El Plan de Calidad Institucional de Feijóo propone seguir y regular «la huella legislativa» de los 'lobbies'
PP y PSOE se enzarzan en un toma y daca sobre la corrupción, con el líder de los populares intentando blindarse ante el 'efecto Montoro'
El 23 de enero de 2023, Alberto Núñez Feijóo protagonizó un acto llamado a dotar de campanillas a su programa político en un escenario en ... el que resuenan desde 1812: el Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, cuna de La Pepa, aquella Constitución liberal que pretendía abrir las ventanas de la España hermética. Allí, el presidente de los populares desgranó las pautas de su Plan de Calidad Institucional, la respuesta de «regeneración» ante «el nepotismo, la arbitrariedad y la opacidad del sanchismo». En la página 15 de ese documento puede leerse la propuesta del hoy primer partido del país para regular los 'lobbies' y su «huella legislativa». O lo que es lo mismo; establecer «una ficha pública para cada proyecto o proposición de ley en la que se señale quién intermedió o negoció durante el proceso, quién enmendó y quién votó, dejando constancia real de los procesos de influencia» sobre cada texto normativo.
Publicidad
Resultaba inimaginable la nueva luz que iba a imprimir a ese párrafo la imputación de Cristóbal Montoro, el ministro de los dineros de Hacienda con José María Aznar y Mariano Rajoy, una tarde de este convulso julio en la esquina de un juzgado de Tarragona. PP y PSOE están de acuerdo en que ya toca reglamentar el papel de los 'grupos de interés', pero los de Feijóo se abstuvieron en junio en la tramitación de la reforma del Reglamento del Congreso al respecto impulsada por los socialistas al considerar que estos, acuciados por la corrupción, no están legitimados para abanderar mejoras en la transparencia. Y aún no había reventado el 'caso Cerdán', cuyo eco ha quedado opacado momentáneamente por la fuga de petróleo que representa la acusación contra Montoro de haber amañado leyes a cambio de prebendas de empresas, vehiculizadas a través de Equipo Económico. El bufete –el 'lobby'– que montó el exministro en el lapso en el que no lo fue entre el gabinete de Aznar y el de Rajoy.
Desde que estalló la nueva bomba de la corrupción política, el PP se ha afanado en subrayar que Montoro no forma parte del equipo de Feijóo a diferencia de lo que le ocurre a Sánchez con Cerdán y con su propio exministro, José Luis Ábalos; a modo de espejo, el PSOE se ha colgado de la nueva causa anidada en la sigla de su rival para coger aire después de un mes infernal e interpelar a Feijóo ante –en enfática expresión ayer de la nueva secretaria de Organización socialista, Rebeca Torró– «un escándalo como nunca hemos visto en España». «Que el PSOE busque empatar tras las diferentes tramas de corrupción que le afectan dice muy poco de los estrategas de Ferraz», rebatieron en el equipo de Feijóo ante las acusaciones de sus oponentes de que la putrefacción es estructural en el PP y antes de que Feijóo tendiera un cortafuegos frente a la toxicidad que desprende Montoro con su «Lo que haya que investigar, que se investigue».
Los presuntos ilícitos del exministro, el hombre que, entre otras cosas, estuvo en la transición al euro, en la respuesta a la Gran Recesión y en las negociaciones con el PNV sobre la singularidad fiscal vasca –'Montoro, el foralista'–, interfieren en la estrategia de propulsión del líder del PP hacia La Moncloa. Y cuestionan la diatriba contra Sánchez de Aznar y de Rajoy –más encendido el primero que el segundo– en el congreso de cierre de filas del partido de hace dos semanas. Con un añadido no menor en la trastienda, que es el revuelo en el gallinero interno de los agravios latentes y las desavenencias de largo recorrido. Esas que destila en su último libro Esperanza Aguirre, que, entre críticas a Rajoy, ironiza por sus subidas de impuestos sobre «el socialista» Montoro, de quien ahora se ha destapado que espió las cuentas de la expresidenta madrileña.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión