«A veces te entran ganas de llorar»
Héroes cotidianos ·
Esther Écija. Auxiliar de clínica que reparte alimentos y medicinas en su tiempo libre con Cruz Roja«Hay llamadas que te ponen al límite. A veces te entran ganas de llorar», reconoce la ceheginera Esther Écija, una auxiliar de clínica de 37 años que divide su tiempo entre el trabajo como sanitaria de quirófano y los programas de voluntariado de Cruz Roja, donde desde hace un mes y medio se vuelca para ser una de las manos que no dejan ahogarse a los más débiles de la crisis del coronavirus. Sus años como profesional la han curtido en situaciones difíciles, pero lo que no han conseguido remover las operaciones, lo han hecho las palabras de las personas que descuelgan el teléfono para pedirle ayuda y le cuentan situaciones completamente desesperadas. Ella es una de esas voces que contestan al otro lado en el Centro de Operaciones Autonómico de Cruz Roja en la Región de Murcia (COA). Lo hace con su voz amable. Una voz que a veces se le quiebra un poco antes de recomponerse para ofrecer soluciones.
«El otro día atendí la llamada de una chica que me decía que estaba viviendo por la zona de San Javier, y tenía a sus padres fuera, en Almansa. Me dijo que estaba sin trabajo, y que tenía un niño de un año y necesitaba ayuda. Claro, tampoco se podía desplazar a casa de sus padres, porque no dispone de un permiso para poder hacerlo. Me llamó llorando, diciéndome que no tiene comida ni para su hijo. Eso te rompe el corazón. Da mucha pena. Dentro de lo que nosotros podemos ayudar, intentamos solucionar todo ese tipo de situaciones. Y si no podemos hacerlo directamente, buscamos alguien que lo haga», explica Esther.
Hasta hace un mes, su colaboración se centraba en el departamento de Socorro y Emergencias, «pero viendo que necesitaban voluntarios para ayuda con alimentos, me metí también en otro programa que se llama 'Responde'». Ahí se encarga de repartir alimento a las familias que lo necesitan o ver si hay que llevarle medicación a alguien. Otro de los motivos es que la llegada del confinamiento por el coronavirus redujo drásticamente las necesidades en emergencias. «Hay menos accidentes y ya no había actos preventivos que hacer: ni carreras populares, ni eventos, ni nada donde se requieran hospitales de campaña, que es lo que yo hacía mucho antes. Y claro, si nos necesitan para ayudar en otra cosa, todos los que podemos, nos ofrecemos para ir, y eso es lo que ha pasado con la crisis del coronavirus».
«El otro día llamó una chica diciendo que está sin trabajo, con un niño de un año y sin comida. Te rompe el corazón»
También han cambiado las exigencias en su trabajo. «Ahora voy solo dos días a la semana para atender las urgencias», apunta. «Todo ese tiempo libre me empujó a ayudar más». Ahora, cuando no está repartiendo alimentos o medicamentos, sigue con las llamadas.
Ayuda a domicilio
«Hay mucha gente que se ha visto afectada por los ERTE y que está en una situación desesperada, personas que no tienen recursos, familias sin nadie que les pueda ayudar, gente que está en aislamiento y no puede salir a la calle a comprar, y muchas personas mayores y enfermos crónicos que son gente de riesgo y necesitan que les eches una mano para su medicación o su abastecimiento de comida. Estamos pendientes de todas esas personas que nos necesitan», afirma Esther.
Su llegada al voluntariado fue a través de su padre. «Está jubilado y es voluntario desde hace tiempo. Me animé de tanto verle –dice–. Siempre está haciendo un montón de cosas y colaborando en todo lo que sale. Como yo tenía algunas mañanas libres con el trabajo, dije: 'Pues voy a intentar poco a poco ir colaborando en lo que pueda'. Ya no he parado».