Davide: «Me gustaría competir en los Juegos Paralímpicos de 2020»
El italiano de 24 años, tras sufrir una grave meningitis y perder las cuatro extremidades, lucha cada día por rehacer su vida junto a su novia en la Región
Sergio Navarro
Murcia
Jueves, 4 de octubre 2018, 02:48
Meningitis bacteriana y sepsis meningocócica. Son las cuatro palabras que cambiaron la vida de Davide Morana hace nueve meses y que le llevaron a perder sus cuatro extremidades, aunque él prefiere resumirlo todo con un escueto: «He pasado por un torbellino de cosas».
De ideas claras, este siciliano de 24 años, que reconoce sentirse «más murciano que italiano», no es que haya recuperado la sonrisa, simplemente nunca la perdió. Al igual que sus recuerdos de aquella noche de enero en Murcia, que todavía reviven aquella inocente gripe que le diagnosticaron y que camufló la grave enfermedad que le consumía. «La gente me dice que acabaré olvidando esos días, pero yo prefiero aceptarlo antes que ignorarlo». Es su filosofía de vida, y junto a ella trabaja día a día para «poder ser independiente y recuperar todo aquello que hacía antes».
«Ya sabía que había perdido mis extremidades cuando me recuperé del coma. Al ver cómo no podía mover mis brazos y piernas, que además estaban totalmente negros, me hice a la idea de que tenía que desprenderme de ellos cuanto antes», rememora Davide con una entereza que solo puede provenir de la más pura transparencia.
Una sinceridad que no se quiebra en ningún momento y unas ganas de luchar que le hacen ver todo lo acontencido entre enero y abril de este año como «el abrazo de la muerte» al que ha sobrevivido. «Aunque mis piernas y mis brazos no estaban cuando esto terminó, mi cabeza seguía ahí y eso significaba que había vencido a esta enfermedad», reconoce orgulloso.
Se trata del triunfo más importante de su vida y de la de su novia, Cecilia, y sus padres, que pusieron «la positividad y las ganas de mejorar cada día». Porque, después de casi tres meses en el hospital, Davide tuvo que volver al mundo real y adaptarse a él en su nueva condición: «Aprendí a andar poco a poco y, aunque al principio iba muy despacio y me caía, lo conseguí y ahora estoy en una nueva fase para 'independizarme' y salir del núcleo familiar», reconoce entre risas. Todo un complejo proceso de aprendizaje y adaptación que arrancó en junio y que a él le «entusiasma», ya que implica «vivir el mismo proceso que experimentamos al nacer».
Una vida repleta de desafíos
No obstante, el mundo también está plagado de barreras para personas como Davide, que no pueden asumir el enorme coste que implican las prótesis necesarias para recuperar la normalidad en sus vidas. Y es que el calendario protésico de España no se actualiza desde el año 2000, mientras que el italiano se quedó en 1998. Lo único que el Estado podía ofrecer al joven italiano era «dos encajes con dos palo y un pie de madera», mientras que, en las extremidades superiores, debía conformarse con un brazo mioeléctrico, ya que el otro sería «simplemente estético, sin capacidad para moverse».
Con estas prótesis, una persona sigue siendo extremadamente dependiente de su entorno y «no está en condiciones de hacer deporte, trabajar o viajar». Afortunadamente, la sociedad se volcó con el caso de Davide y, a través de una recaudación de fondos, consiguió hacerse con encajes y pies de carbono, que le permiten «andar con soltura, correr y hasta hacer cambios de dirección rápidamente». Sin embargo, a pesar de que su caso ha terminado con un final feliz, el italiano sabe que ha sido «muy afortunado», pues «hay muchos chicos en esta situación que llevan años haciendo recaudaciones de fondos y todavía no han conseguido ahorrar el dinero suficiente», por lo que denuncia el monopolio de las «tres o cuatro empresas que fabrican estas prótesis e imponen unos precios prohibitivos».
En esta lucha diaria por recuperar todo aquello que nutría su vida, Davide reconoce que todavía tiene una espina clavada, relacionada con algo que considera «básico y fundamental»: su vínculo con la naturaleza. «Lo que más echo de menos es el tacto. No puedo coger un poco de tierra, restregarla por las manos y sentir su textura». Un gesto, anecdótico para la mayoría, que ya forma parte de su pasado y que ha aprendido a sustituir «a traves del trabajo de rehabilitación de los muñones», con los que puede «percibir y sentir las cosas de otra forma».
Forzado a cambiar su forma de relacionarse con el entorno que le rodea, lo que no ha variado un ápice es su mentalidad: «Veo la vida igual que siempre. Quizás he sacado a relucir ideas que tenía aparcadas en mi cabeza porque no las entendía del todo y ahora las tengo más claras», explica Davide, que la pasada semana colaboró con el UCAM CF para donar la taquilla del encuentro, entre los universitarios y el FC Jumilla, a la Asociación Española contra la Meningitis.
Un sinfín de propósitos que el italiano está dispuesto a afrontar con su particular filosofía. «Intento cumplir pequeños objetivos para llegar a otros más grandes» y, de esta forma, avanzar con una ambición que le lleva a querer terminar el grado superior de Paisajimo que estudiaba en Torre Pacheco y que, junto a su pasado como jugador de baloncesto profesional, le ha fijado entre ceja y ceja un desafío a la altura de muy pocos: «Me gustaría volver a hacer deporte e intentar llegar a los Juegos Paralímpicos de 2020. Es dificil, sé que es algo gordo y que me costará trabajo, pero me hace mucha ilusion». Y es que, después de todo por lo que ha pasado, va a ser muy difícil que algo frene a Davide en cualquiera de los retos que se proponga.