Detalle de piñas y hojas de 'Tetraclinis articulata'. UMU

El ave fénix vegetal de la Sierra Minera

El delicado ciprés de Cartagena mejora su salud tras un proyecto cofinanciado por Europa para recuperar esta especie, única en todo el continente, con la que casi acabó un incendio en 2011

GINÉS S.FORTE

Martes, 5 de mayo 2020, 21:21

Solo hay una forma de cruzarse con un ciprés de Berbería en toda Europa: calzarse las botas de montaña y recorrer determinadas áreas de la ... sierra minera de Cartagena-La Unión. A este balcón escarpado, y con la mirada puesta en África, de la Región de Murcia, el continente meridional le ha honrado compartiendo una especie que fuera de las tierras de la otra orilla del Mediterráneo solo se encuentra aquí: 'Tetraclinis articulata', más conocida como ciprés de Cartagena o de Berbería y sabina mora.

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Es, «quizás, por su carácter de árbol, el elemento más reconocible de la biodiversidad que comparte el Sureste ibérico con el norte de África», explica el biólogo Jorge Sánchez. Sus ejemplares constituyen un bosquete considerado «muy raro y prioritario», lo que «ha permitido la protección de amplias zonas del litoral de Cartagena mediante su inclusión en la Red Natura 2000», añade el experto.

Precisamente, la protección de este hábitat ha impedido que se materialicen amenazas como el intento de recorte de parte del Parque Regional de Calblanque en 2004, o el intento de urbanizar el bosque de la Princesa-Atamaría que se encuentra junto a él, y también junto a un campo de golf que trataron de ampliar hace unos años sus propietarios.En realidad, el ciprés de Cartagena apenas se extiende por una superficie que no llega a las 600 hectáreas de estos montes. Su concentración en un área tan poco extensa tiene una clara desventaja, como evidenció el incendio que en agosto de 2011 arrasó más de 400 hectáreas del Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila. Entre los días 18 y el 20 de aquel mes las llamas afectaron a 2.800 de los 8.500 ejemplares naturales de esta especie. El fuego, por tanto, casi acaba de una tacada con un tercio de toda su población y, si no llega a ser extinguido, quizá la hubiera eliminado por completo.

Árbol iberoafricano

Cercada por el desarrollo y los incendios, entre otras amenazas, en junio de 2014 arrancó un proyecto financiado por la Unión Europea para salvar al ciprés de Cartagena. Se trata del denominado programa 'Conservación del hábitat 9570* Bosques de Tetraclinis articulata en el continente europeo', habitualmente conocido como Life Tetraclinis Europa. Sus responsables han dedicado a la recuperación de este árbol hasta el pasado noviembre, cuando concluyó oficialmente el programa, algo más de 1,5 millones de euros en distintas actuaciones, de los que más de dos tercios han sido directamente aportados por la Unión Europea. La iniciativa ha estado impulsada por la Dirección General del Medio Natural de la Comunidad Autónoma, la Universidad de Murcia (UMU), el Ayuntamiento de Cartagena, la Fundación Sierra Minera (FSM), y la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), en la que Sánchez trabaja como técnico. Todas estas entidades se aliaron para tratar de recuperar este árbol iberoafricano tras el incendio de 2011, al que como un ave fénix hicieron renacer de sus cenizas (en algunas de las actuaciones de forma literal, como vamos a ver).

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Ciprés de Cartagena o sabina mora. A la derecha, un investigador del área de botánica de la Universidad de Murcia. UMU

El araar, palabra por la que también es conocido este árbol muy ramificado que puede medir entre 6 y 10 metros de altura, que es característico del norte de África, donde da una madera muy apreciada y de calidad, y que aquí también fue aprovechada cuando era más abundante. En nuestras tierras, en cambio, resulta ahora, como se ha visto, un 'rara avis' que crece en unas condiciones ecológicas mucho más exquisitas que sus congéneres del otro lado del Mediterráneo. Mientras que en el noroeste del continente africano progresa en áreas con precipitaciones que van de los 250 a los 900 litros por metro cuadrado al año, con temperaturas mínimas de entre 2 y 11 grados y entre 5 y 1.700 metros de altitud, en la costa de Cartagena y La Unión saca su lado más delicado para dignarse a aparecer solo si las precipitaciones oscilan entre los 300 y 360 litros, con temperaturas mínimas de entre 4 y 7 grados y en alturas que van de los 5 a los 370 metros.

