José Hernández Navarro: «La Región ha sufrido mucho con el tomate de Marruecos; había 31 empresas y quedan 4»
Censura que Bruselas favorezca también los productos marroquíes del Sáhara, y califica de «barbaridad» que la UE abra todas las puertas a países competidores
Es un referente en el sector. Con 74 años, José Hernández, presidente del Grupo Hortofrutícola Paloma, ha sido premiado en Fruit Attraction por su ... dilatada trayectoria y su defensa del tomate murciano y español. Su empresa familiar, profesionalizada y diversificada, es una de las pocas que quedan en la producción y exportación de tomate; preparadas y modernizadas para seguir compitiendo frente al expansionismo marroquí. Señala que las ventajas que le ha concedido la UE a Marruecos –entre ellas el último acuerdo que incluye al Sahara, y que ha indignado más al sector– le ha pasado una dura factura a la Región: las 31 empresas de tomate que había hace unos años se han quedado en 3 o 4. Fue presidente e impulsor de Proexport y negociador en Bruselas. Habla del agua con conocimiento de causa, ya que construyó la primera desaladora privada para riego hace 33 años en Mazarrón. Apuesta por los trasvases, y cree que ahora se desala más «por insolidaridad».
–¿Cómo ve el futuro del sector del tomate y del hortofrutícola?
–Hay que hacer muchas divisiones. No todos los productos son iguales ni tienen los mismos problemas. En aquellos donde el coste de la mano de obra representa un porcentaje muy significativo, como es el tomate, los problemas se agravan, además de la competencia, el acceso a los mercados y los costes globales. Hay productos que absoluta y claramente tienen futuro, y hay otros que dependen de cómo evolucionen.
–¿Cuáles son unos y otros?
–El brócoli y la lechuga, con grandes y magníficos productores en la Región, están en condiciones de competir con cualquiera. En este momento, no tienen más competencia, creo yo, que ellos. El tomate es completamente distinto. Es la hortaliza más vendida, y hay tomates prácticamente en todos los países. En Holanda, Francia, Polonia, Marruecos, Turquía... El tema es más complejo.
–Cuando habla de costes de mano de obra, ¿es posible que sean hasta veinte veces más bajos en Marruecos que en España?
–Quince por lo menos. Pero hay más problemas. Hace tres años se produjo un incremento enorme de costos de inputs, como los fertilizantes, que han bajado, pero no al nivel anterior. Tenemos además, a nivel general, un problema de absentismo laboral tremendo, con los gastos que eso conlleva. Otro problema es que, por suerte o por desgracia, no supimos hacerlo bien cuando ingresamos en la Unión Europea. España era miembro de pleno derecho, pero con un periodo de transición de nueve años en frutas y hortalizas, y especialmente en algunos productos que ellos llamaban sensibles, como el tomate o la fresa. Posteriormente, el acceso de Marruecos a la UE en condiciones ventajosas causó una catástrofe en Murcia y todas las provincias. Por ejemplo, Tenerife, que era una provincia netamente exportadora, no exporta ni un kilo de tomate.
«Más restricciones de cultivos»
–¿La Región ha perdido la corona, el liderazgo del tomate?
–La Región de Murcia ha sufrido mucho, como todas, con el tema de Marruecos. De hecho, ha habido una desaparición importante de empresas productoras.
–¿Cuántas quedan ahora?
–Queda aproximadamente la décima parte. Son empresas que han sabido modernizarse, adaptarse a los tiempos, y están preparadas para competir. Pero cada vez nos lo ponen más difícil. Además tenemos que enfrentarnos a las competencias desleales. Después de haber pasado el Rubicón de problemas, tenemos una dificultad muy importante con la burocracia de Bruselas y las medidas y restricciones que están haciendo difícil de llevar determinados cultivos, cuando otros miembros preferentes, que no son del club de la UE, no tienen que sufrir todas estas consecuencias.
– Proexport dice que se ha producido una 'salida silenciosa' del tomate en los últimos años ¿Está en retirada? ¿Ha tocado fondo?
– No. Como le he dicho, Murcia sufrió muchísimo. Quiero recordar que había 31 empresas productoras y exportadoras, y en este momento quedan 3 o 4, las cuales están suficientemente preparadas, pueden aguantar y caminar hacia adelante. Lo que ocurre es que cada vez se complica más. Ahora, por si faltaba algo, tenemos el tema del Sáhara.
–Está candente el fuerte rechazo del sector al último acuerdo de Bruselas con Marruecos.
