Rafa Guerrero: «El error más común es minimizar las emociones de los hijos»
El experto ofrece en Murcia consejos sobre cómo recuperar las rutinas en el inicio del curso: «Volver a adquirir horarios no es tarea fácil»
El psicólogo, investigador y divulgador Rafa Guerrero (Madrid, 1981), que cuenta con más de medio millón de seguidores en Instagram, ofreció ayer una ponencia ... dentro de la iniciativa 'Escuela de Familias' de la Consejería de Política Social, Familias e Igualdad, centrada en las estrategias para crear vínculos sólidos y saludables en el núcleo familiar, un asunto crucial que cobra especial relevancia en días turbulentos como los de la vuelta a la rutina.
–El inicio de curso suele ser un momento crítico para las familias, ¿qué consejos da a los padres para que afronten estas primeras semanas?
–Tenemos que ser conscientes de que venimos de un periodo largo donde los niños han tenido dinámicas muy diferentes a las que se afrontan en el curso. El principal consejo es mantener la calma y entender que volver a adquirir horarios, normas y rutinas no es tarea fácil. Hay que recordar que nosotros somos su puerto seguro. Eso implica que tenemos que ir poniendo poco a poco normas, pero manteniendo la calma, porque su estado psicológico depende de cómo estemos nosotros.
–¿Cómo se logra el equilibrio entre poner límites entre la disciplina y el bienestar emocional?
–Es uno de los objetivos más difíciles que tenemos. Nos encontramos con dos extremos. Por un lado hablamos de familias donde los límites son muy estrictos o muy rígidos, y luego nos encontramos con el modelo contrario: que a los niños no se les puede poner límites, que no se les puede coartar su libertad. Ninguno de los dos es sano. Hay que conectar con los niños y poner normas, pero con cariño, decir 'no' con respeto.
«Hay que recuperar las normas poco a poco y mantener la calma; el estado psicológico de los niños depende del nuestro»
–¿Cuáles son los errores más frecuentes que cometen los padres en la relación con sus hijos?
–Uno de los más comunes es no hacerse cargo de sus emociones y tratar de minimizarlas, muchas veces con buenas intenciones. Les pedimos que no lloren, que no se enfaden, que no estén tristes, y ellos no pueden controlarlo, igual que tampoco lo puedo controlar yo. Hay que legitimar la emoción en primer lugar, y luego, ya veremos cómo la gestionamos. Cuando el niño está desregulado, la función de un adulto tiene que ser darle protección, entenderle, cuidarle, y cuando se sienta protegido y con fuerza, permitirle que explore, que se mueva y se regule. Si manejamos bien el equilibrio entre esos dos conceptos: protección y autonomía, seguro que el niño crece con una autoestima sana y una buena capacidad de comprensión de sí mismo y de los demás, porque tiene un vínculo seguro con sus padres.
–Los dispositivos electrónicos están permanentemente a debate. ¿Cómo recomienda gestionarlos en los niños?
–Siempre recomiendo que por debajo de los seis años no haya un uso habitual de dispositivos tecnológicos. ¿Por qué? Porque los seis primeros años de vida el cerebro está en una fase clave del desarrollo. Y a partir de entonces, cuanto menos contacto haya, mejor. Porque al final, como dice Jonathan Haidt, las pantallas son inhibidores de experiencias. Cuanto más tiempo esté un adolescente metido en el mundo virtual, menos está presente en el mundo real y menos conectará con sus emociones y con los demás. Bajo ningún concepto podemos pasar más tiempo en el mundo virtual que en el mundo real, y esto, desgraciadamente, está pasando tanto con menores como con adultos.
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