La fuerza aérea de la restauración vegetal
Investigadores de la Universidad de Murcia desentrañan el plan de combate que sigue la naturaleza para recuperar, gracias a los pájaros, espacios áridos que la acción humana le ha arrebatado
GINÉS S. FORTE
Martes, 26 de noviembre 2019
La recuperación de ecosistemas degradados tiene un aliado natural: los pájaros. Cuando un ave alivia sus intestinos en un ecosistema, está también bombardeándolo de vida. ... Las semillas que lanza con sus excrementos llegan al suelo con su propia ración de abono listas para generar una nueva planta. En unos entornos con frecuencia empobrecidos por la acción humana, las aves, cuando deponen, cumplen un papel clave en el paisaje como fuerza aérea de la restauración vegetal. Un estudio de investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), financiado por la Autoridad Portuaria de Cartagena, desentraña el plan de combate que sigue la naturaleza para reconquistar los espacios que la influencia antrópica les ha arrebatado. «Esta información es la base para desarrollar estrategias aplicadas de restauración de sistemas degradados», explica la profesora del Departamento de Zoología y Antropología Física de la UMU Pilar de la Rúa, directora de la investigación.
Dicho de otro modo, a partir del conocimiento adquirido en este trabajo se puede trazar un plan de asalto para la restauración de ecosistemas mediterráneos dañados por la intervención humana, con las aves como principal vector de ataque. «Se podrían instalar, por ejemplo, puntos de agua y posaderos o perchas artificiales para las aves», concreta la investigadora, «así se atraería a los dispersores de semillas a las zonas susceptibles de ser restauradas». Miembros de este equipo de estudio, como los investigadores Víctor Zapata y Vicente Martínez, se han encargado de desentrañar previamente el papel de esos puntos de agua y perchas artificiales para atraer a las aves a los espacios empobrecidos, lo que ha permitido «un incremento significativo en la llegada de semillas» para repoblarlos.
En números
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5220 es el código por el que se designa el hábitat predesértico propio del sureste ibérico semiárido que abarca la investigación a la que se refiere la información.
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2016 fue el año en el que, entre septiembre y diciembre concretamente, se realizó el trabajo de campo de este estudio.
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2017 marca el final de la fase en la que se desentrañaron los resultados del trabajo en el laboratorio, entre enero y julio.
El área donde se realizó el trabajo de campo, entre septiembre y diciembre de 2016, es la Sierra de la Fausilla, al este de Cartagena. En concreto en tres zonas: Escombreras, El Gorguel y Cola de Caballo. Se trata, según la directora del trabajo, de una región biogeográfica murciano-almeriense, «que incluye los territorios más áridos del sur de la Península Ibérica, con elementos florísticos norteafricanos como las plantas de los géneros 'Periploca' y 'Maytenus».
Las lecciones aprendidas en estos tres campos de batalla naturales, y que fueron analizadas posteriormente en el laboratorio, entre enero y julio de 2017, podrán aplicarse para la recuperación de otros enclaves. «Por ejemplo, en la Región existen numerosas zonas agrícolas abandonadas que presentan una pobre cobertura vegetal y que necesitarían actuaciones como las que proponemos para renaturalizarlas y evitar la pérdida de suelo y la erosión», concreta la directora del proyecto.
Cuando estas aves alivian sus intestinos en un ecosistema, están bombardeándolo al mismo tiempo de vida
El trabajo es fruto de una convocatoria de investigación de la Autoridad Portuaria de Cartagena, a través de su Cátedra de Medio Ambiente en colaboración con el Campus Mare Nostrum, a la que la propuesta del grupo de la UMU optó y ganó. «Nos pareció que el entorno del Puerto de Cartagena era merecedor de un estudio de este tipo por la singularidad de sus comunidades vegetales, entre otros motivos», afirma De la Rúa.
Las lecciones aprendidas en la investigación podrán aplicarse en la recuperación de otros enclaves
El carácter integrador del trabajo es una de las bazas que les permitió ganar la financiación, ya que además del estudio de las comunidades de dispersores de semillas, también se centra en los polinizadores y la variabilidad genética del arto o espino cambrón ('Maytenesus senegalensis'), una especie de planta representativa del hábitat 5220 sobre el que se ha desarrollado el proyecto. Este código se refiere a matorrales deciduos, predesérticos, propios del Sureste ibérico semiárido (Alicante, Murcia y Almería), de acuerdo con el 'Manual de interpretación de los hábitats de la Unión Europea', de 2003. La ficha sobre este hábitat que dedica la publicación de 2009 'Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España', promovida por el entonces Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, apunta que son entornos que «debieron ocupar la mayor parte de las ramblas desde la base de las montañas hasta el mar, pero su pequeña área de distribución natural original se ve hoy muy reducida por la destrucción sufrida, entre otras cosas, por la implantación de cultivos bajo plástico».
