¡Y tenía corazón!
PARALELO 37 ·
Si andan de vacaciones por el sur y tienen tiempo, busquen el cuadro en el Palacio de la Aduana de MálagaUn farol ilumina la pared izquierda de la morgue y los tarros de formol taponados de corcho ocupan el alféizar de la ventana por la ... que se cuela la luz de la mañana. Sobre la mesa de mármol, la jofaina con agua, una esponja, el escalpelo y otro preciso y pequeño instrumento de filo serrado; encima de una de las camillas, el cadáver de una joven de piel traslúcida, boca en susto y pelo anaranjado al que el anciano forense acaba de arrancar el corazón que sostiene en una de sus manos de largos dedos y uñas cuidadas. ¿Reconocen el cuadro? Lo pintó en Roma a finales del XIX Enrique Simonet Lombardo con el nombre de 'La autopsia', hasta que en 1933 el ingenio de los andaluces y la leyenda de que la mujer ahogada en el Tíber era una prostituta de vida alocada lo renombraron '¡Y tenía corazón!', también sentimientos 'a pesar' de ser puta como refleja la cara de asombro del anciano, reflejo de una sociedad hipócrita y enferma de estereotipos y reparos.
El pintor valenciano quiso plasmar en óleo los avances científicos de su tiempo, pero su 'Anatomía' terminó convirtiéndose en bandera de lucha frente a los prejuicios, el desprecio, la superioridad, la perversidad y la arrogancia, recordando a todo el que se para delante que una situación de privilegio no nos hace merecedores ni mejores que nadie. Si andan de vacaciones por el sur y tienen tiempo, busquen el cuadro en el Palacio de la Aduana de Málaga y luego en el Pedregalejo brindan a mi salud con un espeto delante pero, por favor, nada de cubiertos, se comen las sardinas con las manos, luego en el hotel se las lavan.
Antes de despedirme, otra historia rápida de ese órgano que cada día late un promedio de 100.000 veces y bombea cerca de ocho litros de sangre: durante la Revolución francesa los corazones embalsamados de los reyes fueron robados de las iglesias y vendidos a los pintores que buscaban un pigmento castaño oscuro ideal para los sombreados y los tonos de la carne, «marrón momia» lo llamaban. Se rumorea que Drölling maceró restos del corazón del Rey Sol con alcohol y vegetales aromáticos para pintar con el color obtenido una encantadora escena doméstica que guarda el Louvre de dos mujeres, un niño y un gato. Qué asco.
Posdata: si reciben este artículo por guasap y les gusta, ojo con el emoji en forma de corazón que de vuelta me mandan: el rojo ya se sabe, el azul simboliza una relación que ya no se aguanta y el morado se reserva a los amantes. Con el naranja-amistad y la buena energía del blanco no fallan.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión