Cáritas prepara una casa de acogida para mujeres sin hogar en Lorca
Albergará en un primer momento a cinco residentes inmigrantes en situación vulnerable que recibirán formación y ayuda integral
Cáritas abrirá este mes una casa de acogida para mujeres sin hogar en las dependencias que ocupó hasta hace unos años la orden religiosa Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Lo confirmó a LA VERDAD la responsable del programa de vivienda y personas sin hogar, Almudena Soto, que detalló que la residencia, que tiene capacidad para nueve personas, será ocupada en un primer momento por cinco mujeres con edades comprendidas entre los 25 y los 50 años. Todas son inmigrantes y proceden de países norteafricanos, como Marruecos y Argelia, y también de Suramérica. Tienen en común que sobreviven en la calle solas y sin medios económicos y el objetivo es ofrecerles una vivienda digna y un acompañamiento integral para ayudarlas a mejorar su situación.
Además de cubrir las necesidades básicas de vivienda, alimentación ropa y medicamentos, cada una de ellas recibirá una atención individualizada con un equipo multidisciplinar formado por un técnico de acompañamiento, un psicólogo, un trabajador social y un orientador laboral. Tras un diagnóstico de la realidad que afrontan se marcarán los objetivos a conseguir de manera consensuada con las participantes en el programa.
Las ayudarán en la formación y en la orientación laboral para buscar una salida profesional y también para resolver los trámites pendientes en Extranjería que les permitan la inscripción en el padrón municipal y la solicitud de la tarjeta sanitaria, sin olvidar la realización de actividades de integración social con el vecindario para que «creen vínculos con el territorio». Según Soto, «se cuidan muchos estos objetivos» y es fundamental la formación para que «vayan empoderándose y darles opción a comenzar un proyecto de vida».
Las beneficiarias del programa mejorarán sus habilidades sociales y aprenderán normas de convivencia y a gestionar el tiempo y el dinero
Contra la exclusión
La responsable de Cáritas explicó que el equipo no estará presente en la casa de forma continua, para que las residentes aprendan a autogestionarse y a apoyarse unas a otras, aunque los técnicos realizarán visitas diarias para escucharlas y atender sus necesidades, acompañarlas en los trámites que necesiten o a las consultas médicas y para realizar talleres que las ayudarán a ser autónomas y a mejorar las habilidades sociales, también a gestionar mejor el tiempo, al manejo del dinero y hábitos y normas de convivencia, ya que «hasta ahora solo se ocupaban de sobrevivir».
Soto explicó que el enclave de la residencia es ideal para la convivencia porque en el mismo edificio se desarrolla el programa Alternativa a la calle (Alca) de lucha contra la exclusión social de niños y sus familias, en el que participan menores con edades entre los 3 y los 18 años. Esta iniciativa, que persigue romper la cadena de la transmisión intergeneracional de la pobreza en Lorca, la desarrollan conjuntamente Cáritas y las religiosas de las Hijas de la Caridad.
Para ellas es «un regalo a nivel emocional» este contacto con los niños, los padres y los educadores para que «sientan que pueden contar con el entorno y acelerar así el proceso de empoderamiento» y de seguridad en sí mismas que quieren emprender. «Estamos convencidos de que se va a crear un vínculo fuerte», afirmó
El tiempo medio de estancia en la casa es de un año, hay lista de espera, pero «intentamos ser flexibles», sobre todo si las mujeres están a la expectativa de culminar el proceso para conseguir la documentación necesaria para regularizar su situación en el país, imprescindible para conseguir una vivienda y un trabajo dignos.
Cáritas tiene una decena de casas de este tipo repartidas por la Región de Murcia, pero en Lorca solo funciona hasta el momento el albergue de transeúntes, que ofrece una atención por tiempo muy limitado, y la residencia para hombres sin techo, que tiene un funcionamiento idéntico al de mujeres y que se puso en marcha hace cinco años «con muy buenos resultados», aseguró Soto.
La vivienda que ocupan inmigrantes de diferentes nacionalidades está ubicada en el barrio de San Diego y tiene capacidad para 11 usuarios. En este caso el tiempo de estancia es menor, de seis meses, pero también es prorrogable hasta que se consiguen los objetivos marcados.