Aquí, además, compite por ocupar espacio frente a, principalmente, otras dos plantas de la zona: un árbol, el pino carrasco ('Pinus alepensis'), y un arbusto, la aliaga ('Calicotome intermedia'). La lucha por recolonizar el espacio perdido por el incendio de 2011 es especialmente dura frente al pino carrasco, y tampoco le ayuda a brotar el sobrepastoreo de la zona, ni la fragmentación y el aislamiento que presentan sus poblaciones. Además, el trabajo desarrollado en el proyecto Life Tetraclinis Europa ha concluido que en torno a un 13% de todos los ejemplares silvestres se encuentran «fuera de áreas protegidas, y algunas de las zonas potenciales para establecer la especie podían verse afectadas por urbanizaciones e infraestructuras en los próximos años».

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Los incendios, la presión urbanística, el pino carrasco y el sobrepastoreo son sus grandes enemigos

Tampoco hay que olvidar la amenaza del cambio climático, advierte el coordinador del proyecto, el biólogo Félix Carrillo. Los responsables de la iniciativa, entre los que también se encuentran los investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) Miguel Ángel Esteve y Juan Miguel Moya, estiman que esta circunstancia «afectará al área de distribución de distribución de la especie al modificar las temperaturas, las precipitaciones y los días de heladas». No es un asunto menor. Como se ha visto, el ciprés de Cartagena crece en este pequeño rincón de Europa bajo unas condiciones más específicas que en el noroeste africano, donde es una planta más característica, sobre todo en la cordillera del Atlas marroquí, y en zonas de Argelia y Túnez. Curiosamente, de acuerdo con un informe preparado dentro del proyecto, «en un escenario con emisiones moderadas, el cambio climático podría provocar un aumento del hábitat potencial en la Región de Murcia». Pero se trataría de un espejismo, ya que, «sin embargo, en un escenario con emisiones más acentuadas, las previsiones serían un descenso dramático de la presencia de la especie».

Entre tanto, se pone coto a una amenaza tan global como la del cambio climático, donde entran en juego muchos más agentes y de todos los ámbitos, lo que ya es posible, y en ello ha trabajado el citado Life, es reducir la influencia de los cuatro males más inmediatos que acechan a nuestro ciprés: los incendios, la invasión urbanística, la competencia con el pino carrasco y la presión ganadera. El plan emprendido para compensar el daño que ya han infringido en el araar estos males, pasa por siete actuaciones primordiales, con «el objetivo principal de preservar, mejorar y aumentar la superficie forestal de este hábitat natural prioritario».

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Diversidad genética

La primera acción se ha centrado en garantizar que no se pierda la diversidad genética que permite la supervivencia del ciprés de Cartagena. En ella se ha acometido la repoblación de diversas zonas comprendidas en el proyecto con semillas tanto del 'Tetraclinis articulata' propiamente, como de otras especies que conforman su hábitat. En concreto se trata del lentisco ('Pistacia lenstiscus'), el palmito ('Chamaerops humilis'), el cornical ('Periploca angustifolia'), el espino negro ('Rhamnus lycioides') y el bayón ('Osyris lanceolata'). Para ello se recolectaron previamente un total de, exactamente, 26.004 semillas, de acuerdo con el proyecto. De ellas, 9.019 se correspondían con el ciprés de Cartagena. Parte de toda esa cantidad se ha conservado en el Banco de Germoplasma de la Región de Murcia, lo que asegura que siempre habrá un depósito del que tirar si se necesitan plantas, y otra parte es la que se convirtió en plantones, en el Vivero Forestal El Valle, para las repoblaciones que ya se han acometido.

