Intercambio de experiencias entre abuelos y «nietos postizos»
Un proyecto de innovación educativa del IES Ramón y Cajal de Murcia impulsa la sinergia entre estudiantes y mayores que viven en una residencia vecina
Fina Martínez quería comerse a besos a Marta Sánchez después de ver el resultado del retrato que la estudiante de segundo de Bachillerato de Artes ... Plásticas del instituto Ramón y Cajal de Murcia le hizo usando «un lápiz normal y goma de borrar para difuminar». No era la primera vez que esta joven de 17 años de la pedanía de Puente Tocinos practicaba esta técnica de dibujo, pero sí la única ocasión en la que contaba con una modelo de carne y hueso para dar rienda suelta a su creatividad.
«Me faltan las palabras porque si no se ven las cosas, no se creen», comentaba la protagonista de la obra visiblemente satisfecha. Una vecina de Santiago y Zaraíche que comparte su día a día con 140 mayores en la residencia de mayores Virgen del Carmen de la capital y que ha encontrado en sus vecinos de enfrente a unos «nietos postizos» que han llenado de aire fresco su rutina. «Con los 'ojicos' tan pequeños que tengo y mira qué gusto ha tenido para sacarme una cara tan guapa; y no lo digo porque sea yo», puntualizaba. Para Fina, las visitas de los jóvenes son una motivación. «Ellos están en la flor de la vida y nosotros en la caída de la hoja», resaltaba sobre el contraste entre generaciones.
Los ancianos protagonizan una serie de retratos pintados por alumnos de segundo de Bachillerato de Artes Plásticas
'Voces y Ecos' es el nombre del proyecto educativo que hay detrás de estos encuentros. Una iniciativa reconocida por la Consejería por su carácter innovador que ha llegado para quedarse y que podría extenderse a otros centros de la Región en los próximos cursos, según destaca la coordinadora, María Dolores Muñoz.
«El objetivo es crear un espacio de reflexión para compartir experiencias intergeneracionales», explica esta profesora que se ha propuesto que los alumnos de su centro «salgan de su zona de confort y fomenten el respeto y la escucha activa». Hasta el momento, disciplinas como Plástica, Lengua, Música e Historia han sido trasladadas a la residencia. «Estudiar la Guerra Civil a través de las vivencias de los mayores ha sido muy emocionante; algunos jóvenes no sabían que habían pasado hambre».
En la residencia, que abrió sus puertas hace dos años, la iniciativa ha llegado como anillo al dedo. «El envejecimiento activo es nuestra prioridad y esta red social que hemos creado con los estudiantes es una forma divertida y fresca de salir de la rutina; se crea un clima muy beneficioso para los mayores», asegura María José Hernández, responsable de Relaciones Institucionales del centro.
«'Juventud, divino tesoro'»
El palmareño Francisco Pastor da fe de la satisfacción que sienten los ancianos cuando los «zagales» entran por la puerta. «Al verlos me acuerdo de mis tiempos mozos y pienso: 'juventud, divino tesoro'», sostiene este pescatero jubilado de 93 años que se declara amante «de los palomos (y las palomas)», bromea al hacer referencia a su afición a la colombicultura, que el joven Pablo Costa ha plasmado en su retrato.
«Le he dibujado un palomo y un pescado para no quedarme solo en lo físico», detalla este joven de 18 años de El Ranero a quien la simpatía de Francisco le recuerda a su abuelo Manuel, que falleció hace tres años. «Le echo mucho de menos; me llamaba 'mi Cucurella' antes del Mundial en el que se hizo famoso porque le gustaba mucho el fútbol», rememora emocionado.
Cambio de chip
Para Miguel Marín, de Torreagüera, conocer a Ramón Ibáñez, también ha sido un regalo. «Me contó que se dedicaba a la construcción y quise tener un guiño a su oficio incorporando al dibujo un par de edificios», afirmaba sobre el proceso creativo en el que captó la esencia del mayor. Una experiencia que el estudiante de 18 años definía como «muy positiva».
Encuentros intergeneracionales que a Fuensanta Sánchez y a Marta Casanova les ha hecho cambiar el chip. «Nos quejamos por tonterías tan grandes como que no nos funciona el wifi y muchas veces no valoramos la vida tan cómoda que tenemos, en comparación con lo que sufrieron ellos cuando eran jóvenes», reflexionan. Contrastes vitales que han generado una sinergia «muy positiva» entre adolescentes y mayores que hasta hace poco eran vecinos y se han convertido en «una gran familia».
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