Vacaciones distintas

Búsquenme quien lo desee en este sureste español de nuestros pecados, antes que en parajes tan lejanos como inciertos

Domingo, 20 de julio 2025, 08:36

El otro día le oí decir a un conocido que estaba haciendo gestiones para ir a pasar parte de su veraneo en Corea del Norte. ... Hay gente para todo, pensé enseguida. Argumentaba su decisión en que se había enterado que Kim Jong-un, presidente de aquel país (dictadura comunista por antonomasia), acababa de inaugurar un resort llamado Wonson Kalma, lleno de villas, hoteles, apartamentos, cuatro kilómetros de playas cristalinas, restaurantes, tiendas y todo lo que necesita un turista para pasarlo pipa. Mi conocido en cuestión, ávido de nuevas experiencias, vio el cielo abierto cuando siguió por internet lo que calificó como la maravilla de las maravillas: un complejo de placeres y divertimentos.

Publicidad

El problema de Corea, uno de los problemas, es que pilla un poco lejos. Para ir a un emporio así tenemos Ibiza o Marina d'Or. O si quieres aviones, un porrón de playas idílicas desde México a Puerto Rico, además, a precios más que competitivos. No me convence Corea del Norte. Ni del Sur, si nos ponemos serios. Teniendo esta España mía, esta España nuestra (de momento), con playa y montaña, hoteles y casas rurales, ciudades lejanas y ciudades cercanas, platos ligeros o platos contundentes, ¿para qué arriesgarte a irte al otro lado del mundo a experimentar? Vamos, que no lo entiendo, aunque comprendo que haya amantes de la aventura, por supuesto que sí.

En el caso que nos compete, además, me he enterado de que un grupo de técnicos coreanos visitaron hace tiempo Benidorm para tomarlo como modelo de lo que querían hacer. De manera que tampoco es que vayas a ver templos budistas o ruinas medievales que, por otro lado, no sé si las habrá en tan lejano país. Vas a tener lo mismo que tienes en el Mediterráneo, pero con sabor a gochugaru, doenjang, sésamo o soja. Que tampoco es para volverse loco. Algo parecido sucede, me dicen, cuando cruzas el Atlántico para ir a Punta Cana o Riviera Maya: que no sales del hotel porque allí lo tienes todo, y tampoco esos lugares son para turistas proclives a visitar vestigios o museos.

Volviendo a Corea, el recién inaugurado resort me sugiere que se trata de una operación al exterior de un país tan encerrado en sí mismo como aquél. La citada visita a Benidorm de técnicos coreanos lo corrobora. Y me recuerda el 'boom' de los años sesenta en España, precisamente con las playas alicantinas como santo y seña, en pleno Plan de Desarrollo franquista. Nuestros tecnócratas, que tantos ajustes económicos habían provocado, pensaron que los españoles debían tener coche (e inventaron el 600), vacaciones (casas y hoteles en las playas a mansalva) y diversión, mucha diversión (así nació, también en Benidorm, su famoso Festival de la Canción, además de discotecas a gogó). Por si fuera poco, el cine español colaboró lo suyo haciendo películas con los Ozores y Lazaga, con títulos tan significativos como 'El turismo es un gran invento', 'Operación bi-ki-ni' y 'Tres suecas para tres Rodríguez', que reflejaban, además de la apertura mercantil que se produjo, otra apertura al mal gusto no menos patente, basado en la ancestral represión carpetovetónica.

Publicidad

Quizás fuéramos los españoles los inventores de aquel turismo popular, nacido también en una dictadura, turismo que ha sido copiado no sólo por Corea sino, mucho antes, por otra autocracia de izquierdas como es Cuba. Cuba estaba muerta de hambre (tampoco sé si así sigue parte de su población) hasta que llegó el turismo; un turismo principalmente hispano que, aunque tenía que tomar el avión, qué remedio, se metía en un país cuya capital parecía una réplica de Cádiz o de La Laguna. Añadan a eso costas y paisajes exóticos, una gastronomía discutible pero (con suerte) extravagante, música modélica, referencias culturales notables (para quienes las quieran: la sombra de Hemingway, por ejemplo) y, sobre todo, la simpatía natural de sus gentes, con las que puedes hablar en cristiano que te entienden. Seguro que sus hoteles no serán tan pulcros como los coreanos, ni las calles estarán tan limpias como aquéllas, ni habrá gente tan bullanguera. Pero no hay color.

De manera que, a la hora de elegir destino vacacional, como ahora se dice, se nos ofrece un amplio abanico de posibilidades, desde las muy extravagantes hasta las más sencillas. Y dado el dicho de que sobre gustos no hay nada escrito, sentencia equívoca en donde las haya, búsquenme quien lo desee en este sureste español de nuestros pecados, antes que en parajes tan lejanos como inciertos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad