«Queremos justicia. Eleazar no vino a España para morir»
La hermana del jornalero fallecido en Lorca por un golpe de calor asegura que fue a trabajar ese día «porque tenía que pagar el alquiler»
«Queremos justicia. Mi hermano vino a España para darle de comer a sus hijos, no para morir». A Anna, la hermana de Eleazar Blandón, el jornalero muerto el sábado de un golpe de calor en Lorca, se le parte la voz cuando recuerda los sueños con los que este nicaragüense de 42 años llegó a España y la realidad con la que finalmente tropezó. Única familiar del fallecido que reside en España, Anna trata ahora de batallar con los problemas existentes para lograr la repatriación del cuerpo de su hermano. «Yo lo traje a España», lamenta. «Y mi mamá me pide que haga lo posible por mandarle el cuerpo allá».
Publicidad
La familia de Eleazar, que se dejó la vida en una finca agrícola el pasado sábado, cuando los termómetros llegaron a alcanzar los 44,4 grados, clama justicia y denuncia las condiciones inhumanas que se dan en el trabajo en el campo. «Un día me llamó llorando: me llaman burro, me gritan, me dicen que soy lento», explica conmovida la mujer. «Me contaba que, de los hombres que vivían con él, no había ninguno que no llorase al volver del campo».
Noticia Relacionada
«Eleazar lloraba de impotencia cuando volvía del campo»
Las jornadas, según le explicaba Eleazar a su hermana, eran maratonianas. «Me decía que se iba antes de las seis de la mañana porque llegaba la furgoneta y que llegaban a las seis de la tarde», explica. Las duras condiciones del campo ya hacía días, lamenta, que le estaban pasando factura al jornalero. Dos días antes del deceso había sufrido un desmayo en la finca y el día anterior, según explica su hermana, ya había presentado síntomas de insolación y sufrido unas décimas de fiebre. «La mujer que le alquila el piso me contó que le dijo que se quedara en casa pero él le dijo que no podía porque tenía que pagarle el alquiler», relata.
El mismo sábado, en torno a las diez de la mañana, según explica Anna, Eleazar sufrió un desmayo en la explotación de sandías de El Esparragal, en Puerto Lumbreras, en la que trabajaba. «Le dijo a una amiga que lo había visto todo blanco, pero que se había recuperado y que se iba a meter en otra cuadrilla», relata. Esta familiar explica que Eleazar le contaba que en la explotación agraria no les proporcionaban agua y que él «no tenía dinero para comprarla». Asegura, además, que el capataz «les lanzaba polvo con la pierna».
Anna recuerda con especial dolor el trato que su hermano recibió el sábado, cuando se desplomó en el campo a causa de un golpe de calor. «Cuando llegó la furgoneta, alguien dijo que había que esperar a que terminasen todos de trabajar para aprovechar el viaje. Los subieron, dejaron a cada uno de los trabajadores y, por último, lo dejaron a él», recalca. «Lo tiraron en el centro de salud ya desmayado».
Publicidad
El trabajador ya llegó al hospital sin pulso y en parada cardiorrespiratoria
El jornalero Eleazar Blandón llegó al hospital sin pulso y en parada cardiorrespiratoria, y dio negativo en la prueba de la Covid-19. Así se recoge en el parte médico incorporado al atestado de la Guardia Civil de Águilas, en el que se indica también que el trabajador, de 42 años y natural de Nicaragua, entró en el hospital Rafael Méndez en coma y con livideces en sus miembros. Según indicaron fuentes de la investigación, fue sometido durante cuarenta minutos a un masaje cardíaco, aunque finalmente se produjo su fallecimiento.
El juzgado de instrucción de Lorca que dirige las investigaciones decretó el lunes la puesta en libertad sin fianza del detenido, P. M. P., el ecuatoriano, propietario de una empresa de trabajo temporal, para el que trabajaba el fallecido. Le impuso la sola obligación de personarse en las dependencias cuantas veces sea llamado y de comunicar puntualmente sus cambios de domicilio.
El auto señala que, aunque de lo actuado hasta ahora se deducen indicios «bastantes» para estimarlo responsable, presuntamente, de un delito contra los derechos de los trabajadores, no procede adoptar otra medida más restrictiva de derechos.
Las diligencias del caso señalan que el empresario manifestó en un principio que cuando viajaba en su furgoneta con otros dos trabajadores encontraron en la cuneta a una persona, por lo que procedieron a trasladarla a un centro de salud de Lorca. Con posterioridad, admitió ante los agentes que la persona fallecida, por la que volvió al centro de salud para interesarse por su estado, era un trabajador suyo.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión