Kintsugi para amantes y escritores
Solo unos pocos llegan a vivir de la literatura. El resto tiene que conformarse con reparar continuamente su ego
El kintsugi es un antiguo arte japonés para reparar objetos de cerámica utilizando barniz de resina mezclado con polvo de oro u otros metales preciosos. ... Esta filosofía refuerza la idea de que los objetos rotos deben ser valorados y resaltados por su historia y su belleza única. En lugar de ocultar las cicatrices, se realza la reparación con líneas de oro, plata u otros metales preciosos, creando una pieza aún más hermosa debido a su historia y resiliencia.
Esta filosofía se puede aplicar a muchos ámbitos de la vida como las relaciones de pareja o el trabajo. En una relación amorosa hay discusiones y conflictos que rompen la complicidad y la estabilidad de la pareja. Entonces, solo hay dos opciones: tirar la relación a la basura o repararla. La segunda es más difícil. Si no se hace bien, las grietas se volverán a abrir y la relación se resquebrajará de nuevo sin que los parches sirvan de nada. Una buena reparación sentimental pasa por una conversación sincera a la que ambas partes deben llegar con el corazón abierto, sin defensas, dispuestos a escuchar al otro sin contraatacar. Hay que recibir el dolor de la pareja, entenderlo y reconocer el daño producido. Después de eso, solo queda dar la capa dorada a las grietas reparadas, es decir, expresar el amor que siente el uno por el otro y la importancia de la pareja para cada uno.
En el trabajo sucede algo parecido. En el caso de un escritor, lo habitual es que el ánimo se rompa innumerables veces antes de conseguir pequeños avances. El primer reto es terminar una novela, muchos lo intentan y no lo consiguen. El siguiente, aún más duro, es publicarla en unas condiciones dignas. Hay tantos autores que todas las agencias y editoriales están saturadas y es difícil conseguir una respuesta positiva. Recomponer los pedazos se hace más difícil con cada rechazo. Aunque el autor repare su autoestima y consiga publicar, tiene que enfrentarse al desafío de la distribución y la promoción. Si no son buenas, la novela tampoco se venderá y pasará al ostracismo de las librerías y las devoluciones a la editorial. El escritor nuevamente tiene que reparar las grietas abiertas en sus esperanzas y cubrirlas con barniz de oro para comenzar todo el proceso con una nueva novela.
Solo unos pocos llegan a vivir de la literatura. El resto tiene que conformarse con reparar continuamente su ego, abrazando las heridas para encontrar en ellas la sabiduría y la fuerza que alimentan el crecimiento personal.
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