Todos tenemos baches
Durante la posguerra corría este chascarrillo: «¿Quién es masón? Quien tengo delante del escalafón». Los desaprensivos denunciaban a quienes les estorbaban y el régimen premiaba la indignidad quitando de en medio a los denunciados. Hoy día, se acusa de fascista a quien te rebate, al margen de los argumentos que emplee. Por este abuso rechazo usar el término, es insustancial.
Hablemos de la dignidad. Más allá del mérito intelectual o moral que atesore, el ser humano tiene un valor inviolable por el mero hecho de nacer. Por miserable que llegue a ser, a cualquiera se le debe un respeto. No es así con las opiniones, que con gran frecuencia no son respetables. Celebro la expresión del filósofo Javier Gomá «aristocracia de masas», un programa de convivencia que nos reconcilia con la imperfección. No se trata de tolerancia, sino de respeto personal.
¿Y en Cataluña, qué ejemplo de respeto dan los gobernantes? Estos días se ha presentado un libro del periodista de 'La Vanguardia' Santi Tarín. Recoge unos párrafos de Quim Torra que dan muestra de su inteligencia y su arte de convivir. Merecen considerarse por su proyección freudiana: «Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN».
¿Soy yo así, como español, tan odioso y tarado?