Peligro de extinción en las 'montañas isla'
Casi todas las especies típicas de ambiente frío a más de 1.200 metros en Sierra Espuña están en riesgo por el calentamiento climático
En estos tiempos de pandemia, que algunos científicos atribuyen a una biodiversidad cada vez más degradada a escala mundial y atenazada por el cambio climático, ... es sabido que la pérdida de especies es una de las causas de la destrucción de la diversidad biológica. Ya hablamos en su momento del macizo de Revolcadores, una gran montaña con un gradiente altitudinal que supera los 2.000 metros y con una biodiversidad que posee cierta capacidad de migrar hacia zonas más húmedas y elevadas de las sierras del Segura, territorio con algún margen de maniobra que desde la prehistoria ha podido amortiguar los cambio del clima ocurridos no por causas antrópicas como en la actualidad, sino por glaciaciones y eventos geológicos.
Hoy vamos a considerar bajar de tan elevadas alturas, para quedarnos aproximadamente entre los 1.000-1.500 metros de altitud, en lo que vamos a denominar 'montañas isla', por estar aisladas hoy día de las sierras del Segura u otros territorios frescos del interior ibérico, debido a la interposición de hábitats no propicios para las especies de zonas frías (pinares de pino carrascos, cultivos, suelo urbano...). Entre dichos relieves estarían montañas como: Espuña, Aitana, Cambrón, Gigante, Alhamilla, Mariola, El Carche, Salinas, La Pila, Ricote, El Oro... Centrándonos, por ejemplo, en Sierra Espuña, por ser de las más conocidas, casi todas las especies típicas de ambiente frío presentes allí a partir de unos 1.200 metros en solana y 1.100 en umbría corren riesgo de extinción por el calentamiento climático, ya que su única vía de escape sería en altura (Espuña tiene 1.583 metros), pero si tenemos en cuenta que los cálculos para Sierra Nevada dan una tasa de ascenso de las condiciones óptimas (nicho térmico) para las especies de 11,57 metros al año, podemos concluir que hay 483 metros (1.583 menos 1.100) de margen altitudinal y tendríamos unos 42 años teóricos (resultado de dividir 483 por 11,57) para que ciertas especies de zonas frías desaparezcan de las áreas elevadas de la sierra. Entre ellas se encuentran el arce de Montpellier, la atamanta, el cerezo rastrero, el durillo dulce, el mostajo, la toliaga hembra y la samarilla, por ejemplo.
Dejamos en el tintero otros taxones que también sufrirán en las alturas, no tanto por el calentamiento en sí, sino por la menor disponibilidad hídrica. Otro factor a considerar es que se pueden dar fenómenos de extinción por hibridación entre especies del mismo género de zonas más cálidas (menos altitud) con otras de zonas más frías (menor altitud), llegando a desaparecer estas últimas, así por ejemplo, para las sierras de Aitana, Espuña, Cambrón o Gigante, la toliaga hembra ('Genista longipes') podría hibridarse con otras especies del género Genista, con las que tiene afinidad genética y son propias de zonas de menor altitud, las cuales con el calentamiento climático ascenderán buscando su nicho térmico adecuado, por lo que lo que la 'Geista longipes' podría extinguirse desdibujada por la hibridación.
Con suerte [entre comillas], dentro de cuatro décadas esperamos que no estén extintas todas las especies citadas, debido a un fenómeno conocido como resilencia, que es la capacidad de las plantas para mantenerse en la posición en la que están, pese a que no se den ya las condiciones óptimas para ellas. Lo que no sabemos es cuánto tiempo podrán hacerlo. Lógicamente cuanto más corto sea dicho período, más aumentan sus posibilidades de sobrevivir.
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