Una bajamar más acentuada hace caer las capturas invernales del Mar Menor
La venta de pescado descendió en enero un 76% con respecto al mismo mes de 2020, sin contar la anguila
Los pescadores lo llaman las 'secas' de Pascua, 'menguas' o las calmas de enero. Y son tan inevitables como mal recibidas, porque acentúan la escasez ... de pesca que suele atenazar el ánimo del sector pesquero del Mar Menor cada invierno. De hecho, el pasado enero se vendieron en la lonja 11.847 kilos de pescado, lo que supone un 76% menos que el mismo mes de 2021 y un 29,5% menos que en 2022, sin contar la anguila, que no pasa por la subasta, ya que las 25 toneladas de cupo se venden a un único comprador a precio cerrado. Incluso la cantidad de anguilas, especialmente abundante en la laguna, bajó en el primer mes del año.
Esa bajamar, que todos los inicios de año deja al descubierto unos palmos más de tierra en la orilla del Mar Menor, este año se ha acentuado de manera inesperada. «Ha habido una anomalía de altas presiones para lo que es habitual, de unos 9 hectopascales de más», aclara Luis Bañón, del Centro Meteorológico de Murcia. «El anticiclón ha persistido durante 20 días de febrero sobre el Mediterráneo y se ha unido al viento de levante de cierta intensidad que provoca un efecto de arrastre del agua», explica el meteorólogo, aunque advierte de la influencia de la proximidad del sol y la luna en las mareas y, sobre todo, de «las complejas corrientes de intercambio de agua en las golas entre el Mar Menor y el Mediterráneo».
La presión atmosférica aumenta, y empuja la superficie marina, que puede bajar entre 20 y 40 centímetros. Este año los pescadores ven la bajada del mar aún más pronunciada, al punto que Isabel Rubio, autora del blog de divulgación marina marmenormarmayor.es, ha comprobado cómo la bajamar ha dejado al descubierto orillas de La Manga por las que habitualmente no puede caminar por la presencia de casas particulares. «Comunidades que habitualmente viven debajo del agua, se quedan en seco, como las 'Cerithium scabridum', unas caracolas de concha delgada y terminada en punta, que han quedado al descubierto bajo la pasarela del club náutico de Los Alcázares», explica.
Colonias
Según el doctor en Biología Julio Mas, uno de los mayores conocedores del Mar Menor, «hay días que el fenómeno se acentúa en función de las altas presiones». Se suman, como siempre en la naturaleza, otros factores que son cambiantes. «Influye si hay más o menos salida de agua al Mediterráneo, porque los mares no siempre están equilibrados», explica Mas.
El científico señala sobre todo que «la proximidad de la luna incide en la gravedad de la tierra y hace que el agua baje o se levante». De hecho, apunta al «interior magmático e incandescente de la luna, similar al de la tierra, que influye en las mareas». Su efecto en la fauna y la flora del Mar Menor depende de cada especie. «Las lapas pueden quedar al descubierto, y la desecación puede ser un problema si se prolonga, pero otras especies como los cangrejos, bajan hacia el agua», afirma.
Una singularidad del Mar Menor, que destaca Mas, es su irregular profundidad, ya que «se aprecia más en la cubeta sur la influencia del viento de levante, que mete agua en la laguna y la inclina, pero cuando sopla lebeche, acumula agua en La Manga y deja en seco la orilla de Los Urrutias». Para el científico, «es un fenómeno natural, pero lo que no es natural es la concentración de nitratos en las zonas de costa». El verdín que se expande por las orillas y la cantidad de fango al descubierto son algunos de los síntomas.
Según el Centro Meteorológico de Murcia, los vientos serán más favorables a finales de esta semana, ya que entrará una borrasca con masa nubosa con la que soplará el poniente, que actuará con efectos contrarios a los de las últimas semanas, es decir, con un previsible arrastre de masas de agua hacia la costa sur de La Manga, dejando la orilla continental a un nivel más bajo.
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