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'Artillería', un museo contra el miedo

Sábado, 25 de julio 2020, 00:39

Aveces creo que nada de esto es real, que todos sois un sueño demasiado hermoso a ratos, doloroso otros. En ocasiones simplemente vuelvo atrás para recordar lo que he vivido, que a veces es tan bonito que parece verdad. Un día de la primavera de 1997 Carolina y yo llegamos a Reggio Calabria en tren con nuestras mochilas. Fuimos al Museo Nazionale de la Magna Grecia andando porque éramos Erasmus del tipo pobre. Al llegar estaba cerrado. Cosas de mi Italia amada. No teníamos nada que hacer pero tampoco nada que perder. Era un tiempo en el que colarse en los trenes era una forma de vida, así que nos fuimos a Sicilia cruzando el estrecho de Messina, entre Escila y Caribdis, en un ferry pequeñito y el estrecho respondió como debía a nuestra imaginación: con una tormenta formidable. Vivíamos sin más frenos que los que nos imponíamos y nada nos daba miedo, éramos furiosa e insolentemente jóvenes, solo ahora, que mis hijos me han hecho conocer el miedo a que les pase algo, me doy cuenta. Pasamos hambre aquel año y robamos comida más de una vez. También sustrajimos algún libro por la misma perentoria necesidad y jamás respetamos una señal de prohibido cuando detrás había algo que dos historiadores enfermos de conocimiento debieran ver. Fuimos felices como nunca hasta poco después, como seguimos siendo y como todos deberíamos ser. Aquella semana anduvimos los templos y palacios, vimos la catedral de Noto derruida tras el terremoto y comimos helados en el teatro de Taormina.

Cuando volvimos a Reggio el museo estaba abierto. No nos interesaba de su venerable contenido más que una pareja de esculturas griegas, los Bronces de Riace aparecidos cerca de la playa en 1972. Los habíamos conocido por Virginia de Mergelina, nuestra añorada profesora de Arte Antiguo, y nos había deslumbrado con ellos Paolo Moreno con su seminario sobre ellos en Roma. Una de las grandes cosas de la vida es haber tenido grandes maestros.

Cuando entramos a aquel museo y nos enfrentamos a los bronces caímos fulminados. El mal de Stendhal nos tiró al suelo y nunca nos hemos recuperado de aquel impactante golpe de belleza que perdura en nosotros.

Queremos legar a Murcia un museo de arte contemporáneo que, de forma incomprensible, no tiene aún

Carolina y yo amamos los museos. Los recorrimos durante muchos años, de los gigantes neoyorquinos a los de las iglesias perdidas. En pocos sitios hemos sido tan felices. Debemos mucho más que se nos debe. Le debemos a Murcia el haber podido crecer profesionalmente y como personas en nuestra tierra. Le debemos al arte ser como somos y le debemos al museo tanto amor como podamos devolver. La forma de devolver tanto a tantos es crear un museo.

Hoy todos vivimos instalados en el miedo como si la vida fuese, nuevamente, un sueño, o mejor aún, una pesadilla. En un mundo arrinconado por un virus hace falta algo para combatirlo y el entusiasmo es un buen principio para la lucha, aunque aún es mejor el amor por los demás y el amor por todo lo que de bueno tiene el ser humano. Un museo es, para nosotros, una forma de propiciar ambas cosas, y así nace 'Artillería'. Durante toda nuestra vida Carolina y yo hemos coleccionado arte. Lo hemos hecho como hemos podido; cuando había mucho con piezas grandes, cuando no con pequeñas, incluso a veces con algún fetiche que completara nuestra idea del arte en nuestro tiempo. Siempre que hemos comprado una obra nos hemos preguntado: ¿completa el discurso para que los niños entiendan qué pasa entre Warhol o Beuys y hoy? Si ha sido así hemos buscado la forma de conseguirla. Todo esto hubiese sido mucho más fácil siendo ricos pero no hemos tenido esa suerte, así que hemos trabajado por encima de nuestras fuerzas para que hoy podamos ofrecer una colección que explica el arte en el periodo de nuestra vida y queremos que ese sea nuestro legado: queremos legar a Murcia un museo de arte contemporáneo que, incomprensiblemente, no tiene aún.

Gracias a los Reactivos Culturales del Ayuntamiento de Murcia ese sueño empezará a andar. Durante la temporada 2020-2021 el núcleo de nuestra colección se instalará en el Cuartel de Artillería. No queremos reconocimiento, la colección no llevará nuestros nombres, se llamará Artillería por demasiadas razones. Habrá una parte fija con grandes iconos del siglo XX como los citados Kosuth, Wurm, Holzer, Cabrita o nuestro muy querido Isidoro Valcárcel Medina, y desarrollaremos cuatro exposiciones. Nuestra intención es que, cuando pase el año, el Ayuntamiento o la institución que comprenda su valor, lo asuma y lo mantenga abierto.

No queremos hacer negocio. Si quisiésemos rentabilizar la inversión venderíamos la colección por partes. Esto es lo que parece. Queremos que nuestra colección, con sus sombras y sus luces, sea un museo público y abierto en el que los niños entiendan qué es la abstracción y por qué hay un arte desmaterializado. Queremos que 'Artillería' sea un acto contra el miedo y en pro del conocimiento, del arte y, en definitiva, de todo lo bueno que aún albergamos. Ese es nuestro afán.

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