Consensos fuertes para el Mar Menor
Los ciudadanos de la Región deben evitar conformarse con medidas demagógicas, muchas ineficaces o incluso perjudiciales
«No sabía cuántos peces había en el Mar Menor hasta que aparecieron muertos en la orilla». Estas son las palabras que me dijo una mujer en Los Alcázares en las vísperas del aniversario de la DANA de octubre de 2019. De estas declaraciones se desprenden dos cosas. Una de ellas es obvia y todos la conocemos: la magnitud de la tragedia. La otra, sin embargo, es algo más sutil: ¿por qué una persona que ha vivido toda su vida a las orillas del Mar Menor no conocía la cantidad de biodiversidad presente en la laguna? A lo largo de estas líneas ahondaré en ambas.
El pasado 12 de octubre de 2019, yo me encontraba finalizando mi doctorado en Ciencias del Mar en la Universidad de California en San Diego (EE UU). Durante dicho evento, seguía las noticias constantemente, así como las semanas posteriores. En un breve periodo de tiempo, el Mar Menor cambió radicalmente. Simplemente mirando los paramétros biológicos y fisico-químicos, sin caer en el sensacionalismo, uno podía darse cuenta de que aquello que conocía como el Mar Menor ya no lo era, y quién sabía si volvería a serlo. En aquellos momentos me encontraba escribiendo 'Argonauta', concretamente el capítulo basado en el Mar Menor, y tuve que reescribirlo hasta en 4 ocasiones debido a tener la certeza de que estaba hablando de algo que ya no existía tal y como lo había descrito. Las noticias, de hecho, llegaron hasta San Diego debido a que muy cerca se encuentra Salton Sea, una laguna artificial interior que sufrió un proceso de eutrofización semejante, salvando las distancias en muchos aspectos, debido a los vertidos agrícolas y residuales de los campos de cultivo que se encontraban en su cuenca vertiente. Salton Sea se encuentra ahora mismo en un estado deplorable, incluso post-apocalítico como dicen algunos: largas playas blancas llenas de peces muertos calcificados, ciudadanos que viven allí con afecciones respiratorias crónicas, polvo tóxico en suspensión debido al viento, etc. El Mar Menor no llegará a un estado así, pero sirva de ejemplo para comprender que no tomar medidas a tiempo es más caro que tener que tomarlas una vez hecho el daño.
Los científicos expertos en el Mar Menor muestran unanimidad en una cosa: el Mar Menor ya no es el que era antes del 12 de octubre de 2019. Las praderas de fanerógamas y macroalgas no han recuperado la configuración que tenían antes de dicha DANA. Los avistamientos de algunas especies icónicas de la laguna costera como el caballito de mar se cuentan con los dedos de una mano, mientras que la presencia de otras especies ha aumentado (como doradas y lubinas, aunque puede deberse en un grado relevante a escapes de acuicultura). Pese a que algunos de los parámetros fisico-químicos y biológicos han mejorado o mantienen niveles estables (no así otros como la salinidad, elemento clave para la biodiversidad característica de la laguna), todo el sistema está en transición hacia otro estado, sobre todo desde un punto de vista de la biodiversidad y condiciones ecosistémicas. Este puede ser semejante al que había antes de la DANA de 2019 o diferente. Todo depende de si las medidas que se toman van encaminadas a recuperar lo que había, si es que a ello se le puede catalogar como un ecosistema idóneo para las formas de vida que lo habitan y las comunidades humanas adyacentes (mi opinión es que no), o a perseguir otro Mar Menor cuyos servicios ecosistémicos funcionen a pleno rendimiento, a la vez que mantiene una biodiversidad y características ambientales únicas.
Por último, creo que la comunidad científica de la Región de Murcia debe incrementar sus esfuerzos en la divulgación y comunicación de la ciencia que se hace en el Mar Menor, ya que no hacerlo origina que 'todólogos' campen a sus anchas lanzando opiniones tajantes no basadas en la evidencia científica, sino en observaciones puntuales (muchas veces erróneas) o comentarios de terceros. Esto ha originado que, como comentábamos al inicio de este texto, muchos habitantes de las orillas del Mar Menor no conozcan aspectos básicos de la gran masa de agua que tienen delante.
No solo hace falta mucha divulgación, sino también mucho liderazgo científico, también desde dentro de la política. Muchos lectores estarán de acuerdo en que cuando uno habla con un ciudadano de la Región de Murcia acerca del tema del Mar Menor, independientemente de sus filias políticas, la conversación suele ser muy semejante a esta:
–Yo creo que hay que regenerar el Mar Menor cuanto antes.
–Yo también.
–Vale, pues estamos de acuerdo.
Ciertamente, habría que tener tintes psicopáticos para estar en contra de que se regenere o recupere el Mar Menor. Por ello, personas con distintas sensibilidades y afinidades políticas están de acuerdo en que este es un problema que hay que abordar. Es decir, a priori, da la sensación de que hay una práctica unanimidad, un gran consenso. Sin embargo, este consenso que parece fuerte o robusto es en realidad muy muy débil por dos razones muy simples. La primera es que regenerar el Mar Menor no es igual de prioritario para todo el mundo. La segunda es que las soluciones para lograr dicho objetivo son muy diferentes, incluso divergentes. Es decir, estamos ante una 'trampa del consenso': existe consenso acerca de que algo es 'malo' y hay que solucionarlo, pero no en el cómo. Y no solo eso, tampoco existe el consenso en los orígenes del problema, en sus causas. Que haya grandes consensos políticos y sociales para recuperar el Mar Menor es imprescindible, pero hay que andar con ojo para que no nos vendan consensos 'débiles' como si fueran 'fuertes', ya que lo más probable es que las medidas asociadas también sean débiles. En conclusión, los ciudadanos de la Región de Murcia deben exigir acuerdos y medidas 'fuertes' a sus gobernantes y evitar conformarse con medidas demagógicas, muchas ineficaces o incluso perjudiciales.