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Dan por muertos a los desaparecidos en el naufragio de una patera en Mazarrón
Uno de los tres supervivientes indicó a los testigos que había menores de edad a bordo
«Niños, niños», la palabra que nadie quería oír salió dos veces de la boca del primer inmigrante que logró llegar con vida a tierra tras el trágico naufragio de una patera en la tarde del pasado sábado en la playa de Percheles, en Mazarrón, disparando todos los temores. Quería decir dos cosas: la primera, que había más personas a las que buscar mientras la noche se cernía ya sobre la costa; la segunda, que varias de ellas eran menores de edad. Ninguna de las dos pudo ser corroborada por el hallazgo de los cuerpos, pese a que se desplegó una intensa búsqueda durante todo el día de ayer que culminó sin esperanzas de encontrar a nadie más con vida, según confirmaron fuentes de la Delegación del Gobierno.
Minutos antes de que el rescatado dijera aquella palabra repetida, unos pescadores que se encontraban en la zona le habían divisado braceando con dificultad en el agua y habían dado aviso a los servicios de Emergencias. Eran cerca de las siete de la tarde del sábado. Una patrulla de la Policía Local que se encontraba cerca de la playa acudió en primer lugar para llevar a cabo una rápida intervención que serviría para salvar la vida a tres de los ocupantes del naufragio.
Un agente de la Policía Local se valió de una tabla de surf infantil y una garrafa de agua llena de aire para el primer rescate
«Allí se veía a una persona», recordaba ayer Elena García, la propietaria de la parcela de aparcamiento privado frente a esta playa de Mazarrón, donde durante toda la jornada se mantuvieron las labores de búsqueda por tierra, mar y aire, coordinadas por Salvamento Marítimo, para intentar dar con otros nueve ocupantes, todos de origen argelino, desaparecidos en el hundimiento de la patera, según confirmaron fuentes de la Delegación del Gobierno.
En el rastreo de la zona se hallaron dos cadáveres, pero siguen sin aparecer restos de la barca ni de otros nueve ocupantes
«Nadaba un poco y paraba. Yo creo que estaba ya que no podía más», señaló. «Entonces vi un coche de la Policía Local que venía como un loco y paró enfrente de la caravana», cuenta Elena. «Un agente me preguntó si teníamos una tabla de surf. Y yo le dije: 'La única que tengo es la de mi nieta'. Y se la di». También le entregó «una garrafa de agua de plástico blanco con un tapón para usarla como flotador», añadieron Isabel Andúgar y su marido Joaquín, dos vecinos de Murcia que horas antes habían llegado al lugar junto a tres de sus cinco hijos para pasar un fin de semana que pronto quedaría ensombrecido por la tragedia.
El buen tiempo dispara la llegada de embarcaciones
La llegada del buen tiempo ha propiciado en los últimos días la llegada de una oleada de pateras al litoral de la Región de Murcia, así como al del resto del Mediterráneo. Solo desde el pasado miércoles se ha contabilizado el desembarco de 140 inmigrantes en la Comunidad de forma irregular, teniendo en cuenta esta última patera naufragada donde viajaban, según la Delegación del Gobierno 14 personas. La llegada de embarcaciones podría continuar en los próximos días, en los que se prevé que la estabilidad meteorológica se mantenga.
La Guardia Civil y Salvamento Marítimo interceptaron el viernes otras tres pateras con 43 argelinos en el litoral de la Región.
La costa española es destino frecuente de barcas precarias que salen del norte de África con inmigrantes irregulares. Las muertes en estos viajes son comunes: en lo que va de año en la ruta del Mediterráneo occidental, la que lleva a España, han fallecido 58 personas, según un balance de la Organización Internacional para las Migraciones. El año pasado murieron 330 realizando este trayecto. Desde enero hasta mediados de marzo, 4.377 migrantes alcanzaron España por vía marítima, un ligero aumento con respecto a los 4.033 que lo hicieron en el mismo periodo de 2020, según cifras del Ministerio del Interior.
Más de la mitad de los migrantes, 2.580, tocaron tierra en las islas Canarias, el archipiélago español en el Atlántico que ha experimentado una escalada en las llegadas desde finales de 2019, coincidiendo con una mayor vigilancia en las rutas del Mediterráneo.
