«Si no hacen nada, llegará el día en que no podamos bañarnos»
La turbidez del agua aviva las protestas e incentiva la recogida de firmas para la personalidad jurídica de la albufera
«Hace años que no nos bañamos», cuentan María José Martínez y Julián Jiménez, veraneantes desde hace 40 años en Los Alcázares. Engrosan el bando crítico sobre la gestión ambiental del Mar Menor, aparentemente más numeroso, que se duele del empeoramiento del ecosistema y desconfía a la hora de remojarse en aguas turbias. Como en cada crisis, los críticos conviven con los tolerantes, e incluso con los negacionistas. «Este verano está mejor que otros años, además de que la playa del Espejo es privilegiada porque no hay barro», defienden Esther Párraga y Cristina Díaz, madres de sendas criaturas que se bañan a diario en la laguna. «No nos da recelo. No les ha salido nada», afirman en la orilla.
No es de la misma opinión Elga Clemente, que descansa en la playa con su madre, Fina García. Le preocupa que «si no hacen nada, llegará el día que no podamos bañarnos». La joven murciana encuentra este agosto más cieno del que recordaba. Ingrid Galera y Fernando Velasco, de El Palmar, ponen al agua turbia buena cara y refresco de 'tardeo'. «El agüita no está como el año pasado, que había más peces, pero nos bañamos igual», comentan mientras sacan los hielos de la nevera portátil para enfriar un 'gin-tónic' sobre la toalla.
A sus espaldas se formó este viernes una cadena humana que cubrió la plaza del Espejo de Los Alcázares en una de las manifestaciones impulsadas en toda la costa del Mar Menor por el movimiento para impulsar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), que pretende lograr el reconocimiento de la personalidad jurídica del Mar Menor.
Al paso de la avioneta que paseó sobre las playas el mensaje que animaba a «salvar el Mar Menor», todos los congregados, uniformados con camisetas negras de luto ecológico, alzaron los brazos y reclamaron al unísono «un Mar Menor vivo». Banderas y paraguas negros unificaron la protesta playera. Solo las bandas moradas de una bailarina rompían el monocolor popular.
Nada más romper la formación, los asistentes hicieron cola en la mesa de las firmas para apoyar la ILP, que tiene que lograr aún la mitad de las 500.000 rúbricas antes del 28 de octubre. «No, señora, si ya firmó en Murcia no puede firmar aquí», explicaba una de las fedatarias a una turista comprometida con la causa. «La sociedad está indignada y eso está animando el ritmo de recogida de firmas», comenta Teresa Conesa, del movimiento para la ILP y el grupo Por un Mar Menor Vivo. Recuerda a los gobernantes que «pueden gastar mucho dinero en atraer turismo, pero luego lo pierdes si no haces nada por recuperar el Mar Menor».
Después de tantos años de lucha por la laguna, asegura que «hay motivos para desesperar, pero no podemos decaer porque el Mar Menor es fuente de vida». Cree que «no viene más gente a las convocatorias porque no hay turismo, que se ha ido a otras zonas y están masificándolas». La venta de banderas negras con el caballito de mar, mascarillas y camisetas reivindicativas cundió más que el mercadillo artesano instalado frente al mar. «De esta joya de los murcianos dependemos para que los pueblos no se unan a la España vaciada»«, advierte Conesa.