Covid-19: salud, bienestar y género
LYCEUM-CIENTÍFICAS A PIE DE CALLE ·
Los lugares donde se toman las decisiones para hacer frente a esta pandemia carecen de presencia femenina suficiente para dar el taconazo en la mesaEn el maremágnum informativo relativo al SARS-CoV-2 hemos olvidado mirar desde el cristal de la igualdad de género. No es por hacer un artículo feminista, ni populista, ni neoliberal, ni ubicado en ningún lugar del espectro político. Es por exponer que la igualdad de género se obvia mientras se toman medidas para intentar salvar a la población, siendo el 50% de esta población mujeres.
Con el ébola, el zika o el sida supimos de la importancia del enfoque con dimensión de género de las pandemias, desde su análisis y planificación, hasta la ejecución de las actuaciones frente a sus impactos. El informe del Ministerio de Ciencia e Innovación de junio de 2020 recalca que «la dimensión de género es transversal a las actuaciones de los organismos de I+D+i frente a la pandemia», lo que está resultando una frase que recoge un enorme trabajo por hacer, apenas planteado. La falta de datos del impacto de la Covid-19 con perspectiva de género es alarmante. Exceptuando los datos sanitarios, ni los económicos ni los sociales aparecen desglosados según el género. Y así es imposible afrontar una enfermedad cuyas consecuencias directas e indirectas se ceban sobre las mujeres y su calidad de vida.
En la detección de la infección y la atención sanitaria, Ruiz-Cantero ('Gaceta Sanitaria', 2020) muestra la evolución de la epidemia con un patrón desigual por sexo con diferencias significativas entre los signos y síntomas de la Covid-19, que refuerza la presentación de todos los indicadores por sexo y edad, para realizar las recomendaciones específicas por sexo y género. Desde México, Marta Ferreyra, en 'Desigualdades y brechas de género', alerta sobre las repercusiones de la Covid-19 en países en los que preexisten desigualdades profundas de sexo-género en un sistema opresivo que daña la vida de mujeres y niñas. El completo estudio internacional con equipos de Canadá, Austria, Italia, Suecia y España (María-Trinidad Herrero) sobre la influencia de sexo y género en los casos de Covid-19 y su mortalidad (CMAJ, 2020) concluye que la investigación continua de variables biológicas y sociales y su influencia en la exposición y vulnerabilidad de Covid-19 es fundamental a la hora de comprender y gestionar esta pandemia sin precedentes.
En España, el mercado laboral refleja que los trabajos ocupados por mujeres son los de mayor precariedad, parcialidad e informalidad, con una brecha salarial del 11%, según la OMS: las mujeres son el 70% de los trabajadores en farmacias, el 90% de los servicios de limpieza y más del 85% cajeras de supermercados (Cátedra de Economía Feminista, 2020). En el personal sanitario la encuesta de la población activa cifra un 73,6% de mujeres (2018), con un 85,1% del total, enfermeras (INE 2020). En profesiones no esenciales, las mujeres aparecen sobrerrepresentadas en puestos de trabajo cerrados por la cuarentena (servicio doméstico, comercio).
El confinamiento ha incrementado la carga de cuidados sin remunerar sobre las mujeres. Menores, mayores, tareas domésticas, personas con discapacidad y dependientes conforman un universo tradicionalmente asumido por la mujer reforzado por su precariedad laboral. Las trabajadoras en empleos esenciales y presenciales no pudieron conciliar con el cierre educativo. El teletrabajo se convierte a veces en una fuente de ansiedad que hace prisioneras de su propia casa a las mujeres, que olvidan el yo para ser solo el tú o el vosotros. El impacto psicosocial es tremendo y silencioso.
Respecto a la salud y el bienestar, se agravan, sobre todo en países en vías de desarrollo, los problemas de acceso a la anticoncepción y atención durante la gestación por saturación de los servicios de salud. A este impacto, se une la violencia de género en el confinamiento por la obligatoriedad de cohabitar con el agresor. Además, un sistema económico donde las prestaciones sociales están asociadas al mercado laboral, las pensiones no contributivas (70% de las mujeres) andan bajo el umbral de la pobreza.
En el seno de esta vulnerabilidad social y económica femenina recordemos que los sectores económicos son eminentemente patriarcales (Katrine Marcçal y su '¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?') por lo que las gafas violetas deberían ser lupas. La Unión Europea nos insta a enfocar desde el género esta crisis, la ONU reitera cumplir el ODS5 y la OMS advierte de que «las mujeres proporcionan salud global y los hombres la lideran». Sí, los lugares donde se toman las decisiones para hacer frente a esta pandemia carecen de presencia femenina suficiente para dar el taconazo en la mesa. Demasiados hombres que deciden sobre unas cifras sin sesgo de género y que difícilmente viven en primera persona las situaciones expuestas en esta reflexión.
Las mujeres no debemos interiorizar los déficits que genera una respuesta sin sexo y género a una pandemia porque estamos en primera línea de defensa sanitaria y de cuidados. El riesgo de deshacer los logros alcanzados en igualdad de género y justicia social tras años de lucha es elevado, y la incorporación de la perspectiva de género al conocimiento científico de la mano del aspecto psicosocial es una maravillosa oportunidad de futuro.