La UMU ante la pandemia
Nadie le puede negar al rector Luján, así como a su vicerrectora de Estudios, su excelente trabajo realizado para mantener la actividad
En los momentos que estamos viviendo, en los que nos llegan malas noticias y muy pocas buenas, en los que la queja está por encima ... de la colaboración, en los que todos queremos más, mejor y bonito, es bueno agradecer cuando algo se ha hecho bien en una situación dura como ha sido la pandemia que hemos vivido, que tiende a mejorar, aunque todavía nos amenace con nuevas olas.
Lo que expongo viene a colación con el discurso del rector de la UMU, en el acto de toma de posesión de él y su equipo, en el que dijo bastantes cosas muy aceptables, otras no tanto, pero hay que agradecer que al escucharlo fuera fácil deducir que nos estaba hablando un universitario de los pies a la cabeza, porque Pepe Luján es, al menos para mí, una buena persona, noble.
No se me pasó de largo la frase en la que se refirió a los resultados de la Covid-19, diciendo con convicción, pero con humildad, el papel que había jugado nuestra querida UMU, al haberse desarrollado, con dificultades, la docencia en nuestra casa, sin que se hubieran producido procesos contagiosos de importancia.
Sí, es cierto que el profesorado de la UMU, con mayor o menor entusiasmo, tuvimos que hacernos a una serie de herramientas, desconocidas algunas de ellas, para mantener la docencia y las evaluaciones 'online' que, sobre todo el primer año, pusieron en juego nuestra paciencia; eso sí, con el resultado de que, con sus defectos, terminó el curso habiéndose cumplido los objetivos primordiales.
El segundo curso de la pandemia, el pasado, fue mejor; de hecho, se pudo mantener una docencia 'semionline', con alumnos en clase y fuera de ella, pero pudiéndose realizar los exámenes de forma presencial, que es lo que menos había gustado al profesorado. Finalmente, este curso hay normalidad en las aulas, aunque tengamos que seguir, al menos en los interiores, con las molestas mascarillas, pero nada que ver con los dos cursos anteriores, especialmente el primero.
No hay que regatear halagos para los profesionales de la UMU, PAS y PDI, que han sabido estar a la altura de las circunstancias, así como los alumnos, base de esta universidad, que se han tragado el marrón sin rechistar.
En esta UMU, que soporta una financiación deficiente, que debe mejorarse en breve, hay cosas que no me gustan, por ejemplo: ¿alguien entiende que haya dos centros, Facultad de Ciencias del Trabajo y Facultad de Trabajo Social, compartiendo el mismo edificio? ¿O que se hayan puesto en marcha titulaciones con poco sentido o que, como mucho, deberían ser de solo segundo ciclo? ¿O que proliferen los vicerrectores y vicedecanos, además de la gran cohorte de coordinadores y asimilados? Y más cosas que darían lugar a un amplio debate.
Pero lo que nadie le puede negar al rector Luján, así como a su vicerrectora de Estudios, Sonia Madrid, es su excelente trabajo realizado para mantener la actividad de la UMU durante la pandemia; eso sí, con la colaboración de todos.
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