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Covid-19: de zoonosis a sindemia

Estamos ante un fenómeno complejo que requiere una aproximación detallada para su comprensión

Sábado, 10 de octubre 2020, 02:09

Desde la irrupción del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) la ciudadanía no especializada ha incorporado una serie de términos epidemiológicos al lenguaje habitual. Así, el lector informado será capaz de ubicar, a nivel de usuario, la Covid-19 como una enfermedad de origen zoonósico que, tras ocasionar una epidemia en Wuhan, se presenta de forma pandémica y amenaza con evolucionar endémicamente. En medio del ruido generado por un debate continuo y poco sosegado, la correcta definición de las características del proceso no solo tiene importancia en el ámbito de la comunicación y académico, sino que es imprescindible para comprender sus causas y abordar su control.

La historia natural de la relación patógeno-hospedador de este coronavirus aporta novedades permanentemente, lo que obliga a reorientar tanto las denominaciones como los planteamientos de lucha. En el inicio de la pandemia, a falta de conocer los detalles que determinaron el salto de especie en la interfaz murciélago-humano, se puso en evidencia la importancia de las comorbilidades y la edad en la virulencia de la enfermedad. Además, en la llamada segunda ola (o segundo pulso epidémico en una situación endémica) se están identificando determinantes de salud e interacciones que van más allá de los factores dependientes del agente y del hospedador. Tanto es así, que se ha propuesto que la Covid-19 ya no debería definirse como pandemia sino como sindemia (Horton, R. 2020. The Lancet. 369: 874). Dicho termino fue acuñado por un antropólogo médico en los años 90 y expresa cómo las interacciones biológicas que determinan las comorbilidades de diferentes enfermedades se encuentran asociadas a factores sociales y económicos, los cuales no pueden obviarse ni en su tratamiento ni en las estrategias de intervención. De esta forma, se ha explicado la interacción de enfermedades infecciosas, como VIH o tuberculosis, con enfermedades no transmisibles como la diabetes en países en vías de desarrollo, mostrando el proceso de agrupación de los problemas sanitarios y socioeconómicos en el seno de las poblaciones.

Aplicar este marco teórico a la situación actual supone ampliar el análisis propio de la Covid-19 como enfermedad infecciosa en nuestro entorno, integrando tanto la relación con otras enfermedades como los factores asociados. En este sentido, es un hecho conocido el papel de enfermedades crónicas no transmisibles (hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, cáncer, etc.) en el impacto clínico de la infección por el nuevo coronavirus. Al mismo tiempo, el abordaje sindémico otorga a la Covid-19 un marcado componente socioeconómico, habida cuenta de que el riesgo de infección, su gravedad y la relación con otras enfermedades no transmisibles, se ven modificados por las desigualdades sociales, como los problemas de vivienda, las condiciones laborales y de transporte, la falta de atención en situaciones de dependencia o las dificultades en el acceso a los sistemas de salud, entre otros.

En una situación de transmisión comunitaria, la visión poblacional en el contexto social de referencia permite intervenciones completas que deben ir más allá del individuo afectado. La importancia de este planteamiento ha llevado a asegurar al editor jefe de la revista 'The Lancet' que un tratamiento o una vacuna eficaces fracasarán en el control de la pandemia si se consideran como soluciones únicas. Esta conclusión tan categórica puede parecer exagerada y solo aplicable a zonas deprimidas o a países en vías de desarrollo; sin embargo, cualquier interpretación exclusivamente local o regional podría subestimar la capacidad de transmisión y persistencia que ha demostrado el virus, incluso en los escenarios más favorables, perpetuando así su impacto en los colectivos más vulnerables.

Y es que, bien por la falta de experiencia en el manejo de pandemias o por interpretaciones intencionadamente sesgadas, asistimos continuamente a todo tipo de posicionamientos extremos que van desde el negacionismo al populismo epidemiológico. En este último concepto se incluyen aquellos argumentos y propuestas, simplistas o claramente insuficientes, que abarcan desde la culpabilización de un enemigo externo a la toma de temperatura en aeropuertos como medida estrella, pasando por anuncios de diagnósticos masivos sin criterio epidemiológico, además de tratamientos no evaluados o los continuos anuncios de fechas en los que la primera vacuna estará disponible (Gortazar y Garde, theconversation.com, 21 de septiembre de 2020).

En este contexto, la interpretación práctica del concepto de pandemia estrictamente en términos cuantitativos y de extensión geográfica puede aportar una imagen distante de un fenómeno complejo que requiere una aproximación detallada para su comprensión. Por todo ello, asumir el carácter sindémico de la Covid-19, además de incorporar un nuevo término al acervo epidemiológico colectivo, permitirá entender la necesidad de que la toma de decisiones, y los recursos derivados, debe contemplar todos los aspectos sanitarios y sociales interrelacionados.

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