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Goitia, durante una entrevista.
Fernando Goitia: «Todas las revoluciones se pervierten»

Fernando Goitia: «Todas las revoluciones se pervierten»

«Cualquiera puede convertirse en un asesino en nombre de unos ideales», dice el autor de 'La sacudida

Miguel Lorenci

Lunes, 8 de mayo 2017, 00:52

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Nicaragua, 1998. El Huracán Mitch devasta Centroamérica. El derrumbe de la ladera de un volcán sepulta a tres mil personas. En medio de esta catástrofe apocalíptica dos asesinos, Miguel y Julio, cruzan sus vidas. Son un terrorista arrepentido que ha traicionado ETA y un exguerrillero centroamericano reconvertido en sicario que tiene al exetarra como objetivo. Con estos mimbres ha construido Fernando Goitia (Bilbao, 1969) su primera novela: 'La sacudida' (Ediciones B). Un 'thriller' que parte de su propia experiencia en medio de aquel infierno del que fue cronista. Un trabajo brillante que le dio el Premio Lázaro Carreter.

Con el Mitch como terrible telón de fondo, la novela de Goitia reflexiona sobre la violencia, las segundas oportunidades y el desencanto de unas revoluciones «que siempre se pervierten». La historia estuvo «agazapada» durante años hasta que Goitia logró armar una novela que funcionó muy bien en Internet antes de ser editada en papel y que ahora apadrina Lorenzo Silva. Se basa en las experiencia vital y profesional del periodista en Nicaragua, donde trabajó durante tres intensos años en varios medios.

Pudo comparar dos entornos marcados la violencia, el del País Vasco donde creció, y las consecuencias y el terrible desencanto que generó al final la sangrienta revolución sandinista. «Me pregunto qué implica vivir en lugares así y trato de explicar cómo mucha gente que crece en esos entornos entra en una espiral de violencia que puede convertir a cualquiera en un asesino con pasmosa naturalidad», plantea Goitia.

«La gente es empujada a cometer asesinatos en nombre de algo que llaman ideales, y puede suceder en la Nicaragua revolucionaria o el País Vasco», plantea. «Es lo que he vivido; he visto a gente pacífica tomado las armas, gente muy joven que acaba arrastrada, ya sea por el entorno etarra en un viaje que va e la 'kale borroka' al tiro la nuca, o por el entono revolucionario que te convierte en un asesino en nombre de la libertad en Centroamérica».

Goitia tiene claro que él pudo ser carne de cañón y entrar en ese mundo violento. Se pregunta qué le hubiera pasado de seguir los pasos de sus personajes y militar en ETA. «En mi vida ha estado muy presente la violencia. Por eso es importante reflexionar sobre los motivos que se esgrimen para matar gente, ya sea en Euskadi o en la otra orilla del Atlántico», explica.

Desencanto revolucionario

El trasfondo del relato es el desencanto que sucede a cualquier revolución. ¿Todas acaban mal? «Todas acaban pervertidas y con sus protagonistas desencantados», asegura Goitia. «La nicaragüense y la etarra, si es que se puede llamar revolución, como ellos decían, son dos ejemplos. Las que abanderaron Mandela o Gandhi serían la excepción. Los comandantes sandinistas acabaron enriquecidos y hoy Daniel Ortega ha impuesto una autocracia. Y en el caso de ETA no quiero ni pensar qué régimen instaurarían si gobernaran», se pregunta. «Todas las revoluciones, de la francesa a la rusa, se han pervertido. Se olvidan del pueblo, su verdadero protagonista, que paga al final un precio carísimo y acabar olvidado o masacrado, como se vio con los asesinatos en masa en la URSS», denuncia Goitia.

«El periodismo, la escritura y la lectura me salvaron de muchas cosas», agradece el hoy jefe de actualidad de XL Semanal. «Me dieron herramientas para la reflexión e información, que son la base de la independencia», señala Goitia que se manifestó «pidiendo la libertad de presos etarras siendo casi un niño o condenando la muerte de Joseba Arregui, que fue torturado», y que estuvo a punto de entrar en un organización juvenil violenta. «En mi adolescencia hubo mucha confusión antes de poder elegir con claridad. Pesó mucho esta historia de ser vasco, buen vasco o mal vasco. Fue un torbellino que me jodió», se duele. «Salí un poco quemado, pero hoy no tengo problema con ser vasco y español. No tengo muchas simpatías hacia el nacionalismo, pero tengo amigos y familia en todos los espectros: abertzales, del PNV o incluso con quienes apoyaron a ETA; pero discutimos mucho», aclara.

Conserva Goitia la pasión por el periodismo pero no sabe qué le diría a su hijo si quisiera seguir su oficio. «No sabría bien qué aconsejarle. Yo disfruto de cada historia que afronto y me la tomo con el mismo interés que aquel trabajo sobre el Mitch», dice. «Los periodistas seremos siempre necesarios, pero las transformaciones han sido crueles. Si dejara de haber periodistas, mal estaríamos», reflexiona Goitia, que estaba casi predestinado a acabar en Nicaragua.

«En los los 70 y los 80, Nicaragua estuvo muy presente en mi vida en Bilbao: mi padre estuvo allí, mi madre fue brigadista y acogimos a nicaragüenses en casa. Luego el destino le me llevó allá e hizo posible la novela tras un viaje con un amigo hondureño en busca de su familia desde Managua a Honduras», explica.

Miguel, fotógrafo vasco residente en Nicaragua, y Julio, exguerillero reconvertido en sicario, alternan sus voces en cada capítulo de 'La sacudida'. El habla de Julio y los modismos nicargüenses son cruciales. «Vargas Llosa dice que el habla de un personaje define su carácter, y es así. Julio habla como debía, con la jerga que conocí cuando trabajé en Nicaragua y que traté de incorporar a los medios, para escribir como se hablaba y llegar a la gente joven. Era una vulgaridad para los editores, pero al final pudimos hacerlo y conectar a través de ese lenguaje que tiene códigos propios y casi secretos», se felicita.

Ya está en marcha la segunda novela de Goitia que irá a la raíz de la violencia que ha castigado el País Vasco durante medio siglo. «Hablaré sobre Euskadi en una ficción que transcurre en Bilbao en los sesenta, en el momento de formación de ETA, y tocará esa década que es crucial para comprender lo que ocurrió después», concluye.

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