«Estoy preso porque fui a pillar 'coca' a Murcia»
Carta desde prisión. El acusado de matar a sus padres en Sangonera, que afronta 30 años, defiende que es inocente y que acudió a la zona donde vive su familia para comprar droga
«El 16 de octubre de 2019 soy detenido, junto con mi marido, acusados de un doble homicidio, de lo cual yo era totalmente ignorante». ... Así comienza la carta que Antonio Pérez Coll remitió a la redacción de LA VERDAD desde el módulo cuatro, el de respeto, de la prisión de Sangonera la Verde, donde está recluido. Antonio está acusado del doble homicidio de sus padres, Pedro y María Trinidad, de 85 y 79 años, acuchillados en su casa de la pedanía murciana de Sangonera la Seca, sobre las siete de la mañana del 12 de octubre de 2019.
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En la misiva, el acusado muestra su disconformidad con la manera en la que se ha llevado a cabo el proceso judicial contra él y se queja de que se ha hecho «caso omiso a mi petición de información sobre el estado de la investigación y de no haber encontrado ni la prueba más insignificante contra mí. Aun así, se decreta mi prisión provisional, adjudicando un tribunal de jurado».
El juicio se celebrará, previsiblemente, el próximo 16 de junio ante un jurado popular, tal y como menciona el reo en su escrito. El fiscal solicita para él la pena de 15 años por cada homicidio -con la agravante de parentesco-, 3 años por un delito de daños y una indemnización para los otros dos hermanos. En la vista oral, que se prolongará al menos cuatro jornadas, se pondrán sobre la mesa las pruebas que lo incriminan.
Tal y como menciona Antonio en la carta, en los resultados de los análisis lofoscópicos (huellas) y biológicos, como resultado de las inspecciones oculares y las pruebas recabadas en la vivienda y en los cuerpos por la Policía Judicial de la Guardia Civil no existe hallazgo alguno de huellas dactilares ni restos genéticos que lo incriminen indubitadamente.
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Tampoco se ha encontrado el arma blanca que hirió mortalmente a Trini en el pecho y se hundió de forma fatal en el cuello de Pedro. La principal prueba que hay contra él es que estuvo en el lugar del crimen a la hora y en el día en el que se produjeron las muertes. Antonio viajó de madrugada desde Caudete, en Albacete, donde residía con su marido, hasta Sangonera la Seca, donde vivían sus padres, y estuvo en las inmediaciones de la casa de sus progenitores, en la calle Salzillo, en el momento de los fallecimientos.
Tanto la cámara de vigilancia de una estación de servicio de Jumilla como varias cámaras de tráfico grabaron la Citroën Berlingo en la que un vecino de Villena, al que pagaba «por hacerme recados», lo trasladó aquella madrugada hasta la localidad murciana. Además, los datos extraídos del GPS del vehículo confirman que Antonio bajó del coche, entre las seis y media y las siete de la madrugada, en un punto situado solo a unos cuantos metros de distancia de la casa de sus padres.
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25 minutos sin coartada
En la misiva enviada a este periódico, Antonio niega que mantuviera una mala relación con sus padres. «Yo a mis padres les debo mi vida, por dos veces: una cuando me trajeron a este mundo y la segunda cuando estuvieron a mi lado apoyándome para que saliese del infierno de la droga». Pero la droga, ir a 'pillarla', es lo que, según él, ha hecho que ahora esté en prisión. En un extenso relato confirma que hizo el viaje a Sangonera y cuenta su versión de lo que pasó esa madrugada. «El viernes día 11 de octubre de 2019, previniendo que ese fin de semana era fiesta, y yo también quería pegarme la fiesta, empecé a beber antes de la cuenta, llamé a los camellos que conocía en Villena, y todos me decían que estaban en Alicante». Antonio relata que pensó entonces viajar a Sangonera para comprar cocaína, a un lugar que conocía. Para realizar ese viaje contactó con el vecino de Villena, a quien debía un dinero y al que le prometió que el traslado a Murcia era para cobrar una deuda y que con ese dinero le pagaría.
«Todo sería sobre las 5.15 de la madrugada. Nada más subir en el coche, yo me pongo en el asiento trasero, porque así me puedo tumbar, teniendo en cuenta que voy sin descansar y que llevo bebiendo desde el medio día o antes».
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Llegando a Sangonera, Antonio se despierta, y empieza a indicar a Miguel por dónde tiene que echar para llegar al punto donde quiere que le espere con el coche mientras efectúa la presunta compra de la 'coca'. «Casi al final del trayecto, pasamos por al lado de la casa de mis padres, y yo le digo: Mira, ahí me he criado yo, esa es la casa de mis padres, y automáticamente le indico girar a la izquierda».
El acusado del doble homicidio afirma que deja la casa de sus padres atrás, llegan hasta la segunda y última manzana de la calle, donde le indica al conductor que se detenga: «Delante ya no queda nada, solamente solares y unos bancales de oliveras, y un poco a la derecha, mi punto real de destino. Una zona de chabolas, casas viejas y cocheras, todo ello habitado en su inmensa mayoría por personas de etnia gitana».
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Son las 6.30 horas. Cuando baja del coche, Antonio manifiesta que camina hacia la parte trasera del turismo en lugar de hacerlo hacia el punto de venta de droga. «Y lo hago así, sin otro fin que el de mantener mi mentira de que iba a cobrar unas cosas a un hombre. Si voy directamente hacia la oscuridad, hacia la nada, mi vecino se percataría de que lo estoy engañando y entonces ya no me volvería a hacer más recados».
En ese trayecto y una vez que ha despistado a su acompañante, declara que gira en una de las calles y se mete a la zona de bancales. Hasta que regresa al coche pasan 20 o 25 minutos. Ese es el periodo de tiempo en el que los investigadores afirman que entró en casa de sus padres y los mató. Antonio, por su parte, declara: «Al regresar al coche, jadeante y nervioso después de la caminata a paso ligero, habiendo presenciado parte de una disputa entre gitanos y con la cocaína en mi bolsillo, me subo al coche, de nuevo en la parte trasera y le indico a mi vecino que arranque y nos marchemos».
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Esa coartada, no obstante, no aparece respaldada por testigo alguno. Nadie del supuesto poblado chabolista ha respaldado su versión y habrá que esperar a la celebración del juicio, el próximo verano, para averiguar la consistencia de su testimonio.
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