Denuncian la aparición de peces muertos en la acequia Aljufía
Huerta Viva achaca al corte de agua, que se ha prolongado más de un mes, la desecación de las pozas en las que se refugia la fauna
La acequia Aljufía amanecía este fin de semana plagada de barbos muertos, un pez autóctono en declive por la competencia con especies invasoras. Esta imagen supone un duro golpe para la recuperación ambiental de los cauces de la red hidráulica de la Huerta de Murcia, que estaba recobrando su fauna dulceacuícola gracias a la mejora de la calidad de las aguas del río Segura, como están constatando los estudios y muestreos que realizan desde hace varios años biólogos de Columbares y Medio Natural. «El pasado 26 de octubre la Junta de Hacendados cortó el agua en las dos acequias mayores Aljufía y Barreras con la intención de reparar varios tramos de muros de mampostería. La duración de las obras suponía el corte de agua durante un mes, algo que ha provocado la desecación de las pozas donde se refugia la fauna», explican desde Huerta Viva.
La asociación en defensa de la Huerta de Murcia cree que «se trata de un tiempo excesivo sin agua, y que para la ejecución de las obras no se ha tenido en cuenta la fragilidad de este ecosistema. A la semana, aproximadamente, el agua de las pozas comienza a descomponerse, provocando una falta de oxígeno que termina con la vida de los peces», explican desde la asociación, que temen que este episodio haya afectado también a los ejemplares de anguila que se empezaban a detectar en estos cauces. Y consideran que esta falta de agua ha agravado «el mal estado en el que se encuentran las pozas, con gran cantidad de basuras y escombros, y los vertidos de aguas residuales que, en pleno siglo XXI, muchas viviendas siguen echando a las acequias».
Con la mejora de la calidad del agua, los muestreos realizados por Columbares en el río, en las acequias y en los azarbes han constatado, desde hace unos años, la presencia de especies autóctonas como el barbo gitano o del sur, el galápago leproso o la anguila, esta última en peligro crítico de extinción a nivel mundial. «Una actuación de este tipo, con una alta mortalidad de fauna, supone un grave retroceso en la recuperación del ecosistema de la red de regadío tradicional. Aunque no se ha podido contabilizar, es de suponer que gran parte de los peces y anguilas de las dos acequias mayores y menores de la huerta oeste hayan muerto».
Huerta Viva recuerda que este tipo de obras no pueden realizarse sin tener en cuenta la fauna que habita los cauces, por lo que exigen la puesta en marcha de un protocolo que evite la muerte de la fauna. «Hace unos meses solicitamos a la Confederación Hidrográfica del Segura que tuviera en cuenta un caudal mínimo constante en las dos acequias mayores, de manera que los peces, anfibios y reptiles que habitan en ellas puedan sobrevivir». Una medida que no se ha puesto en práctica en esa ocasión.