Tomás Olivo posa sonriente en el despacho de su empresa Emasa, cuya sede está en la calle Mayor de Cartagena. J. M. RODRÍGUEZ / AGM

Tomás Olivo: «Yo no he dado pelotazos; me he pasado la vida trabajando»

El promotor inmobiliario afirma que «si no hubiera sacado fuera mis negocios, estaría arruinado»

Domingo, 3 de febrero 2019, 17:08

Empezó currando en una gasolinera de su pueblo, la pedanía de Balsapintada (Fuente Álamo) y logró hacerse en Cartagena con Emasa Empresa Constructora, donde trabajó el cartagenero y exasesor urbanístico de Marbella Juan Antonio Roca. Con las obras en refinerías, carreteras, canales hidráulicos, refinerías y viviendas fue creando un emporio por toda España. Y, en 2017, dio el salto al mercado de bolsa alternativo con General de Galerías Comerciales, titular de seis centros en Andalucía y Cataluña. El valor de sus activos supera al de ocho empresas del Ibex 35 y es uno de los hombres más ricos del país, según la revista 'Forbes'. Absuelto del 'caso Malaya' y tras ganarle a la Junta de Andalucía un pleito de 165 millones de euros por paralizarle un complejo, sigue en la brecha: «Hago lo que me gusta y soy feliz». A sus 71 años, el magnate Tomás Olivo López, padre de nueve hijos de tres mujeres, regresa en tromba a Cartagena. Tras tumbar el Plan General y estar dos décadas sin urbanizar, en los próximos días escenificará con la alcaldesa, Ana Belén Castejón, la reactivación del Plan Rambla. Y ultima más inversiones en la ciudad portuaria y en Murcia.

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«El problema no fue con Barreiro, sino con su gente. No reconocían el error del Ayuntamiento». «He hecho convenios con 54 alcaldes de toda España, de izquierdas y derechas. Lo importante son las personas». «Dije ante el tribunal que los 50 empresarios que estaban imputados creaban un millón de puestos de trabajo»

ALGUNAS CLAVES

- Después de muchos años con sus negocios inmobiliarios parados en Cartagena, en los últimos meses ha vuelto para reactivarlos. El proyecto estrella es Plan Rambla. ¿Tenía ganas de volver a su tierra?

- Mis hijos son de aquí. Yo, con dieciocho años, empecé a trabajar en Cartagena. Esta ciudad siempre me ha tirado mucho. Hemos dejado pasar la crisis y el sector está, de nuevo, en un momento al alza. La idea es construir según la demanda y ofrecer viviendas a buenos precios. Estamos dispuestos a invertir en esta ciudad, a la que queremos. Mi familia es de aquí y tengo la obligación de cooperar con la ciudad.

- ¿Cómo se ha gestado el acuerdo con el Ayuntamiento para retomar la gran urbanización frente al Estadio Municipal Cartagonova?

- Me llamó un día el anterior alcalde [José López, de MC]. Este señor me dijo de forma muy correcta que si podíamos eliminar los pleitos, y yo le dije que estaba abierto a funcionar bien con el Ayuntamiento siempre que se respetaran mis legítimos derechos. Entonces vine a Cartagena y me reuní con él. Después me llamó Ana Belén [Castejón], cuando era ya alcaldesa, y nos hemos reunido tres veces. Por cierto, no nos hemos ido a comer para hablar del Plan Rambla y de otros asuntos, aunque podríamos haberlo hecho y no pasaría nada. Nos hemos visto siempre en el Palacio Consistorial. Ella me pidió desbloquear varios asuntos, en favor del municipio, y me aseguró que se iban a respetar nuestros derechos. Y, por supuesto, nosotros vamos a cumplir escrupulosamente. Han pasado ya 28 años desde que empezamos a urbanizar, y ahora hemos caminado para desbloquear definitivamente este asunto. Ana Belén es una magnífica alcaldesa. Es una mujer inteligente y muy resolutiva, una locomotora. Es una satisfacción y un orgullo conocerla, porque ella defiende los intereses del pueblo y es coherente con los compromisos suscritos por el Ayuntamiento. Además, sabe que se ha dado una injusticia, que ha ido en contra de los intereses de ambas partes.

- ¿Qué ocurrió en la etapa de gobierno del PP, con Pilar Barreiro en la alcaldía, para que no hubiera un acuerdo de desbloqueo?

- Con Pilar Barreiro solo hablé en persona dos veces. Una en la inauguración de El Corte Inglés, donde estaba Isidoro Álvarez, y otra en la calle Mayor, en un barecito. El problema no fue ella, sino su gente. Pilar tenía un concejal... Agustín Guillén, que no quería llamar a las cosas por su nombre. Se creía por encima del bien y del mal. Aun cuando no tenía razón, porque había hecho mal el proyecto de urbanización y surgieron problemas cuando las obras ya estaban hechas, al no casar con el Plan Parcial, el Ayuntamiento pretendía que yo asumiera las consecuencias del error. Y yo me negué, porque había firmado un convenio. Y ese fue el problema. Luego, intentaron pasar por encima de mis derechos, en el nuevo Plan General, y tuve que acudir a los tribunales.

