Un puñetazo que acabó en tragedia en San Pedro
La Fiscalía pide hasta 9 años de cárcel para el sospechoso de matar de un golpe a un vecino
Las vidas de Ángel B. y Gerónimo se cruzaron a última hora de aquel fatídico viernes 27 de abril de 2018 en un enclave de San Pedro del Pinatar. Ambos se abrían paso entre los edificios de la calle Virgen del Loreto cuando el primero, un joven recio que por aquel entonces contaba 28 años, comenzó a girarse para vigilar sus espaldas. Entonces, Gerónimo, un padre de familia de 51 años, lanzó una pregunta al aire que acabaría costándole la vida:
–¿Y tú qué miras? –le espetó.
–Eres un mierda. Ven aquí que te voy a reventar. Eres un desgraciado –disparó entonces el joven.
–Tú sí que eres un mierda.
Este escaso y sorpresivo rifirrafe dialéctico –que el juez instructor recogió en su auto de apertura del juicio oral– marcó el inicio de un cuerpo a cuerpo que acabaría de manera trágica. El fiscal, en su escrito de conclusiones provisionales, va más allá y sostiene que Ángel ocultaba desde el principio la intención de arrebatarle a este vecino de San Pedro del Pinatar una bandolera que llevaba encima y en la que guardaba su cartera, su móvil y otras pertenencias.
El fiscal cree que Ángel B. le propinó un puñetazo tan fuerte que hizo que cayese al suelo y se golpease la cabeza con la tapa de una alcantarilla
Tirado sobre la acera
Al tirar de la bandolera para tratar de apropiarse de ella, explica el representante del Ministerio Público, ambos se enzarzaron en una contienda en el transcurso de la cual Ángel le lanzó a la víctima un puñetazo. Un impacto seco y sorpresivo que hizo que Gerónimo perdiese el equilibrio y cayese al suelo, golpeándose fuertemente la cabeza contra una tapa de alcantarilla.
La contusión provocó que este vecino quedase tirado en la acera, inconsciente. Una circunstancia, señala el fiscal, que Ángel supuestamente aprovechó para agarrar la ansiada bandolera y salir huyendo a toda prisa del lugar. Fue un vecino el que, pocos minutos después, encontró al herido, rodeado de un charco de sangre, convulsionando, en el cruce de las calles Virgen del Loreto y Concepción Escribano.
La víctima ingresó de urgencia en el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia con una fractura de la base craneal, contusiones hemorrágicas frontales, hematomas subdurales de ambas conexidades y contusiones hemorrágicas de cerebelo y tronco del encéfalo. Un galimatías de lesiones que el fiscal plasma en su escrito de conclusiones y que acabaría provocando que al día siguiente, en torno a las 12 horas, el hombre falleciese en el hospital.
Las partes han sido convocadas a una vista para sondear la posibilidad de un acuerdo
Confesión en un bar
Mientras la víctima se debatía entre la vida y la muerte en La Arrixaca, Ángel se acercó esa noche hasta el pub Trocadero, en San Pedro, donde había quedado con un amigo, según recoge el juez instructor en su auto de apertura de juicio. Allí, el joven le confesó a su colega lo que había ocurrido horas antes en la calle Virgen del Loreto y le pidió, al parecer, que lo llevara en coche a un camino de servicio paralelo a la autopista AP-7, en el barrio de Las Esperanzas, muy cerca del tanatorio.
Una vez allí, Ángel presuntamente escondió entre unos matorrales la bandolera que le había arrebatado al vecino y en la que este llevaba las llaves de su casa, su cartera y el teléfono móvil.
Con la ocultación de las pertenencias de la víctima, el secreto de Ángel podría haber quedado sepultado, pero su amigo masculló durante varios días la confesión que este había colocado sobre sus hombros y decidió que era una carga demasiado pesada. Sobre las siete de la tarde del 29 de abril, un día después del fallecimiento de la víctima, este testigo se plantó en el cuartel de la Guardia Civil con una verdad que ya se abría paso. El chico explicó a los agentes todos los detalles que su amigo le había confiado y les indicó el lugar exacto en el que había ocultado la bandolera de la víctima. Los guardias, poco después, hallaron en la zona la bolsa de Gerónimo, confirmando la historia.
El acusado, que ya tuvo que pisar la prisión hace años por un delito de estafa y otro de violencia de género, afronta ahora un inminente juicio. Según ha podido saber LA VERDAD, las partes han sido convocadas a una sesión para sondear las posibilidades de alcanzar un acuerdo que pasaría por un reconocimiento de los hechos por parte del procesado pero acarrearía una rebaja penal. El fiscal considera a Ángel B. autor de un delito de homicidio imprudente en concurso real con otro delito de robo con violencia. El representante del Ministerio Público reclama curiosamente cuatro años de prisión por el primer delito y una pena aún mayor –de un lustro– por el segundo. Es el juez el que debe decidir si las penas se acumulan o se aplican por separado.
La Fiscalía reclama, asimismo, que el acusado indemnice a los tres hijos de la víctima en 80.000 euros a cada uno por el fallecimiento de su padre.
La defensa insiste en la inocencia del acusado y pide su absolución
La defensa de Ángel B., que ejerce el abogado penalista Jorge Novella, descarta en su escrito que los hechos ocurrieran de la manera en que sostiene la Fiscalía. Esta parte asegura que el acusado debe ser absuelto de esos delitos.
En el verano de 2018, cuando abandonó la prisión en la que ingresó de manera provisional, Ángel aseguró estar arrepentido. En sus declaraciones el joven sostuvo que, en el momento de los hechos, se encontraba bajo la influencia de alcohol y cocaína. En las diligencias consta, no obstante, un informe del Instituto de Medicina Legal de Cartagena que analiza su supuesta drogadicción. Los forenses determinan que no disponen de datos para confirmar o descartar ese extremo. Sí determinan que el joven presentaba un trastorno por consumo de estupefacientes.