Borrar
Miembros de CEOM realizan una plantación de quinoa en los viveros del Mayayo. UMU

La Región ensaya la agricultura para enfriar el planeta

Universidades, empresas y centros de investigación se alían para hallar cultivos que sigan alimentando al mundo y garanticen el sustento del campo pese al cambio climático

Martes, 11 de diciembre 2018, 21:48

Comenta

Del libro 'Cultivos promisorios para enfriar el clima y alimentar al mundo' surge la idea de armar este proyecto, explica José María Egea, catedrático de Botánica de la Universidad de Murcia (UMU) y uno de sus autores, sobre el Observatorio de Innovación Agroecológica para el Cambio Climático. Una propuesta innovadora, financiada con fondos Feader y la Consejería de Agricultura, Agua, Ganadería y Pesca de la Región dentro del Programa Regional de Desarrollo Rural, que se acaba de poner en marcha con el objetivo de «afrontar, y ya, el que probablemente es el mayor reto del siglo XXI: el cambio climático y cómo adaptar el sistema agroalimentario a sus consecuencias en una región subárida como la nuestra, donde el agua cada vez va a ser más escasa y más prohibitiva para la agricultura, y la desertificación y la salinidad del suelo hacen cada vez menos viable el actual sistema agroalimentario», resume Egea. Y añade, coincidiendo con Domingo Jiménez Beltrán, exdirector de la Agencia Europea del Medio Ambiente y socio fundador de Castillo de Chuecos, que a este problema se une la excesiva dependencia de la producción agrícola regional del agua, «lo que va a suponer un problema grave, en las próximas décadas, en comarcas como el Campo de Cartagena, el Valle del Guadalentín y las pedanías altas de Lorca». Una situación que, sin duda, obliga a «buscar nuevos modelos para afrontarlo».

Basándose en las recomendaciones de científicos y especialistas en diferentes congresos internacionales, «como el promovido por la FAO en 2012 en Córdoba y que contó con la participación de ministerios, Fundación Biodiversidad, CSIC e INIA, además de otros organismos internacionales, «para afrontar los retos ambientales y alimentarios del siglo XXI: hay que recurrir a cultivos infrautilizados y obsoletos, sobre todo secanos tradicionales como higueras, algarrobos, granados, palmeras datileras, moreras,...; variedades antiguas de frutales que se han ido adaptando a nuestras condiciones agroclimáticas, necesitan menos insumos y menos agua, pero que se han ido sustituyendo por variedades comerciales y ahora están en peligro de extinción, como melocotoneros, perales, almendros, olivos, manzanos y albaricoqueros; e ir a nuevos cultivos, pero no transgénicos ni variedades muy productivas, sino cultivos ancestrales procedentes de otras regiones biogeográficas adaptados a condiciones extremas de sequía, temperatura y salinidad, como el mijo de la región subsahariana, el aloe vera y el argán de procedencia africana, la quinoa y el amaranto de las regiones andinas, la jojoba de los desiertos meridionales de Norteamérica o la moringa de origen asiático», va detallando José María Egea.

Al detalle

  • Proyecto Observatorio de Innovación Agroecológica para el Cambio Climático, liderado por el catedrático de Botánica de la UMU José Mª Egea.

  • Socios. Fincas Casa Pareja (Jumilla), Castillo de Chuecos y El Talayón (Águilas), Viveros del Mayayo (Murcia), Lo Mauro (Caravaca), Agronature 2000 (Cartagena), y Moysan Land (Lorca) y Villa Lagarto (Fuente Álamo); empresas: La Colegiala, Salzillo Tea&Coffee, Biojaral y Panarrofoods; asociaciones: Amureco, APCON, CEOM y Colectivo Paréntesis; y, particular, Luis Tesón.

  • Colaboradores Cebas y Biomurcia, y otros departamentos de la UMU.

A pie de calle

En base a esas recomendaciones se gesta el proyecto, que con 28 meses de ejecución, pone los pies en la calle, la mente en los laboratorios y el corazón en la tierra para convertirse en un ensayo de los modelos agrícolas del futuro cercano, basados en la agroecología y en las consecuencias del cambio climático, para convertirse en una alternativa real que frene el calentamiento y permita alimentar a la población en las próximas décadas.

Hay que tener en cuenta, recuerda José María Egea citando informes científicos, que los cítricos peligran para 2050 en la Región de Murcia y en la Comunidad Valenciana y los viñedos desaparecerán del Mediterráneo si no se frena la actual inercia climática global.

Con el objetivo de recorrer íntegramente el camino que va del campo de cultivo a la mesa del ciudadano de una manera sostenible, el proyecto integra a fincas agrícolas que servirán de reservorio de estas variedades de frutales que han desaparecido de las colecciones existentes en España hasta la fecha por falta de recursos humanos, económicos y de espacio, puntualiza Egea.

Así Casa Pareja, de Jumilla, donde ya crecen desde hace años 117 variedades antiguas de melocotoneros, se han recuperado numerosas variedades de moreras y ya se están realizando ensayos con quinoa y amaranto, «alternativas con futuro, que pintan bien y que, como superalimentos y pseudocereales, ya despiertan el interés del consumidor», explica Juan Molina. Se ha sumado al proyecto «el primero, porque si hacemos lo que todo el mundo, somos solo uno más; y si hacemos esto, somos un futuro en construcción». De hecho, aclara, ya trabaja con las posibilidades que aporta la madera de morera, utilizada tradicionalmente en la huerta para la fabricación de herramientas por su resistencia y rápido crecimiento; la hoja ya la comercializa para medicamentos -«para adelgazar y regular el azúcar en sangre»-; con el fruto ya experimenta la elaboración de vinos y zumo -«con unas características funcionales extraordinarias y que no existen en el mercado»- y de moras deshidratadas. De hecho, cuenta como curiosidad el catedrático Egea que, cuando Molina acudió a la Feria Biofest de Alemania, le preguntaron si podría suministrar 5 toneladas de moras de morera, muy rica en antioxidantes.