–El tema del Sahara está apoyado totalmente por Estados Unidos y también por España. En la zona costera de Dajla, la antigua Villa Cisneros, son todo invernaderos de altísima tecnología, muy competitivos y subvencionados por el gobierno marroquí. Las cosas hay que llamarlas por su nombre: eso es una colonización del Sáhara. Ese gobierno ha dado instrucciones para que determinadas empresas se implanten; les ha cedido un terreno que no es suyo, que teóricamente, mientras no haya resolución de la ONU, es del pueblo saharahui, y allí han mandado a marroquíes a trabajar y a que se queden permanentemente.
–Con el nuevo acuerdo se le otorga al territorio del Sáhara las mismas ventajas preferenciales que ya tenía Marruecos. ¿Cómo se entiende que la UE defienda tan mal a sus países miembros?
–Yo haría la pregunta de otra forma. En la zona de Dajla hay 5.000 hectáreas de invernaderos. O sea, el doble que en la Región de Murcia. ¿Cómo se entiende que la UE vaya contra las sentencias de los tribunales europeos, que hace dos años dictaminaron que el Sáhara no era parte de Marruecos, de momento, hasta que haya una resolución de la ONU?
«EE UU presiona muy fuerte»
–¿Qué ha sucedido en este tiempo? ¿Lobbies que han presionado en ese sentido?
–Opino que es un juego de intereses políticos. Creo que Estados Unidos ha presionado muy fuerte y también la propia Comisión y los órganos... Habrá cosas más importantes para ellos que, seguramente, los tomates.
–¿Siguen siendo la moneda de cambio, como siempre...?
–Considero que ahora el planteamiento es político. Lo que está pasando en el Sáhara, que tiene un potencial productivo con un clima excepcional, es un mandato del Reino de Marruecos para colonizarlo, ya que si alguna vez se celebra el famoso referéndum, habrá diez marroquíes por cada saharahui. Con lo cual...
–¿Hasta dónde puede llegar la expansión hortofrutícola marroquí? ¿Le van a pasar por encima al sector murciano y español?
–No. Hay productos en los que España y la Región seguirán siendo muy competitivos, incluso en tomate, por qué no. Depende de zonas y empresas. Si no se produjeran estas anormalidades, quizás podríamos exportar lo mismo o más que hace doce años. De hecho, cuando entramos en la UE, las exportaciones de tomate español se multiplicaron por cinco, en cinco años, pero ahora se han reducido a más de la mitad.
–¿Ve más futuro en determinados productos premium?
–Depende de la evolución que hayan tenido las empresas. Es decir, si han diversificado, si se han preparado con estructuras competitivas, si tienen productos de alta gama que les permita discutir el precio con las cadenas... Hay de todo. Existe otra variable: las empresas de tomate que actualmente quedan operativas han diversificado sus producciones. El tomate sigue teniendo un peso relativo importante, pero no es el único producto que hacen.
–El ministro Luis Planas dijo que los productores y exportadores españoles y murcianos no deben tenerle miedo al acuerdo con Marruecos, porque nuestro tomate siempre será de mayor calidad. ¿Comparte ese 'no miedo'?
–Lógicamente no lo comparto, pero no voy a contestar a cuestiones que tengan matices políticos.
«En la UE no actúan de mala fe»
–¿Cuántas empresas españolas y murcianas pueden estar invirtiendo y produciendo en Marruecos?
–Ese es el cuento de la lechera. Hace unos años se daba algún caso en tomate. Sí existen algunas empresas españolas que operan en Marruecos, pero no suelen hacerlo en tomate. Lo hacen en pimiento, judía, en alguna cosa así. Y lo que haya en tomate es muy poco significativo.
–¿Cree que el Gobierno español y las autoridades de Bruselas son pocos amigos del campo?
–No creo que sea eso. Sencillamente no comprenden la realidad del campo. Son funcionarios puros y duros que no han pisado el campo y no lo entienden. Dictaminan normas y mecanismos sin saber lo que están haciendo. No creo que actúen de mala fe. En lo que atañe a la UE, no sé por qué razón hemos pasado de abrir todas las puertas para que entre todo el mundo, mientras que los que estamos dentro solo recibimos últimamente restricciones. Restricciones medioambientales y operativas; un exceso de burocracia, de documentación y papeleo, y de eliminación de productos para la sanidad de las plantas, mientras que otros que van a Europa con sus productos los tienen permitidos. Eso es una barbaridad. El diálogo debe ser de los productores y de la Administración. Entre esos burócratas de Bruselas también hay muchos españoles.
«La tuerca se rompe»
–¿Qué opina de la postura de algunos movimientos ecologistas sobre la actividad agrícola y ganadera? Critican la agricultura intensiva e industrializada.
