La agricultura ecológica como alternativa

JOSEFINA CONTRERAS GALLEGO

Martes, 15 de marzo 2022, 21:25

Apesar del importante aumento de los rendimientos agrícolas registrado en los últimos años y de los avances en el campo de la sanidad vegetal, el ... porcentaje de pérdidas en cultivos provocado por las plagas, enfermedades y malas hierbas sigue siendo muy elevado (hasta un 40%). Factores como el cambio climático y las actividades humanas están alternando los ecosistemas, están disminuyendo la biodiversidad y están creando condiciones para que las plagas puedan prosperar. Además, los viajes y el comercio internacional, que se ha multiplicado en la última década, pueden contribuir a propagar rápidamente las plagas y enfermedades por todo el mundo.

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Considerando que el mundo debe alimentar a la población creciente, la producción agrícola debería aumentar un 60% para el 2050, según la FAO, y esto solo va a ser posible si se disminuyen las pérdidas.

Para ello, tradicionalmente se han utilizado los métodos químicos, porque tienen la ventaja de que mantienen la producción de alimentos y reducen sus costos. Sin embargo, durante muchos años se ha estado abusando de los plaguicidas y se han generado problemas como la contaminación del medio ambiente, la pérdida de biodiversidad, la acumulación de sus residuos en las cosechas, los riesgos para la salud humana y la creación de resistencias en las plagas a las que van dirigidos.

Muchos agricultores están dispuestos a hacer el cambio y llevar a cabo estas prácticas, pero deben comprobar que es factible y rentable

Esto preocupa cada vez más y hay una gran sensibilización de una gran parte de la sociedad para reducir su uso y tender hacia una agricultura sostenible. También las políticas europeas como el Pacto Verde, que con las Estrategias 'De la Granja a la Mesa' y 'De Biodiversidad', pretenden reducir el uso de los plaguicidas químicos en un 50% en el horizonte del año 2030 con respecto al año 2020 y aumentar la superficie cultivada en producción ecológica al 15%.

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En este contexto, es de esperar que la agricultura ecológica, que excluye el uso de productos químicos de síntesis, se desarrolle bastante más en los próximos años como parte de la solución a la pérdida de biodiversidad y a la producción de alimentos sostenibles y sanos con menos insumos (fertilizantes y plaguicidas).

Sin embargo, la reducción de insumos lleva en muchas ocasiones a pérdidas de producción provocadas por la menor aplicación de nutrientes y por la falta o el desconocimiento de los métodos eficaces para el control de plagas.

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El agricultor ha hecho y sigue haciendo esfuerzos por adaptarse a los nuevos tiempos y normativas. Pero se encuentra en una situación de incertidumbre. Cada vez son menos las herramientas eficaces de que dispone para la protección de sus cultivos y desconoce la eficacia de algunas prácticas permitidas por no estar probadas. Se enfrenta además a un alto precio de la energía, del agua y materias primas y los bajos precios de venta en campo, entre otros.

Muchos están dispuestos a hacer el cambio y llevar a cabo prácticas de cultivo de agricultura ecológica, pero deben ser comprobadas como factibles, razonables y rentables para el agricultor, pues es al final quien decide. Requieren una planificación acorde con cada situación concreta, un impulso y promoción mediante asesoramiento y un fomento mediante incentivos económicos o fiscales, así como un seguimiento, un control y una evaluación.

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Por desgracia hoy, con la guerra en Ucrania y la amenaza de una tercera guerra mundial, demandar que se fomenten los esfuerzos para el desarrollo de la agricultura ecológica como alternativa a los problemas ambientales de la agricultura convencional parece una nimiedad. Ojalá que la situación de crisis bélica no repercuta en la protección ambiental y este objetivo siga teniendo sentido.

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