también les toca aguardar su turno.
No sé qué teoría o que justificación descabellada eligieron las cuatrocientas personas vacunadas en la consejería de Sanidad, incluido el ya dimitido consejero. Porque, que yo sepa, ellos trabajan en una oficina, no en la primera línea de batalla. ¿Con qué argumento se autojustificaron? Tengo curiosidad ¿Acaso se sentirán imprescindibles guerreros de la sanidad pública?
En el caso de la alcaldesa de Molina de Segura lo puedo entender. La justificación es el miedo, has pasado por un cáncer y extremas las precauciones, pero también lo hizo mal: volvió a saltarse el protocolo porque enfermos con cáncer en la Región de Murcia hay muchos y ellos aguardan pacientemente su vacuna. No les queda otra. Carecen de esa posición de privilegio.
Y qué decir del resto de concejales, alcaldes de otros lares y los habitantes de Jesús Abandonado. No tengo palabras. Imaginen la decepción de todos aquellos que les votaron. De los que confían en ellos. Yo me siento decepcionada; así, en primera persona. También de los conocidos que se agarran a las teorías supremacistas porque les conviene, porque, según esas teorías, estarían en el primer turno de vacunación.
Lo peor de todo es que aquellos que se han vacunado no sienten que hayan cometido ninguna irregularidad y los que se agarran al supremacismo están tan convencidos que no recuerdan que quizá Hitler esgrimía esas mismas teorías.
Señoras y señores, vivimos tiempos raros donde lo que era positivo ya no lo es. Vacunarse cuando no te toca, salir a pasear después de las 8 de la tarde o bajarse un instante la irritante mascarilla está mal. Son las nuevas normas de estos tiempos del Covid.
Errar es humano. Villegas me parecía un tipo intachable hasta la semana pasada, la alcaldesa de Molina, también. Lo que antes no tenía importancia hoy te cuesta el cargo. Pero agarrarnos a las teorías de la vacuna para los mejores, para los fuertes, para los que tienen que trabajar, ya escapa del concepto de equivocación para ascender peligrosamente a la discriminación y a la insolidaridad.
Yo abogo para que a esos mayores los vacunen cuanto antes, para que puedan salir tranquilos, abrazar a sus nietos y tener un mínimo de calidad de vida después de haber luchado tanto.