Adaptarse y sobrevivir (III)
Más que la incidencia, lo importante ahora es la resiliencia. Y para la resiliencia, las vacunas son necesarias pero no suficientes
Gracias a la ciencia biomédica y las vacunas hemos podido volver a reunirnos con nuestros seres queridos y ver cómo se disocian las curvas de ... incidencia y mortalidad. Sin embargo, nuestros políticos todavía no han interpretado el poderoso mensaje de la naturaleza del SARS-CoV-2. Un virus zoonótico que tiene una fuerte relación con la salud de los ecosistemas y pérdida de biodiversidad. Además, la interrelación del comportamiento humano con el clima (movilidad en verano y 'recogimiento' en interiores en invierno) son claves para entender los mecanismos de propagación del SARS-CoV-2.
Seguimos pretendiendo ser igual que antes, pero con miedo. El SARS-CoV-2 ha venido a quedarse y a cambiar los estándares de calidad del aire interior, acelerando el proceso de transición ecológica de nuestros modelos de salud, educación, socioeconómicos, y eso debería ser el gran desafío para los fondos de Resiliencia y Recuperación.
Un proyecto transformador fue Aire Limpio en las escuelas, especialmente la primera edición. Muchos escolares recordarán mientras vivan la pandemia por las horas que pasaron al aire libre o en la naturaleza y con las ventanas entreabiertas. Auténticos guardianes de la salud medioambiental y resiliencia en hogares y familias. Vuelvan a leer 'Adaptarse y Sobrevivir I y II', encontrarán propuestas de salida a esta crisis de salud medioambiental, que solo una política temerosa a los cambios no es capaz de asumir. Se ha optado durante 20 meses por el miedo. Y el miedo en las primeras etapas genera reacciones lógicas de protección y alerta, pero, si se sostiene en el tiempo, provoca agotamiento mental y rigidez, deterioro de las relaciones y un trasfondo de parálisis económica y social. Que en la última cumbre de presidentes en lo que todos estuvieron de acuerdo fuera en poner las mascarillas en el 'exterior' habla por sí solo del nivel. Modelos de gobernanza paternalistas, repletos de palmeros y relatos de 'creencias' donde intelectuales y científicos con frecuencia se convierten en amenazas.
Más que la incidencia, lo importante ahora es la resiliencia. Y para la resiliencia, las vacunas son necesarias pero no suficientes. Como el invierno pasado, el 'General Invierno' recorre Europa de norte a sur y no hemos sido capaces de congeniar la bajada de temperaturas con una adecuada calidad del aire interior. Los tiempos de la Covid-19 son de rápido aprendizaje, los políticos hablan de la necesidad de innovar. Pero, en verdad, siguen instalados en la primera etapa, de resistencia al cambio, lo viejo se resiste a morir, y no estamos aprovechando la ingente cantidad de recursos movidos para crear modelos de resiliencia (adaptación para avanzar) en la economía y sociedad.
Necesitamos políticos valientes, para crear estructuras híbridas de salud y medioambiente, como agencias de salud global donde trabajen jóvenes FP como agentes de la salud medioambiental, descongestionando la AP, con rastreo y monitorización de pandemias o trabajando para vigilar y descontaminar el Mar Menor, acompañar la transición ecológica de empresas y los sistemas económicos... El Plan Estratégico Nacional de Salud y Medioambiente, recientemente aprobado, puede ser el embrión que contribuya a generar esas nuevas estructuras híbridas para llenar de nuevas oportunidades, nuevos perfiles profesionales, una nueva digitalización y renaturalizar la salud, acompañando a nuestras empresas y trabajadores para construir un modelo de innovación social y emprendimiento en salud basado en la naturaleza. Mientras no haya departamentos, ministerios, concejalías... de salud y medio ambiente, no podremos actuar de forma programada y coordinada con todos los profesionales necesarios para garantizar el derecho a la salud, a la biodiversidad y a un medio ambiente cuidado, al bienestar social, al progreso económico y el desarrollo tecnológico e industrial. Recientemente 45.000 médicos de familia y pediatras acordamos ponernos a trabajar al servicio de la transición ecológica del Sistema de Salud.
La reforma sanitaria de Ernest Lluch en 1986 supuso la creación de los Servicios Regionales de Salud para garantizar una adecuada prestación de servicios y la consolidación de la Atención Primaria (AP). Ha dado mucho, pero nuevos desafíos (zoonosis-Covid-19, crecimiento de enfermedades crónicas, costes insostenibles, agotamiento de recursos, envejecimiento, crecimiento urbano...) y una definición de salud más dinámica y participativa requieren nuevos enfoques. Una nueva ley general de salud medioambiental o planetaria será nuclear para los sistemas de salud de este siglo. Esta reforma será para la salud pública y comunitaria y el medio ambiente, educación y Agenda 2030 lo que la Ley General de Sanidad de 1986 fue para la asistencia sanitaria. Lo importante ya no será tanto la dotación de servicios clásicos, sino lo que los ciudadanos decidamos hacer por nuestra salud. La salud será 'coste-efectiva' solo si la gente participa. Datos en abierto, participación, nuevos perfiles profesionales y digitalización 'distribuida' reducirán la jornada de trabajo de médicos y enfermeros en la AP. Los hospitales serán más pequeños pero extremadamente tecnológicos. Esta visión requerirá la audacia e ilustración ecológica de prodigiosas mentes para superar poderosos intereses creados. El cambio, o es interior o no es cambio.
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