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Japón 2006.
La realidad del sueño español
Japón 2006

La realidad del sueño español

Dirigido desde el banquillo por la mano izquierda de Pepu Hernández, el equipo español ganó el Mundial con el brillo de los grandes campeones

Luismi Cámara

Jueves, 28 de agosto 2014, 19:46

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Después de participar en 25 Europeos, nueve Juegos Olímpicos, ocho Mundiales; después de 75 años luchando y ocho medallas obtenidas -una plata olímpica, cinco platas y dos bronces europeos; España tuvo que viajar a Japón para tocar la gloria.

Entre los doce jugadores que han pasado a la gloria, cinco 'juniors de oro' -Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Carlos Cabezas, Berni Rodríguez, Felipe Reyes, más José Manuel Calderón, que se quedó fuera por una lesión-; dos titulares indiscutibles veteranos -Jorge Garbajosa, Carlos Jiménez-; tres jóvenes talentos -Rudy Fernández, Marc Gasol, Sergio Rodríguez- y Álex Mumbrú, un elemento de esa especie en extinción llamada alero alto.

Dirigido desde el banquillo por la mano izquierda de Pepu Hernández, el equipo español ganó el Mundial con el brillo de los grandes campeones, realizando el mejor baloncesto del campeonato, con un juego solidario tanto en defensa como en ataque y liderados por un Pau Gasol sublime.

Para empezar, los españoles disfrutaron una plácida primera fase en la que fueron cayendo sucesivamente Nueva Zelanda, Panamá, Alemania, Angola y Japón. Sólo los africanos se aprovecharon de la relajación de su rival, ya con el primer puesto asegurado y con los octavos de final a la vista, incomodaron levemente al rodillo rojo, pero acabaron cediendo para perder por diez puntos de diferencia.

Por el otro lado del cuadro, Estados Unidos acudía con un ejército de estrellas liderado por LeBron James, secundado por Wade, Dwight Howard, Bosh o Carmelo Anthony. En principio, casi todo lo mejor que se podía escoger en la NBA, sólo faltaba Kobe Bryant. Los americanos, dirigidos por Mike Krzyzewski, desarrollaron su pontencial ofensivo y finalizaron la ronda inicial con más de 100 puntos de media por encuentro, pero con el punto negativo de que recibieron más de 85 puntos por choque. Del resto, Argentina -campeón olímpico- y Grecia avanzaban con solidez a las eliminatorias definitivas.

España caminó hacia semifinales avasallando a dos rivales históricos: Serbia en octavos (87-75) y Lituania en cuartos (89-67).

La prueba de fuego llegó en semifinales. El rival, la poderosa Argentina, con sus mejores hombres en plena madurez y con el aura olímpica acompañando a su habitual carácter competitivo. El partido transcurrió entre la igualdad y las continuas muestras de calidad de los dos contrincantes, con destellos de Pau, Garbajosa y un eléctrico Sergio Rodríguez por la Roja y de Scola, Ginobili y Nocioni por los sudamericanos.

La jugada clave llegó a falta de tres segundos, cuando Nocioni lanzó desde la esquina el tiro que daba la victoria a la albiceleste. Falló y dio el paso a España a una final del Mundial por primera vez en su historia.

De camino hacia el éxito, Pau Gasol se dejó el pie. Se lo rompió a escasos minutos del final y dejó al mejor jugador del torneo fuera del partido que había estado esperando toda su vida.

El rival en la final no fue el esperado ya que la pléyade de estrellas de Estados Unidos se dejó dominar por la estrategia griega, dirigida por el dominante Papaloukas, y se desmoronó por su flacidez defensiva.

Sin Pau, la final se presumía muy complicada. Los helenos llegaban crecidos, pero España no dio opción alguna a su rival. Todos fueron Pau. Al descanso, la Roja ya tenía el oro colgado del cuello (23-43). Garbajosa y Navarro machacaron el aro rival mientras que el sorprendente Marc Gasol fue un muro para el, hasta entonces, imparable Sofoklis Schortsanitis. El campeón dejó en 47 puntos a un aspirante que el partido anterior había sido capaz de alcanzar los 101 ante los representantes de la NBA.

Por fin, el himno español sonó en un gran torneo, entre el jolgorio de los jugadores españoles y el sentimiento contenido del seleccionador al que el infortunio hizo coincidir el momento más importante de su carrera deportiva con el dolor por la muerte de su padre la noche anterior, y que calló hasta el final del partido.

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