–Considero absolutamente imprescindible el respeto al medio ambiente y a una vida saludable mediante un buen uso de los recursos. Aunque no solo hay que hablar de los agricultores, sino en general. También habría que hablar de las emisiones de los vehículos y de otras muchas cosas. Aquí puede ocurrir como sucede con un tornillo, que cuando se aprieta demasiado la tuerca se rompe. Y lo estamos viendo con el dilema de los coches diésel y eléctricos. Sobre algo que era tajante hace sólo seis meses, hoy existe un gran debate en Europa. No podemos ponernos a hacer coches eléctricos masivamente, si luego el usuario no tiene donde cargarlos ni hay infraestructuras. En definitiva, mi respuesta a lo que me pregunta es que el medio ambiente sí, pero sin pasarse.
–El sector sigue atrayendo fondos de inversión, lo cual demuestra su fortaleza.
–Se hacen muchas operaciones de fondos de inversión en empresas murcianas, no solo en el mundo de la agricultura. En logística es enorme. Es un proceso que no debe producir alarma. Lo que está ocurriendo ahora de aglutinar empresas, de unir esfuerzos y producciones, posiblemente sea bastante razonable.
«Parece aberrante que en España haya regantes que no pagan el agua, mientras que a otros nos cuesta cara»
–¿Qué le viene a la cabeza cuando se habla de la Región de Murcia como la huerta de Europa? Ahora es más que una industria agroalimentaria.
–La agricultura ha cambiado muchísimo; está muy profesionalizada. La de Murcia que se ha actualizado, tiene futuro. Pero tenemos bastantes enemigos enfrente; no solo de tipo comercial, político, de costes... Hay otros muy importantes...
–Por ejemplo el agua...
–Por ejemplo. Hay empresas que tienen hasta dos mil trabajadores. Es un disparate que antes de iniciar las campañas no puedas afinar la programación de tus cultivos porque no sabes si vas a tener o no vas a tener agua. Me siento orgulloso de haber trabajado muy duro por ese tema. Hace ya 33 años que construí la primera planta desaladora.
–Fue un innovador y un visionario en ese sentido.
–No fui un visionario. En Mazarrón, Águilas y la costa de Lorca vivimos el 'boom' del tomate con la entrada en la UE. Aquellos años, a pesar de las dificultades y trabas que nos pusieron, éramos muy competitivos, aunque yo vi que estábamos haciendo las cosas rematadamente mal porque estábamos sacando de los pozos mucha más agua de la que se debiera. Cuando terminé en 1976 la carrera de agrónomo vi que los pozos se venían abajo. De hecho, en el año 91 construimos la primera desaladora para nuestra empresa familiar, que todavía sigue funcionando. Y si no hubiéramos hecho después la planta desaladora de la Comunidad de Regantes en Mazarrón, y no hubiéramos puesto las placas solares hace 7 años, algunas cosas no existirían. Ahora bien, hay que preguntarse si es la mejor solución. ¿Era la única opción que teníamos para vivir?
«De donde sobra a donde falta»
–Ahora se tiende a desalar cada vez más. ¿Qué le parece el plan de desalación del Ministerio?
–Se tiene que desalar cada vez más por insolidaridad. Porque la desalación, la ómosis inversa, usted creo que sabe algo de eso, es un proceso antinatural. Antes viajaba bastante a California, donde existen grandísimos trasvases procedentes de otros estados. ¿Hay en España agua para atender las necesidades de Murcia? Sin duda que sí. Hablamos de un bien público que debería tratarse como tal, llevando el agua de donde sobra a donde falta. También habría que equiparar el tratamiento y el uso que se hace del agua en toda España. Es decir, parece aberrante e irracional que en España haya regantes que paguen por un metro cúbico de agua 75 céntimos, y otros que no paguen nada.
–La desalación también proporciona autonomía hídrica.
–En Mazarrón estaría todo seco si no hubiéramos hecho una desaladora que produce 16 hectómetros, y que es la más eficiente y respetuosa medioambientalmente. El problema del agua hay que afrontarlo con un diálogo racional. Hay que sentarse juntos en una mesa y dejar la política a un lado, y ver cuáles son las necesidades que tienen los españoles en cada rincón del país. Si es un bien escaso, que no se regale, como se hace en muchas partes de España, y haciendo un mal uso de ella, mientras que en otros sitios nos cueste cara y estemos pagando hasta 75 céntimos por un metro cúbico, como le he dicho. Las restricciones para extraer aguas subterráneas también pueden complicar la situación. Si esto lo escuchan los padres de la patria, las aguas subterráneas son imprescindibles y absolutamente necesarias para poder utilizar las aguas desaladas. Por sí solas, estas no se pueden usar en los cultivos. Son unas aguas físico-químicamente absolutamente desequilibradas, no aptas para los cultivos si no se mezclan. Ese recorte (acuíferos) hay que llevarlo a unos términos en los que se puedan compatibilizar los recursos. Si cada vez vamos a utilizar más desalación, cuidado...
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