«A mí no me han pedido mordidas. Pero si alguien ha regalado un jamón a un técnico, pues ha sido con su dinero». «Tengo la obligación de cooperar con Cartagena. Mi familia es de aquí y el Plan Rambla ya es agua pasada». «Yo no he tenido infancia, juventud ni vacaciones. Solo he conocido trabajar»

ALGUNAS CLAVES

- Usted tumbó la principal normativa urbanística del municipio, con un recurso que llegó hasta el Supremo. Hay políticos y empresarios que le acusan de haber paralizado la actividad de Cartagena a nivel de viviendas e industria.

- No. Tomás ha defendido sus intereses. Yo no quiero perjudicar a ningún empresario de Cartagena. Además, son mis amigos y unos grandes profesionales. Pero yo, de los comentarios, paso, porque tengo la conciencia muy tranquila. Lo que sí tengo claro es que si me hubiese quedado aquí, después del trato que recibí con el Plan Rambla, ahora estaría arruinado. En cualquier caso, el Plan General no es que perjudicara a la empresa Cartagena Parque, sino que estaba mal hecho por el Ayuntamiento y mal aprobado por la Comunidad Autónoma. Y por eso lo anularon.

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- ¿Por qué dice que habría ido a la bancarrota?

- Yo he sido un empresario muy conservador. Nunca he ido a pedir un crédito. El banco te da un paraguas en Córdoba en julio, con sol y 45 grados, y te lo quita en septiembre, cuando llueve. Si yo, en vez de comprar el suelo del Plan Rambla, donde hicimos 400 escrituras con los propietarios sin pedir un solo préstamo a ningún banco, lo hubiera hecho con una financiación bancaria del 2%, me habría arruinado. Pero he aguantado gracias a que no he ido nunca a pedir créditos. En los años noventa, yo ya no me veía con futuro en Cartagena. Y cuando ocurrió el lío del Plan Rambla, decidí que tenía que salir fuera de aquí para hacer rentables mis negocios. En el fondo me arrepiento de no haber intentado más una solución, porque en ese momento de 'boom' habría ganado mucho.

- Tiene esa espinita clavada, no es para usted un proyecto más.

- Nosotros teníamos mucha ilusión con el proyecto, pero el Ayuntamiento era el más interesado y dejaron el cuerpo muerto. Pero, bueno, eso es agua pasada. Nos vamos a poner en marcha para empezar de inmediato y tener hechas las obras de urbanización en ocho o nueve meses, un año como máximo. Construiremos entre 1.800 y 2.000 viviendas, con una inversión de 200 millones de euros, arreglaremos el vial y Cartagena tendrá el mayor parque del municipio, con 339.000 metros cuadrados.

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- ¿Cómo afronta el resto de desarrollos en la ciudad?

- En breve empezaremos la construcción de 119 viviendas junto al Parque de la Rosa. Y el año que viene construiremos 400 viviendas, una parte comercial y dos parkings en el antiguo parque automovilístico de la Armada. En Sebastián Feringán queremos que el Ayuntamiento cumpla con el convenio y nos permita construir el bajo más diez plantas, no solo el bajo más nueve. La voluntad de la alcaldesa es cumplir con el compromiso. En los antiguos terrenos de Española del Zinc, el Registro de la Propiedad nos pone problemas para inscribir la finca, porque dice que hay una deuda de cuatro millones a nombre de Iberdrola. Ya le hemos dicho a Iberdrola que no vamos a pagarles ni un euro, porque la subasta salió sin cargas ni gravámenes. Descontaminar el suelo cuesta entre 12 y 14 millones de euros y, en función de los condicionantes, tendrá uso industrial y comercial o residencial.

- Son cinco desarrollos de golpe. ¿Entiende que le critiquen por haberse olvidado de la ciudad de sus inicios?

- Nosotros lo que hemos generado no ha sido gracias a Cartagena. Lo que tenemos aquí es lo que está invertido en terrenos, y ahora queremos desarrollarlos.

- ¿Y en Murcia ciudad?

- Pagué 1.710 millones de pesetas por la Fábrica de La Pólvora. Y en 2007 hice una mala operación de venta de una parte. Ahora vamos a hacer dos torres de viviendas y un hotel. Estamos negociando con el Consistorio y la Comunidad.

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- La revista 'Forbes' y otras publicaciones le incluyen en la lista de los hombres de negocios más ricos de España. ¿Cómo explica el haber pasado de trabajar en la gasolinera de su pueblo a cotizar en el mercado alternativo bursátil y tener un patrimonio de 2.850 millones de euros a los que hablan de irregularidades y pelotazos urbanísticos?

- Yo no doy pelotazos. Me he pasado toda mi vida trabajando, poniéndome patas a la mesa y sin tener vacaciones. No he tenido niñez ni juventud. Solo he conocido el trabajo. Hice negocios en el año 71 en las obras de la refinería de Cartagena. Y gané mucho dinero con Franco. He construido 55 centros comerciales en España, grandes autovías, obras hidráulicas... participé en la refinería de Tarragona y estuve en la UTE (Unión Temporal de Empresas) del Trasvase Tajo-Segura. De General de Galerías Comercial nunca hemos dado una valoración de nuestros activos. Una empresa vale lo que uno está dispuesto a pagar y otro está dispuesto a cobrar.

