Dos reyes, diferentes épocas. De izquierda a derecha, el Príncipe Felipe con una comitiva de altos mandos en la AGA en 1988. Al lado, su padre con el profesor de vuelo Miguel Prieto. AGA
La Princesa en la AGA

Álbum de recuerdos de los cadetes Borbón

Una menor atención mediática permitió a Juan Carlos I y a Felipe VI vivir como el resto de los alumnos de la Academia General del Aire. La Princesa Leonor sufre la lupa de las redes sociales

Domingo, 14 de septiembre 2025, 07:43

Hacer escapadas en moto o salir de bares por el entorno de la base militar son alicientes de la vida de cadete que vivieron el padre y el abuelo de la alumna Borbón Ortiz, pero que a la Princesa de Asturias se lo pondrán más difícil durante su curso en la Academia General del Aire y del Espacio.

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La formación militar de la Princesa Leonor transcurre bajo una lupa que ni su padre ni su abuelo conocieron. Mientras el rey Felipe VI y el rey emérito Juan Carlos I completaron sus etapas castrenses con una cobertura institucional y discreta, Doña Leonor lo hace en plena era digital, con cada paso seguido por medios, redes sociales y perfiles oficiales que documentan su evolución. Su presencia en la AGA no solo genera titulares, sino también contenido viral, comentarios en tiempo real y análisis que amplifican su papel como futura jefa de Estado. La diferencia no está en el uniforme, sino en el foco constante.

Alguna 'influencer' de internet ha llegado a contar en las redes sociales que la heredera podrá elegir entre tres menús dentro de la Academia, o que tendrá su propio avión Pilatus solo para su uso, con un equipo de personal de mecánicos que revisará celosamente el avión. Su padre y su abuelo no fueron víctimas de bulos tan virales, ni recibieron la presión mediática que sufre la heredera al Trono. De hecho, todo un anecdotario decora el paso de los dos monarcas por la base aérea de Santiago de la Ribera, donde la presencia de los príncipes llegó a ser algo habitual que los vecinos y comerciantes recibían con naturalidad.

El Emérito hizo sus escapadas en la moto Lambretta de Rafael Mellado, funcionario de la AGA que asignaron de secretario del entonces Príncipe de Asturias durante su estancia en el curso 1958-59. «Como los cadetes no podían conducir vehículos fuera de la base militar, el Príncipe convencía a mi padre para que lo llevara en la moto por Campoamor, con una tortilla de patatas que le pedía al de la cocina», cuenta Rafael Mellado, el hijo del que fue cronista de San Pedro del Pinatar.

Como en casa

«Aquí me siento como en casa», se le ha escuchado decir al Rey Juan Carlos en sus numerosas visitas a la AGA. La base militar de Santiago de la Ribera fue su hogar como parte de la undécima promoción de cadetes. Un 15 de julio de 1959, en la Plaza de Armas, recibió su emblema de piloto militar. Al margen de la solemnidad de la vida militar, en el entorno recuerdan que iba a comer patatas fritas a la pensión La Obrera y que le compraba dulces al 'Buzo', un personaje popular que los vendía en una cesta por las calles. Su repetida campechanía dejó una divertida escena con un tabernero local, que al verlo divertirse entre las risas de sus compañeros le dijo «¡éste qué va a ser príncipe!».

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En ese mismo curso, el cadete Borbón sobrevoló por primera vez el Mar Menor a los mandos de un Bücker E-38-174, pero con su instructor a bordo, ya que Franco no autorizó su 'suelta'. La última vez que visitó la AGA fue en julio de 2012. Con muletas, debido a sus problemas de cadera, caminó por la Plaza de Armas, bajo un sol implacable, con un rictus serio que se disipaba al gritar el 'rompan filas' tradicional, y ver las gorras volar por el aire, un ritual que se repite cada año.

Una de las anécdotas más recordadas en San Javier es la que protagonizó con Luis Ros, alcalde del municipio en los años setenta. Con los coros y danzas preparados, las pancartas reclamando un instituto para el pueblo y todos los poderes fácticos de punta en blanco, el regidor se enteró con desilusión de que el coche oficial ni siquiera pararía en San Javier. «Me marché al acto en la Academia, le entregué el bastón de mando, y me volví a la plaza», recordaba el regidor. «Sabía que querría ir a devolverlo», contó años después. Don Juan Carlos, sin saber qué hacer con la vara de mando, ordenó parar el coche en la plaza consistorial, donde lo esperaba la algarabía vecinal. El Emérito se entretuvo charlando hasta que su comitiva fue a rescatarlo.

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El cadete que quiso ver África

El entonces príncipe llegó a San Javier como un cadete más, aunque con un séquito de guardaespaldas que lo seguían a todas partes. El general Carrasco, quien fue su jefe de Vuelos y lo examinó, afirma que Felipe VI era un piloto sobresaliente. «Le puse muy buena nota porque es un buen piloto. He volado con él en varias ocasiones», asegura. Su instructor, el general del Ejército del Aire Vicente Cano, ha declarado en entrevistas que el Príncipe era «un alumno muy disciplinado, con mucha motivación, con unas aptitudes magníficas, un gran piloto».

Una de las anécdotas más destacadas de su paso por la AGA, sucedió durante uno de sus vuelos de entrenamiento. Felipe VI, conocido por su seriedad y disciplina, sorprendió a su instructor al sobrevolar las dunas de África a baja altura, algo inusual para un cadete. Según contó su profesor, «me llevé un buen susto cuando me dijo que quería ver de cerca cómo eran las dunas. Nos acercamos a menos de 30 metros. Nunca me había pasado algo así con un alumno».

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Otra anécdota, contada por el mismo instructor, ocurrió durante una de las maniobras de aterrizaje. El Príncipe, que ya tenía fama de perfeccionista, no estaba satisfecho con la maniobra y le pidió a su superior que le dejara intentarlo de nuevo, porque si no, no podría dormir esa noche, según contó el periodista José García Martínez, en su libro 'Mirlo 65. Felipe de Borbón echa a volar' (1990).

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