Juan Pedro Martínez Lajara: «No se da abasto para reutilizar tantas cosas como se fabrican»

Parte de su trabajo, en el que se incluye robótica educativa y divulgativa, se muestra cada año, desde hace diez, en la Semana de la Ciencia, con la Fundación Séneca (Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia), y en el Campamento Científico con el que la Universidad de Murcia trata de acercarse a los estudiantes de Secundaria. En 2010 fundó una asociación de circo y artes escénicas y cinco años después creó El Revuelo, un espacio de tiempo libre singular y muy imaginativo, como todo lo que rodea a este creador. Lo suyo sí es un juego y cosa de niños, por eso se lo toma tan en serio, como refleja su semblante espigado y grave, y siempre afable.

–Es especialista en desarrollar juegos de ingenio a partir de materiales reutilizados. ¿Cuántas cosas cree que acaban en la basura y que, sin embargo, podrían ser reconvertidos para tener una segunda vida?

–Muchas. Creo que la mayoría de ellas se desechan porque ya no cumplen la misión para la que fueron creadas, pero se podrían reutilizar en otra cosa. Aunque hay que tener en cuenta que todo tiene un límite y no se da abasto para reutilizar tantas cosas como se fabrican

–Esto a nivel doméstico. A un nivel mayor, como sociedad en su conjunto, ¿nos pasa lo mismo? ¿Desperdiciamos demasiadas cosas que podrían aprovecharse? Como cuando se derriba un edificio antiguo en vez de darle un nuevo uso.

–Si esto sucede a nivel doméstico evidentemente revierte directamente en la sociedad. A nivel industria se desechan muchas cosas, pero el ritmo social lo exige. Se desperdician muchas y se aprovechan muchas otras. Los centros de tratamiento de residuos se centran en destruir para volver a fabricar en lugar de reutilizar lo que ya hay

–En las actividades que organiza suele buscar la interacción entre padres e hijos. ¿Cree que ahora nos falta más comunicación entre generaciones?

–Comunicación sí hay, pero quizás debería ser más eficiente y empática para intentar ponernos en el lugar de las otras generaciones.

–¿Somos conscientes del mundo que estamos dejando a nuestros hijos?

–De algún modo sí, aunque quizás no en el grado que sería necesario.

–¿Qué nos falta por hacer para asegurarnos de que van a ser mejor que nosotros?

–Nuestros hijos van a ser mejor que nosotros, al menos van a entender mejor la sociedad que están construyendo.

–¿Qué nos pueden enseñar a nosotros?

–Muchísimo. Con su visión parcial de las cosas, porque aún no conocen ciertos aspectos, nos pueden hacer verlo todo de otro modo, de una manera menos complicada de como hacemos en el mundo adulto.

–El cuidado del planeta es un tema cada día más recurrente. ¿Cree que vamos a mejor en este ámbito, o en realidad nos estamos despreocupando?

–La preocupación existe. Pero no sé si se actúa con suficiente empuje y honestidad en ese sentido. Eso cada uno lo sabe si se para a pensarlo.

–¿De qué es síntoma lo que ha ocurrido con el Mar Menor?

–Es una pregunta compleja. Se podrían ver muchos síntomas según el punto de vista desde el que se mire. Yo creo que en la actualidad hay una actitud cobarde. Se juega a esto no es mío y paso la pelota. Hay muchos actores implicados y tiene difícil solución si no se actúa de un modo contundente.

–¿Qué espacio natural de la Región le invita mejor a hacer volar su imaginación?

–Sierra Espuña me inspira mucho. Y el sonido del mar me hace transportarme a lugares de mi imaginación muy satisfactorios.