Los testigos coincidieron en destacar el arrojo de un agente de la Policía Local que, armado únicamente con esa pequeña tabla de surf y una garrafa llena de aire se lanzó a por el primer rescatado. «No se lo pensó, se quitó el arma y el calzado y se metió en el agua», aseguró Joaquín. «Lo dejó todo en la orilla y empezó a nadar», confirmó Elena García. El estado del mar empezaba ya a complicarse.
Con ayuda de surfistas
El agente tuvo que avanzar unos 200 metros hasta llegar al inmigrante, informó el sargento e inspector jefe de la Policía Local de Mazarrón, Alberto Zomeño, que señaló que «la suerte y la valentía del agente que se introdujo en el agua y su capacidad atlética» permitieron que terminara con éxito este primer rescate, sobre todo, teniendo en cuenta que la persona que se estaba ahogando era «joven y de cierta envergadura».
Elena, mientras tanto, fue a avisar a unos surfistas: «Vino uno de ellos, que ayudó al policía cuando ya sacaba al primero».
Junto a una palmera, efectivos del Samur se afanaron entonces en abrigar, con la ayuda de los vecinos, al rescatado mientras le preguntaban por los demás. «Estaba empapado, rojo de frío. Con una hipotermia tremenda», recordó Elena. «Le dimos café con leche –explicó Jorge Pozo, guarda de seguridad en la entrada de la finca–. Mi marido le dio también un vaso de leche caliente. Lo arroparon un poco y le dimos unos calcetines míos y mi ropa».
«Yo le pregunté cuántos venían con él en la patera», apuntó Elena. «Él me hacía el gesto con la mano abierta. Al principio yo entendí que eran cinco. Luego le dijo a los técnicos del Samur que eran más». Al acercarse la nieta de Elena, el inmigrante la agarró del brazo: «Me dijo: 'Niños, niños'. Yo le pregunté: «¿Que venían niños? Y me dijo: 'Sí'». Mientras atendían al primer náufrago, los agentes y los surfistas se lanzaron en busca de más ocupantes de la patera.
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«Le pedí a uno de los chicos de las tablas que llevara mucho cuidado, porque estaba el mar que daba miedo. Pero se fue otra vez», aseveró el vigilante Jorge Pozo.
Eso permitió salvar dos vidas más. El primer rescatado fue hallado ya muy cerca del término municipal de Lorca, en dirección a Puntas de Calnegre «agarrado a unas rocas, en una zona muy escarpada», señalaron fuentes policiales. «Estaba en un estado físico que requirió inmediata atención sanitaria y una evacuación de urgencia», detalló el sargento Zomeño. De forma simultánea y con la ayuda de los surfistas, pudieron sacar a otra persona que se encontraba a unos cincuenta metros de la orilla. Este tercer ocupante sería el último en salir con vida del agua. Después fueron hallados dos cadáveres y se inició la búsqueda de los nueve restantes.
Los rescatados fueron llevados a Cartagena y Almería. Dos de ellos ingresaron en el hospital Santa Lucía, y el otro, el más grave, tuvo que ser trasladado a Almería en helicóptero.
«Para que una persona se juegue la vida así, imagina la situación que tendría –lamentaba la camarera de uno de los bares de la zona, de origen marroquí–, cómo tenía que estar en su país».
Un amplio dispositivo desactivado sin hallar «ningún rastro»
Durante toda la jornada de ayer continuaron las labores de búsqueda de las nueve personas desaparecidas en el mar, donde participaron dos helicópteros Helimer, uno de la Guardia Civil y otro de la Dirección General de Seguridad Ciudadana. En el mar lo hicieron dos embarcaciones de Salvamento Marítimo, Caliope y Mimosa, varias motos de agua y un dron de Cruz Roja; mientras que en tierra, efectivos de la Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja y Policía Local recorrieron el litoral sin éxito. Fuentes cercanas al dispositivo señalaron que el paso de las horas hace pensar que pudieran haber fallecido, tras no hallar «ningún rastro» de la patera ni de sus ocupantes, por lo que se pasa a una «búsqueda pasiva» con aviso a las embarcaciones de la zona.