El veterinario Fernando Escribano y la bióloga Isabel Padilla, cogiendo las tortugas para pesarlas. Nacho García

Así se mima a las tortugas bobas que nacen en las playas de la Región de Murcia: «Son como nuestros chiquillos»

Esta especie, muy vulnerable y en peligro de extinción actualmente, precisa protección en sus primeros meses de vida para sobrevivir en el mar más adelante. En el Imida trabajan para ayudarlas en su crecimiento

Lía Guillén

San Pedro del Pinatar

Sábado, 27 de septiembre 2025, 07:50

En las instalaciones del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), en San Pedro del Pinatar, hay 54 tortugas bobas de ... pocas semanas de vida. Esta especie se encuentra en peligro de extinción y, debido a esto, muchas de las que nacen a orillas del Mediterráneo son criadas en cautividad durante unos meses para asegurar su supervivencia. A finales de agosto, eclosionaron 43 huevos en la playa de Negrete en Calblanque y otros 22 en Cala Reona, en Cartagena. Sin embargo, en la naturaleza sus posibilidades de sobrevivir son escasas: solo 1 de cada 1.000 tortugas llega a la edad adulta, según la Fundación CRAM. Por eso, todas estas crías pasan por un programa que busca proteger la especie 'Caretta Caretta', muy vulnerable.

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El programa de conservación, llamado 'Headstarting' y nacido para proteger las tortugas boba, se desarrolla a nivel regional en las instalaciones que tiene en las Salinas de San Pedro el (Imida). Este proceso consiste en la recolección de los huevos de los nidos y su incubación; la eclosión de los mismos; el traslado al centro de recuperación y su liberación. Ahora, estas tortugas del Imida se encuentran en la fase de la cría en cautividad, que durará unos 10 meses, hasta conseguir que el animal alcance un kilo, para que así los depredadores no puedan cazarlos.

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Galería de imágenes. Nacho García

El peso y tamaño es importante para la supervivencia de esta especie, ya que «la más pequeña pesa menos de doce gramos y si son mandadas ahora al mar se las comen», explica el veterinario Fernando Escribano. Este profesional del centro de recuperación de fauna El Valle y su compañera Isabel Padilla, bióloga del programa 'Territorio Tortuga', son los encargados de cuidar diariamente las crías: 20 de ellas se marcharán en octubre al Acuario de Gijón, quedándose 34.

Estos profesionales han seguido su crecimiento desde que encontraron los huevos, hasta la actualidad y lo harán hasta su liberación. Por lo tanto, el veterinario relata que: «Ya son como nuestros chiquillos». La bióloga explica que normalmente no le da pena cuando se van al mar, ya que ella «las prefiere liberadas». Para ella, es un «momento de mucha alegría», cuando después de tantos meses de trabajo estos animales vuelven sanos a su hábitat natural: «La mejor parte siempre es la liberación de los animales, porque eso supone que hemos hecho bien nuestro trabajo», confiesa el veterinario.

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Fernando Escribano, veterinario, alimenta a cuatro tortugas en un tanque de agua del Imida. Nacho García
Ejemplar de tortuga boba de apenas 19 gramos. Nacho García
Las crías reciben un cuidado muy especial en las instalaciones del Imida. Nacho García
Varios ejemplares de tortugas bobas. Nacho García
Isabel Padilla y Fernando Escribano, durante el pesaje de los ejemplares. Nacho García

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En este centro de San Pedro, las tortugas se encuentran en tanques de agua, en pequeños grupos y numeradas, para poder seguir su estado detenidamente. Allí, son pesadas y alimentadas por los profesionales. Cuando el programa llega a su fin y los ejemplares son liberados, se les coloca un dispositivo por satélite para controlar sus movimientos y su adaptación al entorno.

Sin embargo, no pueden controlar lo que las tortugas se van a encontrar después: la contaminación y la basura que se encuentran en las aguas son las principales causas de muerte o de lesiones de estos animales marinos. Según Escribano, «la mayoría de los ingresos que tenemos en el centro de recuperación, ya sean pequeñas, grandes o medianas, son por quedarse atrapadas entre las mallas de las redes. Y todas tienen plásticos dentro, todas comen plástico». Por ejemplo, una de las tortugas que soltaron el año pasado, apareció en Cullera enredada en un saco de rafia, y por culpa de eso perdió una de sus aletas. «Se había adaptado muy bien, pero la basura les afecta muchísimo», explicaba Fernando Escribano.

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