Este árbol de pequeño tamaño apenas está presente en una superficie de menos de 600 hectáreas

Hace años, cuando era más abundante, se aprovechaba su madera, de gran calidad

La segunda actuación se ha centrado en la creación de pequeños bosquetes de 'Tetraclinis articulata', de unos 15 metros de radio, en áreas con alta densidad de pinos, lo que ha obligado a eliminar previamente ejemplares de esta y otras especies que extraen beneficios del fuego, particularmente de la destrucción que este ocasiona de las especies con las que compite, y que tratan de hacerse con el mismo espacio que el ciprés de Berbería. En total, se han generado 95 unidades de bosquete de la especie en una superficie total de más de 19 hectáreas.

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'Tetraclinis articulata', en el Monte de las Cenizas. life tetraclinis

Otra actuación se acometió precisamente en espacios previamente afectados por el fuego, que se clarearon para facilitar la proliferación de sabinas moras, que en muchos casos se plantaron directamente. Con esta operación se ha logrado limitar la presencia de pinar a 800 pies por cada hectárea en las zonas quemadas.

Espacios mineros

La cuarta actuación se ha centrado en la restauración con cipreses de Cartagena de cuatro antiguos vacíes mineros (de algo más de una hectárea de superficie en total) y tres bocas de minas. Para ellos se retiró previamente y, de forma manual, material inerte que había quedado en la zona de la antigua actividad minera, se han construido estructuras para reducir la erosión, retener sedimentos y disuadir el tránsito de personas, y se plantaron más de un millar de ejemplares de distintas especies asociadas al hábitat 9570* objeto de actuación, de las que han sobrevivido más de un 80% de las plantaciones.

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Para ordenar el tránsito de personas por la zona, la quinta acción ha incluido el arreglo de senderos, pistas y caminos, junto al cierre de algunos de ellos; la instalación de señales interpretativas, y el cierre y restauración de sendas auxiliares que no estaban reguladas. En total, se han mejorado y cerrado más de 11 kilómetros de caminos y más de cinco kilómetros de senderos auxiliares.

Las actuaciones del proyecto incluyen un ordenamiento del tránsito de personas por la zona

La presión del pastoreo, que es otra de las amenazas apuntadas, se ha aligerado con la instalación de dos cerramientos con malla cinegética, para que los ejemplares de la especie y otras del hábitat no fuesen ramoneados por el ganado, con la consiguiente dificultad para su regeneración natural. Un año después de concluir el vallado, en su interior se había recuperado un 21% más de ejemplares que fuera, entre otras mejoras.

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Otro mal que aún no se ha citado para la mejora del hábitat de la 'Tetraclinis articulata' es la negativa influencia de especies exóticas invasoras, por lo que la séptima actuación se ha ocupado de eliminar su presencia en casi una hectárea de superficie total, donde se ha plantado seguidamente casi 1.400 plantones de ejemplares propios de la zona.

Todo lo anterior ha estado acompañado por una campaña de sensibilización, que ha llegado directamente a casi 15.000 participantes, principalmente de centros educativos de la zona próxima al área de actuación, además de la asistencia a congresos, la elaboración de distintas publicaciones y la creación de una web específica sobre la iniciativa, entre otras vías de difusión.

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El proyecto ha concluido con una mejora de la calidad del hábitat desde el año 2016 en todas sus actuaciones, aunque únicamente en dos se ha obtenido un estado que ha pasado a ser favorable. En concreto, en las acciones relacionadas con la competencia frente al pino carrasco y en los reforzamientos del hábitat. «Sin embargo –concluye el informe sobre este proyecto dirigido por Rafael Díaz García, técnico responsable de Flora de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia–, «debido a la rápida respuesta observada en las actuaciones de supresión de presiones y eliminación de la competencia, resulta esperable que la calidad del hábitat continúe mejorando durante los próximos años».

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