Lorca resiliente

Aquella fatídica tarde del 11 de mayo de 2011 Lorca se convirtió de improviso en el centro de atención del mundo. No había pasado ni una hora desde el segundo temblor de tierra y en la Redacción de LA VERDAD, volcada ya en la cobertura del desastre en internet y en las páginas del diario, no paraban de encadenarse las llamadas de medios de comunicación internacionales, interesándose por las consecuencias de los devastadores sismos ocurridos en el corazón del Valle del Guadalentín. El interés mediático en el resto de España duró semanas, aunque poco a poco se fue apagando. Nuestro trabajo, por el contrario, distaba bastante de haber concluido.

Nuestra hemeroteca contiene miles de noticias, reportajes, entrevistas, fotografías y gráficos dedicados a la reconstrucción de Lorca tras los terremotos. Todas esas piezas juntas han ido cosiendo, con hilos invisibles, la historia de una ciudad que hoy es todo un ejemplo vivo de resiliencia. Si la capacidad para no claudicar ante un hecho traumático pudiera encarnarse en una población española, ninguna lo haría mejor que la Ciudad del Sol. Lorca es símbolo de coraje y resistencia, probablemente fruto de cientos de años de historia superando adversidades en territorio fronterizo. Un pasado de superación que, una vez más, empujó a la ciudad a ponerse de pie y tirar hacia adelante superando todo tipo de obstáculos. Ha transcurrido una década de los seísmos, pero permanece intacto nuestro compromiso sentimental e informativo con los lorquinos, de forma muy especial con los protagonistas de esta tragedia, tanto con las familias de las víctimas mortales como con quienes heroicamente se entregaron al auxilio de los damnificados y a la posterior reconstrucción de la ciudad.

Con sus luces y sus sombras, la historia de los terremotos tiene aún capítulos por escribir. Lo ya vivido debe ser rememorado para que las nuevas generaciones de murcianos no olviden cuanto aconteció en la Ciudad del Sol. Y, a la vez, para que sirva de ejemplo la posterior lucha que los vecinos y las instituciones sostuvieron para recuperar la normalidad y la esperanza. Hay cicatrices que no sanan nunca. Estas páginas reflejan cómo el dolor por los nueve fallecidos sigue en carne viva entre sus allegados. No hay cura posible para ese pesar que ha marcado la vida de varias familias lorquinas. De alguna forma o de otra, todos los habitantes de la ciudad son víctimas y héroes de ese desastre natural, cuyas heridas materiales prácticamente se han cerrado.

Estoy convencido de que Lorca tiene por delante un futuro prometedor. Este suplemento también pretende ser una mirada al presente, analizando la situación actual de la economía local y de su patrimonio histórico. Incluso en las peores tragedias surge una oportunidad. Y los lorquinos la están aprovechando para construir una ciudad capaz de aunar lo mejor de su pasado con las infraestructuras urbanas que la catapultarán hacia el futuro. LA VERDAD seguirá en Lorca para relatar esa aventura apasionante que nos espera en años venideros.