El monitor de un seminario de Murcia reconoce haber abusado de un niño de diez años
La Audiencia le impone dos años de cárcel tras asumir los hechos, pero no entrará en prisión con la condición de someterse a un curso de educación sexual
Pedro S.P., un joven que ejercía de monitor en el Seminario Mayor de Murcia, reconoció este lunes ante la Audiencia Provincial haber abusado sexualmente de un niño de diez años que acudía al centro los fines de semana en la primavera de 2011. El reconocimiento de hechos por parte del acusado era uno de los requisitos que la Fiscalía y la acusación particular exigieron a la defensa para sellar un acuerdo que redujo su pena de cinco a dos años de prisión por un delito continuado de abuso sexual.
El tribunal dejó la pena de este monitor en suspenso –no tendrá que pisar la cárcel– con la condición de que indemnice al afectado con 11.000 euros, que no se acerque o comunique con él durante un lustro y que se someta a un programa de educación sexual. Además, el acuerdo de conformidad incluía una medida de libertad vigilada de un lustro y una inhabilitación para ejercer cualquier actividad relacionada con la enseñanza o la docencia durante dos años. Pedro S.P. fue advertido, además, de que durante los próximos tres años no debe cometer ningún otro tipo de delito o la suspensión de la pena podría verse afectada.
Los hechos que llevaron este lunes a Pedro S.P. a sentarse en el banquillo constituían la segunda denuncia que el propio Obispado llevó ante la Fiscalía. La Diócesis de Cartagena, tras conocer las acusaciones en 2019, retiró temporalmente a Pedro S.P. la 'missio canonica', es decir, la posibilidad de ejercer como profesor.
El procesado aprovechó varios fines de semana para meterse en la cama del menor y someterlo a diversos tocamientos
Esos abusos que el acusado reconoció con unos escuetos monosílabos ocurrieron en los meses de mayo y junio de 2011 cuando Pedro S.P., que ya era mayor de edad, ejercía de monitor en el citado seminario -cuyas instalaciones se encuentran actualmente en Santomera-. En esa labor coincidió con un niño de diez años que acudía al centro los fines de semana. En varias noches distintas, el ya condenado aprovechó que el menor estaba acostado para entrar en su habitación metiéndole la mano dentro de la ropa interior y tocándole los genitales.