Detienen en Albacete al hijo de los ancianos asesinados en Sangonera y a su compañero sentimental
El arrestado, el menor de tres hermanos, estaba en paradero desconocido desde que se produjo el suceso y fue localizado ayer a media mañana, junto con su pareja, en un domicilio del municipio albaceteño de Caudete
Agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil detuvieron ayer a media mañana en un domicilio del municipio albaceteño de Caudete al hijo menor de la pareja de ancianos que aparecieron muertos en su vivienda de Sangonera la Seca el pasado domingo, Antonio, y a su compañero sentimental, como presuntos autores de un delito de homicidio. Ambos han sido trasladados desde Albacete a la Comandancia de Murcia y se encuentran a la espera de pasar a disposición judicial en las próximas horas.
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Antonio estaba en paradero desconocido desde que se produjo el suceso. No había retornado a dormir a prisión, donde gozaba de un tercer grado, y por lo tanto, tenía la obligación de volver por la noche.
Este miércoles, ni siquiera asistió al entierro. Tanto la Guardia Civil como los vecinos de la zona recordaron que Antonio tenía un historial conflictivo. «Un día dijo que cuando se murieran sus padres iba a quemar la casa», recordó ayer un residente de la zona donde vivían los ancianos.
Los cuerpos de los fallecidos fueron encontrados con heridas de arma blanca.
Por lo que respecta al carácter problemático de Antonio, de 34 años de edad, los vecinos recordaron ayer que fue detenido hace unos seis años, junto a su compañero sentimental, por arrojar piedras desde un puente a los coches de la carretera MU-30. También por protagonizar actos vandálicos, como quemar contenedores de basura y palés en la vía pública.
«Estaban en la casa de sus padres y dos agentes llamaron a la puerta. Les ordenaron que abrieran su coche, pero ellos respondieron que no tenían. Los guardias civiles sabían que el turismo que estaba aparcado en la puerta de la vivienda era suyo y, cuando abrieron el maletero y vieron que tenían productos para hacer fuego, maderos y piedras, los arrestaron», recordó Francisco, un amigo de la familia.
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Ese fue uno de los episodios más comprometidos del hijo menor de la familia. Pero no fue el único. Los esfuerzos de sus padres por conducirlo por el buen camino no tuvieron demasiado éxito, en apariencia. «Pedro, su padre, abrió un bar en uno de sus bajos, cerca de la calle Salzillo, para que su hijo lo regentara, pero al poco lo cerraron», afirmó otro vecino.
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