La kafkiana lucha de la maestra Marta
La opositora a la que eliminaron del proceso porque le vibró el teléfono durante la prueba completó el examen y ayer logró su plaza de profesora
La kafkiana historia de Marta Espinosa, la opositora a la que apartaron de los exámenes en pleno proceso en 2019 porque le vibró el ... móvil durante la prueba, terminará en unas semanas en el aula. Le ha costado un año y medio de recursos y demandas, de psicólogo, ansiedad, y enésimas vueltas al temario, pero ayer logró, después del mal trago, su plaza de maestra. El mal sueño de Marta empezó el 22 de junio de 2019. Llevaba ya en el cuerpo dos años de esforzado estudio, repasando una y otra vez el temario de las oposiciones a maestro, 'cantando' unidades didácticas, a piñón. La jornada de la joven frente a los libros arrancaba todos los días a las nueve de la mañana. A esa hora, le sonaba la alarma, con repetición incluida, del móvil. Una rutina que se volvió pesadilla el día 22 de junio, cuando se enfrentó al examen de oposición en el Aulario del campus de Espinardo.
A las nueve en punto, cuando tenía el examen en la mano, el móvil en silencio empezó a vibrar dentro del sobre donde había dejado sus pertenencias al entrar al aula. Sin parar. Con repetición. Era la alarma despertador de todos los días. «No me lo podía creer, estaba apagado, pero como no estaba haciendo nada malo, levanté la mano, llamé a la presidenta del tribunal y le avisé. Me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada, y me olvidé del tema». Satisfecha con sus exámenes, Marta fue ilusionada a ver sus notas el 4 de julio. Y empezó su pesadilla. «Me encontré con un 9,5 en el segundo y un 0 en el primero, acompañado de la acusación de 'acto fraudulento'. Se me cayó el mundo encima. En el tribunal me volvieron a decir que se arreglaría, que no me preocupara, pero no fue así».
A Marta ya no la convocaron para el siguiente ejercicio, la exposición de la unidad didáctica, y el ánimo con que el que se había enfrentado a la oposición, durante la que tuvo que superar la muerte de su padre, se hundió en un pozo. «He estado un año en el psicólogo, no podía ni comer, fue un bajón horrible», recuerda hoy, aún afectada. Recurrió al tribunal, pero su demanda fue desestimada. En aquellas oposiciones, las de maestro de 2019, se registraron múltiples problemas por el uso de dispositivos –tantos, que desde ese año se prohibió el acceso al aula con el móvil–, y al final «pagamos justos por pecadores. Los que se habían copiado y los que no». A pesar de las brumas, siguió peleando y presentó un recurso de alzada en la Consejería de Educación, que esta vez sí, fue admitido meses después, ya en enero. «Fue una alegría tremenda, pero me duró poco. Pensaba que me convocarían enseguida para hacer el examen, pero llegó la pandemia y el confinamiento. Me llamaron en septiembre, me lo sabía ya del derecho y del revés», bromea.
En esta ocasión, la entrada de Marta en el cupo de las pruebas de 2019 no supondrá 'echar' al docente que entró en su lugar
La nota hizo justicia a su esfuerzo, un flamante 9,8, pero la valoración de los méritos aún alargó más el proceso. Hasta ayer. Cuando se publicó la resolución que le otorga su plaza de maestra. «Estoy a la espera de destino, y espero que en enero me digan algo; estoy tan contenta que ni lo puedo asimilar bien». Para redondear el final feliz de su historia, le queda la tranquilidad de que su plaza no supondrá que se la 'quiten' a otro maestro, ya que la Administración ha decidido generar una nueva para evitar perjuicios a terceros.
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