Borrar

Comprometidos con la agricultura

De un plumazo, ponemos en riesgo el esfuerzo de generaciones que durante décadas han trabajado con la esperanza de un futuro prometedor

Sábado, 4 de julio 2020, 01:49

Estamos a las puertas de acabar con el trabajo y esfuerzo de más de 60 años del Campo de Cartagena, con la excusa de que la agricultura está matando al Mar Menor. Pero no es así, ojalá fuera por eso, porque en ese caso estaría en nuestras manos proponer una solución, una solución que urge.

En el Campo de Cartagena, en los años 60-70, teníamos una agricultura de supervivencia, tradicional, basada en el conocimiento transmitido de generación en generación, sin formación técnica. Para los jóvenes de esa época, el trabajo en el campo era un oficio sin futuro, que los propios padres desincentivaban intentando proporcionar a sus hijos un mejor porvenir.

Sin embargo, desde los años 70, comenzó una transformación agrícola sin precedentes, en la que importamos técnicas pioneras de cultivo desde Israel y Holanda. Transformamos la agricultura de la zona con nuevas metodologías de cultivos (tratamientos de precisión, la lucha integrada de depredadores de plagas naturales, riego por goteo, cabezales de riego, etc.) para ser capaces de suministrar todo aquello que la planta necesita. Al mimo tiempo, trabajamos para crear invernaderos cada vez más sofisticados y nuevos cultivos. Pusimos mucho empeño en asegurar nuevos productos, apostando por la calidad y la seguridad alimentaria, a través de cultivos hidropónicos, orgánicos, productos certificados, ventas directas a grandes superficies, nuevos empaquetados, productos directamente del campo a la tienda desde origen, etc. Todo sin olvidar la importancia de la formación.

En estos años hemos sido capaces, nosotros y nuestras tierras, de adaptarnos a las máximas exigencias de los consumidores y dar respuesta a una demanda creciente de frutas y hortalizas. En seis décadadas hemos convertido el Campo de Cartagena y Pilar de la Horadada, en la huerta de Europa.

Así, en los años 80-90 vuelven nuestros jóvenes al Campo, vuelven con formación específica, a trabajar como técnicos en la materia. Nuestros padres vuelven a estar orgullosos de ver florecer estos campos y de que sus hijos hereden lo que antes no querían para ellos, arraigándoles en su tierra. Todo bajo un nuevo concepto agrícola, basado en ofrecer una alimentación saludable, con un producto de calidad. Así, relevan a sus padres en la agricultura moderna que viene para alimentar al mundo. En esta nueva etapa, el Campo de Cartagena se erige como referente agrícola a nivel mundial.

No obstante, ahora de un plumazo, ponemos en riesgo el progreso y el esfuerzo de generaciones que durante décadas han trabajado con la esperanza de un futuro prometedor. El nuevo Decreto Ley 2/2019 de protección integral del Mar Menor viene, no para rescatar la preciada laguna salada, sino para inconscientemente hacer un daño sin precedentes a la agricultura y a todos los sectores secundarios que basan gran parte de su actividad en la misma.

Esta nueva normativa imposibilita el óptimo desarrollo de nuestra actividad y, por ende, puede tener consecuencias directas en sectores clave como la construcción, materiales de embalaje, transporte, restauración, hostelería, pesca, turismo, servicios, etc.

Con los cambios propuestos, corremos el riesgo de volver a los años 60-70, y que las próximas generaciones abandonen las zonas rurales al no encontrar de nuevo un futuro en la agricultura. Incluso podemos estar empujando a nuestros jóvenes cualificados a emigrar a otros países donde la apuesta por la profesionalización de la agricultura sea decidida y les abra una ventana de oportunidades.

Debemos establecer un diálogo fluido con las autoridades, no solo por el impacto que la nueva regulación va a tener en el sector, o porque somos parte directamente afectada, sino también por la experiencia y conocimiento profundo de las cuestiones técnicas que deben tenerse en cuenta para llevar a cabo una adecuada regulación. La delicada situación ambiental del Mar Menor hace necesario que las medidas implantadas se caractericen por una efectividad contrastada y cuantificable, evitando la generalización de medidas arbitrarias y subjetivas, especialmente si afectan a la viabilidad económica.

No hay que olvidar que la agricultura en la Región de Murcia es un importante motor económico, en el que su actividad directa representa un 24,3% del PIB total de la comunidad e indirectamente incide en aproximadamente el 50%. De hecho, en algunos municipios, contribuye a la creación de entre el 80% y el 85% de la riqueza. Asimismo, y tal y como ha quedado patente durante la crisis del coronavirus, poder asegurar el abastecimiento de alimentos, sin importaciones de otros mercados, es crucial. Debemos poder alimentar a nuestro propio país.

Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que el Campo de Cartagena y Pilar de la Horadada hoy no son grandes fincas, no somos grandes empresarios agrícolas: somos muchos pequeños agricultores de la zona con familias que viven de la tierra.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Comprometidos con la agricultura