Centros de innovación

Casa Pareja será solo uno de los cuatro Centros de Innovación Agroecológica, a la que se suma Lo Mauro (Caravaca), que colabora con personas con discapacidad intelectual y dispone de 5 hectáreas que se están plantando con todo tipo de frutales (cerezos, ciruelos, manzanos, perales); los viveros del Mayayo, del Ayuntamiento de Murcia, donde voluntarios del Centro de Inserción Social de Sangonera y de la Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad Intelectual (CEOM) hacen labores de mantenimiento, como el cultivo de plantones de moringa y de variedades de cítricos, palmeras, higueras, granados y plantas de huerta; Castillo de Chuecos, que van a plantar las variedades antiguas de almendro, olivo, higuera y granado, pero donde ya trabajan desde hace tres años con «un aloe vera de altísima calidad. Se pelean por tenerlo en crudo para la elaboración de gel, buenísimo para pieles sensibles, y de zumo, beneficioso para el sistema inmunológico. De hecho, externo a nuestra participación en este proyecto, estamos desarrollando una marca propia, Atalaya Bio, para estos productos con aloe y miel y cítricos de la finca», relata Jiménez Beltrán.

Cultivo de quinoa en Moysan Land, de La Hoya de Lorca. | Variedades locales de melocotoneros en Casa Pareja.| Cultivo de amaranto. UMU
Imagen principal - Cultivo de quinoa en Moysan Land, de La Hoya de Lorca. | Variedades locales de melocotoneros en Casa Pareja.| Cultivo de amaranto.
Imagen secundaria 1 - Cultivo de quinoa en Moysan Land, de La Hoya de Lorca. | Variedades locales de melocotoneros en Casa Pareja.| Cultivo de amaranto.
Imagen secundaria 2 - Cultivo de quinoa en Moysan Land, de La Hoya de Lorca. | Variedades locales de melocotoneros en Casa Pareja.| Cultivo de amaranto.

Y añade que van a empezar a experimentar con los cultivos promisorios: moringa, quinoa, amaranto y cítricos como lima caviar, y con el argán a más largo plazo. «Partimos de que este proyecto no es para ver cuán grande es el impacto del cambio climático, sino para poner en práctica 'climas para el cambio'. Hay que transformar los sistemas agrarios y de consumo, y el cambio climático nos ha cargado de razón. Castillo de Chuecos es un muestrario de cómo hacer las cosas de forma distinta y con más valor añadido», explica.

Y, en efecto, aunque el proyecto incluye el desarrollo de productos y la apertura de mercados para estos 'nuevos viejos' cultivos, en estos centros de innovación el Cebas-CSIC experimentará su tolerancia al estrés hídrico y salino, para seleccionar las variedades más idóneas, por producción y calidad, después de haber recuperado aquellas que están en riesgo de desaparecer mediante la recopilación de material vegetal y su puesta en producción. «Esos son los dos primeros objetivos del proyecto», concluye Egea.

Otras fincas experimentales, que participan en el proyecto y a las que podrán sumarse más, ya tienen experiencia en el cultivo de especies traídas de otras regiones y que están dando buenos resultados. Es el caso de la empresa cartagenera Agronature 2000, con 6 hectáreas de moringa -requiere menos agua- que ya está vendiendo para infusiones y para la elaboración de suplementos alimenticios en pastillas; y ahora empiezan a experimentar con quinoa y amaranto. Moysan Land, de La Hoya de Lorca, lleva tres años trabajando con la quinoa, que ya ha empezado a producir, y el Cebas estudiará las variedades que mejor aguanten el secano. «Hay que analizar también los comportamientos, porque quinoa, amaranto y moringa no toleran bien las heladas y tienen problemas con las altísimas temperaturas de verano, por eso estamos haciendo ensayos en distintas fincas y con distintas variedades», detalla Egea, que avanza que, una vez se seleccionen las variedades más idóneas, se podrá dar el paso de implantarlas en la Región.

Superalimentos con aval

Pero una parte clave del proyecto está basada en las propiedades nutricionales y funcionales de algunos de los frutos de estos cultivos promisorios que se consideran superalimentos. Así, explica Gaspar Ros, catedrático de Nutrición y Bromatología de la UMU, el trabajo de laboratorio de su departamento consistirá en identificar los efectos reales de todos estos productos, su elevado contenido en hidratos de carbono complejos o su valor energético, su uso como complementos alimenticios por los altos contenidos en minerales o vitaminas, o incluso los efectos de aceites de moringa, muy parecidos al de oliva, o el poder antimicrobiano de sus hojas, para depurar el agua, cita como ejemplos Gaspar Ros. Su equipo abordará primero la composición química de todos los productos y su biodisponibilidad (la capacidad del organismo para asimilarlos). Después, 'in vitro', verán su efecto a nivel celular, para, tras un primer cribado, comprobar en humanos el beneficio concreto que producen.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad La Región ensaya la agricultura para enfriar el planeta

La Región ensaya la agricultura para enfriar el planeta