Decisiones imprudentes
Tirando a dar ·
El verdadero deporte no es solo una cuestión de esfuerzo físico, sino también de cuidado y respeto hacia uno mismoCada año, cuando el invierno finalmente da paso a la primavera y el verano empieza a asomar, surge una fiebre colectiva por alcanzar el cuerpo ... perfecto en tiempo récord. Quien más, quien menos, se lanza a dietas milagrosas, rutinas de ejercicios intensivas y todo tipo de productos que prometen resultados rápidos. Sin embargo, esta búsqueda desesperada de la perfección veraniega suele estar plagada de decisiones imprudentes y expectativas poco realistas.
Mi vecino 'Erchuli' es un tipo de pasada mediana edad, entusiasta de la buena comida y excelente bebedor de cerveza, vino y otros licores. Ama los placeres de la mesa y la cama, y no está dispuesto a renunciar a ninguno de ellos. Sin embargo, se considera un gran deportista y no pierde oportunidad de demostrarlo. Pasa horas viendo partidos de fútbol, una actividad que las cadenas de televisión se encargan de proporcionar en abundancia.
Como los osos, con el frío hiberna, bien pertrechado de cocidos, pancetas, chuletones y elixires divinos, sin embargo, con el buen tiempo, ¡'voilà'!, se enfunda en pantalones deportivos, que rara vez logra subir más allá de su abultada barriga y al gimnasio. Comienza con una sesión de alta intensidad que incluye correr en la cinta, levantar pesas y hacer ejercicios que no ha practicado en años. Yo lo miro, desde mi bicicleta elíptica, con el rostro enrojecido, sudando profusamente y resoplando como si necesitara una bombona de oxígeno, castigar, sin piedad sus rodillas, talones y corazón. Pienso que va haciendo acopio de tanto esfuerzo que acumula todas las papeletas para un sorteo de infarto, mejor dicho, de infartos. Vamos, su responsabilidad demuestra un amor por la vida similar al de un kamikaze, convencido de que lo que hace es bueno para su salud. Cree que su cuerpo le recompensará permitiéndole destacar con su nueva conquista amorosa.
Esta búsqueda frenética no es exclusiva de 'Erchuli'. Muchas personas caen en la trampa de las soluciones rápidas, sin comprender que los cambios duraderos requieren tiempo, paciencia y un enfoque equilibrado. El cuerpo humano no está diseñado para transformaciones drásticas en periodos cortos sin sufrir consecuencias negativas.
Me dice que está a dieta de mil doscientas calorías y los ojos me hacen chiribitas. Solo pensar en la sobrecarga de ese pobre cuerpo y el estrés físico y mental de intentar mantener estas rutinas poco sostenibles... me hace verlo como un acordeón donde en poco tiempo tomará fuelle y retornará el peso perdido, y quizá algunos kilos de más en cuanto la ansiedad y el cansancio le hagan caer en la tentación de una jarra de cerveza bien fría y unos torreznos en su punto.
Y mira que le digo que las dietas extremas y los regímenes de ejercicio intensivos a corto plazo solo pueden llevar problemas de salud graves. Y que en lugar de buscar soluciones rápidas, lo importante es adoptar un enfoque sensato y sostenible. Pasando el invierno pensando en el verano, con cambios graduales en la dieta, enfocándose en una alimentación sana y equilibrada.
¡Ay, Señor! El verano no debería ser una excusa para someterse a regímenes extremos. La salud y el bienestar deben ser la prioridad durante todo el año. Un cuerpo sano y en forma es el resultado de hábitos consistentes y sostenibles, no de cambios drásticos y temporales. Pero la fiebre por el cuerpo perfecto de verano es una trampa peligrosa que lleva a decisiones imprudentes y expectativas poco realistas.
A ver si logro convencerlo de que el verdadero deporte no es solo una cuestión de esfuerzo físico, sino también de cuidado y respeto hacia uno mismo. Le indico que escuche a su cuerpo, pero dice que ni cuando ronca se oye, así que... mejor que le lance alguna plegaria a su Ángel de la guarda que tiene que estar, el pobre, haciendo horas extras para alargarle su maratón en el más allá.
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