- La cotización de la empresa creció nada más salir a bolsa. ¿A qué lo atribuye?

- Nos valoran muy a la baja los activos. Hemos repartido ya dos veces dividendos y estamos por encima de ocho empresas del Ibex 35. Yo tengo el 99,7% y el 0,3% es de mis hijos, primos, sobrinos... Con una semana de renta nuestra tenemos para pagar a todos los trabajadores si tuviéramos que despedirlos. Se valora esa solvencia. Cuando tenía siete años, mi abuelo nos ponía a espigar. Decía: 'Cuando no se puede segar, hay que espigar'. Se me grabó a fuego. Hay que trabajar duro y sacrificarse. Y cuando no puedes hacer un negocio grande, haces uno pequeño. Pero haces negocio.

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- ¿Cuánto le ha animado el haber sido absuelto en el 'caso Malaya'?

- A mí me fue bien con Franco. Cuando llegó Suárez, trabajé en ocho refinerías. He firmado convenios urbanísticos con 54 alcaldes de toda España y de todas las ideologías. He hecho proyectos con alcaldes de izquierdas y de derechas. He firmado en Córdoba con los comunistas de Julio Anguita; en Santander, con Ormaechea; en Cataluña, con Artur Mas... Lo importante no es si está el PP o el PSOE, sino las personas. Y todo lo he hecho siempre con respeto a las leyes.

- ¿Alguna vez le ha propuesto a usted un negocio ilícito algún político, algún político o funcionario? ¿Alguna vez le han pedido un sobre, que pague una mordida?

- A mí esa situación no se me ha dado. He tenido siempre buena relación con los alcaldes. Comes con ellos, hay un buen trato por ambas partes.... A mí lo que me han pedido ha sido siempre en beneficio de su ciudad. Solo una vez, en Sevilla, un consejero de la Junta de Andalucía llegó a decirme que yo solo podía hacer un centro comercial, cuando tenía previsto hacer seis. Al final hice todos los que me propuse, porque mis proyectos y yo nos ceñimos siempre a la legalidad.

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- ¿Conoce a algún empresario que haya pagado sobornos o políticos o técnicos que los hayan recibido?

- No. Cuando estuve imputado en el 'caso Malaya' dije ante el tribunal que los 50 constructores que estaban allí imputados creaban un millón de puestos de trabajo. ¿Puede que alguna vez un empresario haya hecho un regalo a algún técnico para que un tema no se demore años, y eso mantenga y genere empleos, sin saltarse la ley ni perjudicar a nadie? No digo que eso no haya ocurrido. Pero si un empresario regala a un técnico un jamón, un viaje o una cesta, lo hace con su dinero, con el que también paga sus impuestos. Eso sale de su dinero, a diferencia del despilfarro de 800 millones de euros de los ERE de Andalucía. Pero lo de los empresarios es pecado mortal.

- De ese caso salió absuelto y el año pasado el Supremo condenó a la Junta de Andalucía a pagarle 165 millones de euros por la paralización de las obras del Centro Comercial Nevada, en Armilla (Granada). Y el Ayuntamiento de Marbella ha acordado abonarle 12 millones por un convenio del exalcalde Jesús Gil.

- Tener paradas siete años las obras en suelo urbano consolidado nos perjudicó en 500 millones de euros, pero solo pudimos recurrir por los contratos firmados. Yo no pasaba por la obra por no ver aquello. Era una injusticia y me deprimía. Me llamaron para llegar a un acuerdo, pero no acepté nunca. Y el que más sufrió fue mi hermano, que tenía a 25 personas manteniendo las obras. En Marbella llegué a hacer obras por 6.000 millones de pesetas en 1995. Yo le pregunté a Jesús Gil: «¿Cómo me vas a pagar?». Y el me contestó: «Con aprovechamientos». Cuando echaron a Jesús Gil y metieron preso a Juan Antonio Roca, llegó al Ayuntamiento la gestora y dijeron: «Todo lo que haya tenido un convenio, ¡querella!». Pero los informes periciales demuestran que di más que recibí. Es todo un disparate.

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- ¿Qué opina de los políticos?

- Que la mayoría son honorables. Son personas que trabajan por el interés de sus municipios, en defensa de la gente. En general, les gusta el poder. Y por eso quieren el reconocimiento del pueblo. Pero eso es humano.

- ¿Quiere seguir al timón?

- Tengo salud, hago lo que me gusta y soy feliz. Seguiré trabajando al frente de las empresas mientras pueda. Hasta cuándo es algo que está en manos del más allá. Yo intento disfrutar de la vida, porque de aquí te llevas solo los buenos momentos vividos con la familia, con los amigos... No me voy a llevar ni un chalé, ni un coche, ni un trocico de parcela. Solo los buenos momentos.

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