Las tres huellas que deja Teresa Ribera en la Región de Murcia

La expectativa está puesta ahora en conocer a su sustituto o sustituta, con el convencimiento por parte de muchos de que no habrá cambios sustanciales en la política de agua, las medidas para recuperar el Mar Menor y, por extensión, la estrategia de transición energética desplegada estos años por Ribera y su lucha contra el cambio climático. Su candidatura la iba a ratificar hoy el Comité Federal del PSOE, junto a la lista en la que posiblemente irá el socialista murciano Marcos Ros, pero el trámite ha quedado retrasado al martes por la crisis generada por Pedro Sánchez.

Los regantes del Trasvase y el sector agro en general no lamentan su marcha, aunque no se sienten aliviados debido a la herencia que deja Ribera en materia de agua, con el futuro incierto del Trasvase Tajo-Segura, pendiente de las nuevas reglas de explotación mientras vuelven a aflorar las tensiones territoriales. «En el tema del agua sobra ruido y testosterona», declaró a LA VERDAD.

Bajo su mandato, la ministra no ha solucionado el déficit del Segura ni ha proporcionado más agua a la Región, a expensas de que se amplíe la producción de agua desalada en el horizonte de 2026; una ampliación prevista con anterioridad. El plan del Tajo y la subida de caudales ecológicos, que acarreará un recorte al Trasvase de 70 hectómetros anuales, es una cuestión inamovible, salvo que el Tribunal Supremo diga lo contrario con los recursos presentados. Lo que también ha sacado de quicio a los regantes han sido los trasvases recortados por Ribera en el Nivel 3 de excepcionalidad hidrológica. Nada extraño considerando que la ministra dijo desde el primer momento que los trasvases debían ser algo excepcional. El presidente del Scrats, Lucas Jiménez, sostiene que han primado las consignas políticas sobre las técnicas, mientras que la consejera Sara Rubira ha calificado de «nefasto» el legado de Ribera.

Frente a eso, el PSRM-PSOE ha defendido a capa y espada los planteamientos de la ministra sobre el descenso de aportaciones por los efectos del cambio climático, por lo que hay que apostar por la desalación. Ello pese a que José Vélez intentó sin éxito frenar el recorte del Trasvase. Una maniobra de Ribera de última hora, en alianza con García-Page, echó por tierra un acuerdo propiciado por su propio equipo para atemperar los efectos del Plan del Tajo.

Con la recuperación del Mar Menor, Ribera ha cosechado un ejército de partidarios entre las organizaciones ecologistas, principalmente ANSE, colectivos vecinales y plataformas ciudadanas, junto a gran parte de la comunidad científica. Su implicación ha sido total, con numerosas visitas a la laguna, dos de ellas este mismo año, la última la semana pasada. Mientras que Vox presiona al PP para cambiar la ley del Mar Menor, López Miras y la ministra han firmado la paz para trabajar de forma coordinada, dejando atrás seis años de disputas y críticas recíprocas, con un lenguaje afilado de por medio. «Lo que está pasando en el Mar Menor sí que es terrorismo ambiental», llegó a decir, reprochando al Gobierno regional su escasa implicación. La Comunidad, a su vez, le echó en cara los escasos avances de las medidas y la continua entrada de nutrientes en el Mar Menor a través del Albujón.

Ribera se ha despedido comprometiendo otros 200 millones de euros para la recuperación del Mar Menor, para alcanzar los 675. Lanzó su programa de actuaciones prioritarias tras un tiempo de 'impasse' en el que modificó el diseño inicial del plan de 'vertido cero' que había aprobado previamente. Sus medidas basadas en la naturaleza se han impuesto finalmente y pueden experimentar este año un avance importante. Ocho años después de la 'sopa verde' y de activarse las alarmas, la laguna aún está lejos de su recuperación.