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Un cámara graba algunas de las pertenencias del detenido. P. Alonso

«Teníamos al demonio viviendo aquí al lado»

El operativo policial con fusiles de asalto sorprendió a los vecinos paseando a sus perros y a las limpiadoras a punto de entrar en el bloque

Miércoles, 9 de mayo 2018, 03:29

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A las seis de la mañana, como habitualmente hacen, las limpiadoras del edificio Miró en el número 15 de la calle Tello se dirigían a su tarea. «No nos dejaron pasar. Había policía por todos lados. Iban armados y con la cabeza cubierta con pasamontañas. Daba miedo. Insistimos que teníamos que limpiar, que qué iban a decir los vecinos y nos dijeron que nos marcháramos rápido y que les dijéramos que nos lo había ordenado la Policía. Echamos a correr calle arriba», relató ayer a 'La Verdad' una de ellas mientras fregaba el portal que solo unas horas antes había sido testigo de un auténtico trasiego de agentes.

Esta trabajadora quiere proteger su identidad, y la de su compañera, que acaba de entrar en el portal desde el garaje tras haberlo barrido. «La puerta del piso está abierta y por lo que hemos podido ver desde fuera está todo revuelto». «Estamos todos sorprendidos. Quién se va a imaginar que tiene a yihadistas al lado de su casa. No habíamos notado nada, aunque nos sorprendía el constante trasiego de gente que entraba, sobre todo, por la tarde», relató un vecino.

Otro residente del bloque aseguró no poder precisar el número de personas que vivían en el piso de alquiler, situado en la primera planta del edificio. «Salían temprano con mochilas, presuntamente a trabajar, pero después de esto uno ya no sabe lo que pensar», remarcó. Como el otro propietario, señaló que por las tardes y noches era un ir y venir de gente que entraba en el domicilio.

«En ese piso no se oía nunca nada. Ni música, ni la televisión», remarcan los vecinos del sospechoso

En lo que coinciden la mayor parte de los propietarios del bloque es que los inquilinos de ese piso no mantenían relación alguna con el vecindario. «No puedo decir ni siquiera cómo eran, porque cuando se cruzaban contigo en el portal o la escalera agachaban la cabeza y ni siquiera saludaban. Alguno solía llevar sudadera con gorro, y siempre puesta». Eran muy discretos y procuraban no armar jaleo. «No se oía nunca nada. Ni música, ni la televisión. Y difícilmente te los encontrabas en los lugares habituales a los que solemos ir los del barrio», aseguraron.

El que se encontró de lleno con los agentes del operativo fue Salvador González. Suele madrugar para ir a trabajar y antes saca a pasear a su perro. «Serían poco más de las seis cuando crucé por la plaza de La Estrella. Allí me encontré varias furgonetas de la Policía Nacional y pensé que se trataba de un dispositivo antidroga, pero cuando llegué al atrio de la iglesia de San Cristóbal me dije que era algo más gordo. Había más de treinta agentes de paisano y de uniforme. Llevaban pasamontañas y fusiles de asalto. Me asusté tanto que no seguí paseando. Me fui directo a mi casa».

«No habíamos notado nada, aunque nos llamaba la atención el continuo trasiego de gente que entraba y salía»

El domicilio donde vivía el supuesto miembro del Estado Islámico está a poco menos de cincuenta metros de la iglesia de San Cristóbal. Su párroco, Régulo Cayuela, mostraba su preocupación por lo ocurrido. «Aquí al lado. Estaban aquí al lado», repetía desde el interior de su vehículo tras abandonar la casa parroquial.

Uno de los trabajadores de la tienda de cocinas situada en la calle Tello, apenas a unos metros del edificio Miró, también tuvo dificultades para llegar a su faena. «Entré montado en mi bicicleta por la plaza de La Estrella, como cada día, pero ahí me paró la Policía. Me preguntó a dónde iba y tras explicárselo me dijo que por allí no podía pasar. Tuve que dar toda la vuelta por el atrio de la iglesia. Estaba repleta de coches y furgones de la policía. Rápidamente entré en la tienda y cerré».

Los tenderos, testigos

Comprando en la plaza de la Hortaliza, Juana García se persigna mientras los tenderos relatan cómo cuando abrían sus puestos fueron testigos de todo lo ocurrido. «Teníamos al demonio viviendo aquí al lado y ninguno nos habíamos enterado», lamentaron.

Muy cerca también está la sede de Izquierda Unida-Verdes. Su portavoz, Pedro Sosa, era otro de los sorprendidos por el operativo policial. «No teníamos ni idea. Nos hemos enterado como muchos, a través del periódico y la radio».

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