Antes de la iniciativa alentada por la financiación del Puerto de Cartagena ya existían otros grupos de investigación interesados en los procesos de dispersión de semillas realizados por animales, por ejemplo en la Estación Biológica de Doñana, en la Universidad de Jaén y en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de Mallorca. La novedad del proyecto acometido por el grupo de la UMU es que, «hasta donde sabemos, no había ningún trabajo que estudiase el papel de los animales frugívoros como dispersadores de semillas en el hábitat de interés comunitaria 5220» de la Región de Murcia». De la Rúa la describe como un hábitat que tiene «una distribución muy restringida en la Unión Europea, de hecho en la Europa continental solo aparece en el Sureste de la Península Ibérica en zonas cercanas a la línea de costa». Se trata, añade, de zonas «muy afectadas por el desarrollo de actividades industriales, agrícolas y urbanísticas, lo que ha provocado que su distribución esté claramente en regresión».
La investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista internacional 'Peer' y se ha recogido en parte en el Trabajo Fin de Máster en Áreas Protegidas, Recursos Naturales y Biodiversidad en la Facultad de Biología de la UMU por Diana Carolina Acosta Rojas, centra en las aves el grueso de la dispersión de semillas que realizan los animales en el área de estudio. Entre ellas destacan el Zorzal charlo ('Turdus viscivorus'), aunque en ningún caso es una labor que lleven a cabo las gaviotas y otras aves marinas que abundan en la zona, por su alimentación. «En cuanto a los mamíferos, dispersaron muy pocas especies nativas», explica Vicente Martínez. De hecho, se han revelado como «principalmente dispersores de especies cultivadas por el hombre».
De momento, y en síntesis, el trabajo ha desentrañado el ciclo que sigue la regeneración de las plantas en estas zonas con ayuda de los pájaros durante un año, que es el tiempo limitado por la convocatoria del Puerto de Cartagena. «Sería interesante analizar un período más largo», añade De la Rúa. De esa manera se podría comprobar «si esta dispersión de semillas por aves se ve reflejada en el establecimiento de plántulas para verificar que esta medida realmente pueda tener un impacto en la regeneración de este hábitat». Es decir, se demostraría si el plan sirve para ganar la guerra al impacto humano sobre el medio ambiente en estos ecosistemas, y no solo la batalla inicial.
Las señales de victoria de la primera batalla las han dado evidencias como la dispersión de semillas de plantas alóctonas que ha quedado registrada de especies como, por ejemplo, la palmera ornamental 'Phoenix roebelinii'. La guerra en cambio aún no está ganada, siguiendo el mismo símil, porque «no contamos con suficiente información para cuantificar el efecto que puede tener este hecho sobre la flora nativa». De momento, «esta primera observación alerta de un proceso ecológico que merece la pena investigar con mayor detalle». Pero «hay que realizar estudios que abarquen varios años para asegurarnos de que registramos la mayoría de las interacciones entre los animales y las plantas».
Y además, continúa la investigadora, «estamos muy interesados en diseñar y testar protocolos de actuación que nos permitan aprovechar el papel de los animales dispersores de semillas como agentes de restauración del hábitat». Para poder hacerlo habrá que librar previamente otra guerra, pero ya no en campo abierto, sino en los despachos y entre el papeleo burocrático. Esa es la vía para obtener más fondos que den continuidad al proyecto «Estos estudios requieren una financiación muy superior a la que se obtuvo para este trabajo». De la Rúa es consciente de que no es una tarea sencilla: «Hay que tener en cuenta que actualmente el sistema científico español afronta enormes dificultades con unos presupuestos ínfimos que hacen muy difícil poder desarrollar este tipo de proyectos tan ambiciosos.
Sin embargo, desde el equipo esperamos encontrar la oportunidad para seguir implementando estas líneas de investigación en el futuro». Esa oportunidad puede llegar con ayuda de la Administración autonómica. «Estos temas deberían ser abordados a través de una estrategia regional con la implantación de las diferentes administraciones», reclama la experta.
Un refugio de especies y alivio contra la aridez
La ficha '5220 Matorrales arborescentes con Ziziphus', como se denomina el capítulo de la publicación del Ministerio de Medio Ambiente 'Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España', dedicado al tipo de entorno donde se ha desarrollado este trabajo, explica que «son comunidades espinosas, intrincadas, formadas por especies con hojas pequeñas, mayoritariamente decidua que crecen en la estación seca, dominadas por arbustos de unos tres metros de altura distribuidos en el espacio de forma agregada, formando islas de vegetación. Son matorrales muy interesantes por la abundancia de taxones de origen tropical o subtropical, o relictos de condiciones climáticas pretéritas, como 'Ziziphus lotus', 'Periploca angustifolia subsp. Laevigata', 'Lycium intrincatum', 'Maytenus senegalensis subsp. Europaea', 'Asparagus stipularis', 'Withania frutescens', etc., muchas veces de distribución predominantemente africana septentrional».
Se trata, añade el texto, de «formaciones muy interesantes para la fauna y flora, no solo por sus frutos carnosos, sino porque estas islas de vegetación arbustiva enriquecen el suelo y crean en su interior un microhábitat que suaviza las condiciones secas y tórridas del entorno, sirviendo de refugio a numerosas especies de plantas, roedores, reptiles y aves», como el colirrojo tizón de la imagen ('Poenicurus ochruros').
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