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Participantes caracterizados de zombies.

Muertos vivientes a la carrera

La II Runoween de La Ribera bate récord con 400 corredores contra zombies y trampas en la playa

A. Salas

Viernes, 31 de octubre 2014, 23:10

Los clásicos del terror en versión atlética. Momias corredoras, 'runners' sangrantes y veloces esqueletos participaron anoche en la carrera más pavorosa del año, la Runoween, que este año batió récord en su segunda edición con más de 400 participantes. Si salieron de sus tumbas, demostraron estar más vivos que muertos los atlétas que recorrieron los 5 kilómetros de terrorífico circuito, enfrentándose a zombies que salían al camino con sus cabezas atravesadas por cuchillos, trampas casi letales en la arena de la playa y obstáculos que superar.

A media tarde ya estaba plagada la avenida Sandoval de La Ribera de mutantes, muertos resucitados y las incondicionales brujas, aunque también se dejaron ver personajes deslumbrantes como una Maléfica bastante más aterradora que Angelina Jolie, alguna enfermera diabólica y varios carniceros sádicos. Los nervios comenzaron con la Runoween infantil, una versión reducida de la principal, que llevó a los más pequeños, disfrazados de harapientos zombies, a remontar pruebas como la del autobús fantasma, destartalado y varado frente a la playa, envuelto en una música de miedo y, lo que es peor, repleto de muertos vivientes con ganas de juego.

Los mayores tuvieron que enfrentarse a mayores peligros, como superar la montaña de neumáticos en la arena, atravesar gruesas tuberías y subir sobre un coche que, a buen seguro, ya no volverá a pasar la ITV. El reto consistía en terminar la carrera con, al menos, una vida de las cuatro iniciales, simbolizadas en las cuatro tiras de colores que cada corredor llevaba en la cintura. Ni qué decir tiene que los zombies traviesos trataban de robar las vidas a los participantes, que debían conservar al menos una para no ser descalificados en la meta.

La Concejalía de Deportes se empleó a fondo este año en enrevesar aún más la pruebas de la carrera de Halloween. El edificio cerrado del antiguo hospital Los Arcos, situado en primera línea de playa, sirvió como unos colmillos a un vampiro. Los corredores tuvieron que atravesar el edificio deshabitado, por una ruta marcada pero llena de trampas, duchas inesperadas, espectros malintencionados y otras sorpresas. Para el final del recorrido, les salieron al paso unos espíritus colgantes en el parque del Atalayón, que terminaron de curar de espanto a los corredores. Una noche inusualmente cálida para la víspera de Todos los Santos animó a los atletas a participar en una prueba deportiva única en la Región, pero también a los vecinos y turistas que se acercaron a animar a los deportistas y a presenciar el terrorífico espectáculo de momias a la carrera.

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