Ante la incertidumbre sobre el Trasvase, más diálogo
Por estrategia electoral, hace muchos años que se ha querido convertir en político lo que no deja de ser un problema técnico, de redistribución de recursos
Va a hacer un año desde que el Consejo Económico y Social de la Región de Murcia organizara la Jornada 'Problemas actuales de la planificación ... hidrológica. El Trasvase Tajo-Segura', para debatir sobre una de las principales cuestiones socioeconómicas que más preocupan en nuestra región. Era muy oportuna su celebración, y así lo consideraron los órganos de gobierno del CES, pues pocos días más tarde se iban a presentar los primeros borradores de los nuevos planes hidrológicos de las cuencas. Parecía conveniente, por tanto, reunir a los diferentes actores socioeconómicos concernidos por el Trasvase para debatir, tanto desde un punto de vista técnico como jurídico, sobre el impacto futuro de tales planes.
El desarrollo de la Jornada permitió traslucir preocupación por el futuro del Trasvase. Los contenidos de los planes no proponían su eliminación pero sí supondrían una merma gradual notable de los recursos a transferir. Lo que entonces parecía premonitorio está ahora a punto de confirmarse tras el reciente acuerdo del Consejo Nacional del Agua. Sin el suficiente aval técnico según lo expuesto en la citada jornada, la planificación del Tajo prevé subidas del caudal ecológico que reducirían sustancialmente los trasvases a nuestra cuenca si finalmente esa decisión es ratificada a principios del próximo año, como parece previsible, por el Consejo de Ministros. Por otra parte, también se aprobará el Plan del Segura, que ha renunciado a cualquier posibilidad de nuevos trasvases. La amenaza latente con esas decisiones es la pérdida de actividad económica y puestos de trabajo si no se suplen esas transferencias con agua procedente de la desalación a precios que no mermen la competitividad de las producciones.
Me inquieta el futuro del Trasvase Tajo-Segura. Hay razones personales afectivas, lo reconozco. Entre los recuerdos de mi infancia se encuentran mis recorridos con mi padre por el Campo de Cartagena cuando promovía la creación de una importante cooperativa agraria. El Trasvase no se había aprobado todavía y la escasez de agua se traducía en que había zonas donde la actividad agraria era mínima. El cambio que trajo consigo en esa zona, también en otras del Sureste español, ha sido magnífico por todo lo que nos ha aportado.
La propuesta de disminución del Trasvase conlleva incertidumbre a un sector estratégico
Mucho más importante que eso, sin duda, es el impacto socioeconómico. Tuve la oportunidad de pronunciarme sobre esta cuestión en un artículo publicado en este mismo medio el 19 de mayo del pasado año. Aportaba ciertos datos que revelaban la singular relevancia del sector agrario regional, cuya aportación al VAB y al empleo en nuestra Comunidad más que duplican las de esta actividad en el conjunto nacional, al margen de lo que genera indirectamente en otras ramas productivas por las materias primas que utiliza y lo que se deriva de su excepcional vocación exportadora. Un dinamismo que no habría sido posible sin la actividad desarrollada por los aportes del Trasvase Tajo-Segura, como han acreditado rigurosamente, con más conocimientos que los míos, excelentes investigadores de nuestras universidades, aun con costes medioambientales por excesos que debieran haberse evitado. Aquel artículo terminaba recordando una de las consideraciones de la última Memoria socioeconómica y laboral del CESRM, que demandaba impulsar el diálogo entre el Gobierno estatal y las administraciones regionales afectadas para definir un marco regulatorio estable capaz de proporcionar, junto a los recursos del Trasvase Tajo-Segura y los demás disponibles, el caudal suficiente para la producción agraria en un entorno medioambiental sostenible.
Un año y medio después, perdonen que insista. Me parece necesario. La propuesta de disminución de los recursos del Trasvase conlleva incertidumbre a un sector estratégico para nuestro desarrollo, que se ve abocado a suplirlos con caudales de agua desalada cuyo precio no es todavía suficientemente competitivo para muchas producciones, o bien con recursos subterráneos que se están gradual e inexorablemente agotando. La planificación agraria requiere certeza acerca de la disponibilidad de recursos hídricos y aportarla exige más diálogo entre las administraciones y los sectores afectados. También, que dejemos de usar el agua en el 'mercado del voto'. Por estrategia electoral, hace muchos años que se ha querido convertir en político lo que no deja de ser un problema técnico, de redistribución de recursos y de asignación de precios. Abordémoslo de una vez bajo este enfoque, a partir del análisis y el conocimiento riguroso de la situación, sin inamovibles posiciones predeterminadas, con reflexión y debate. Y voluntad de alcanzar acuerdos consensuados porque aportarán estabilidad y, en consecuencia, prosperidad a los territorios afectados.
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