La crisis en Bolivia divide a los residentes del país andino en la Región
El exilio del expresidente Evo Morales provoca apasionadas discusiones entre la comunidad inmigrante, que apoyó mayoritariamente en las elecciones al opositor Carlos Mesa, lo que relacionan con el «desmantelamiento» del consulado en Murcia
Fraude electoral o golpe de estado. Norte o sur. Campesinos o población urbana. La 'Wiphala' -bandera indígena- o la Biblia. Bolivia se encuentra profundamente dividida ... tras la primera vuelta de los comicios presidenciales del pasado 20 de octubre. No parece propio de un proceso electoral normal la violencia en las calles, el 'exilio' de Evo Morales a México y la asunción irregular de la jefatura de estado, de manera 'interina', por una senadora de un partido con un apoyo minoritario. Las enconadas discrepancias entre la población trascienden las fronteras del país andino y se hacen palpables entre las comunidades de inmigrantes. Para muestra, una visita al consulado boliviano en la ciudad de Murcia. Una pregunta sobre la situación política del país puede desatar una apasionada discusión entre aquellos que aguardan para renovar sus documentos.
La mayoría mantiene dos consensos claros. El primero es la valoración positiva de los primeros años de gestión del para algunos todavía presidente Evo Morales. «Creo que este reconocimiento es bastante extendido incluso a nivel internacional», expone Jaime Francisco Taboada, vicepresidente de la Asociación de Residentes y Agrupaciones Bolivianas en Murcia. Taboada, que llegó a España 15 años atrás, durante el 'boom' del ladrillo, reconoce al líder indígena «haber reducido la injerencia de las potencias extranjeras en su país y haber generado recursos para rebajar la deuda externa». El segundo acuerdo reside en la preocupación por el devenir político y social del país, ya que un amplio porcentaje de los que se marcharon cuentan con regresar algún día. «Mi familia, que es de Cochabamba -histórico bastión del exmandatario-, me cuenta que las cosas están muy mal, sobre todo a raíz de la muerte de nueve personas durante las protestasn esta semana», relata Esther, vecina de San Javier desde hace cinco años. «Evo permitió las protestas en su contra antes de que le obligaran a marcharse, pero tras su renuncia, la represión contra sus partidarios se inició en 24 horas», relata a la luz de las informaciones que le llegan de casa.
A partir de ahí comienzan los roces, centrados en las causas, formas y consecuencias de la salida de Morales. Las dos visiones enfrentadas de la situación se han plasmado en sendas movilizaciones por las calles del centro de Murcia: una a favor de la legitimidad del expresidente, convocada el pasado sábado; y otra más numerosa, el pasado 2 de noviembre, que denunciaba su reelección fraudulenta y exigía unas nuevas elecciones. «Luchó contra el racismo y mejoró las condiciones de vida de los más pobres; dio dignidad a gente que vivía para servir a una minoría adinerada», comenta un ciudadano originario de La Paz que prefiere no dar su nombre. Con una década a sus espaldas en España, reconoce que, como miembro de la escasa clase media de su país, le perjudicaron muchas de las políticas llevadas a cabo por el partido de Morales, Movimiento al Socialismo. «Pero es que dar capacidad de compra a los que no tienen nada y permitirles pisar los hospitales empeora por fuerza las condiciones del resto», señala este exempleado de la petrolera estatal, despedido durante los procesos de privatización que fueron revertidos a la postre por Morales. «Lo que viene detrás es mucho peor», concluye defendiendo que Bolivia ha sufrido un golpe de estado.
No lo ve igual Araceli, empleada doméstica en Murcia, que rebate a este ciudadano apasionadamente. Maestra rural en Guanay, suma ya 14 años en la Región, donde llegó huyendo de problemas personales. Ella es una desencantada de la gestión del carismático mandatario, rehén de las expectativas, y al que no perdona no haber frenado la corrupción. Tampoco no haber sido consecuente con el referéndum que perdió y que le hubiera impedido presentarse a una segunda reelección. «Lo de las últimas elecciones fue un fraude total, constatado por la Organización de Estados Americanos», señala convencida Araceli, que también echa en cara a Morales el «fomento del narcotráfico, la compra de voluntades y el recorte de la libertad de expresión».
En la misma línea se manifiesta Taboada, que representa a unos 400 residentes bolivianos en Murcia. Contrario al personalismo de Morales, le veía incapaz de «superar la situación de crisis del país». «Ha traicionado a todos los sectores sociales que le apoyaron y que ahora se han alzado contra él. Es el momento de que se dé paso en su partido a un nuevo candidato; si lo hubiera hecho antes, nada de esto hubiera pasado», valora. No obstante, asegura que los choques en su país entre manifestantes y la fuerzas de seguridad, aunque violentos, están localizados en unos cuantos puntos y espera que unas nuevas elecciones, que deberían convocarse en menos de tres meses, normalicen la situación. Contribuirá con su voto para lograrlo, aunque espera que los próximos comicios cuenten con una mejor organización en la Región.
Apoyo electoral en la Región al líder opositor
En las recientes elecciones estaban llamados a votar en la Región los 7576 ciudadanos bolivianos inscritos. Sin embargo, y pese a la alta participación habitual, apenas algo más de la mitad se acercaron a las urnas. «Las mesas se cambiaron de la Fica a la Cámara de Comercio, y eso dificultó la afluencia. «Además, el descontrol provocó que casi se invalidaran la mayor parte de las votaciones», añade, acusando a los delegados electorales de parcialidad y señalando que los resultados de una de las 32 mesas no se contabilizaron. La comunidad boliviana de Murcia apostó en esta ocasión mayoritariamente al candidato opositor Carlos Mesa. Con buena valoración ciudadana y presidente del país entre 2003 y 2005, se marchó ante la contestación social por la privatización de la producción de hidrocarburos. Más de un 50% de los residentes bolivianos en la Región le dieron su apoyo, por el 30% que votó a Morales. De hecho, Taboada achaca a esto las dificultades puestas para ejercer el derecho al voto. Incluso denuncia un proceso de «desmantelamiento» del consulado en Murcia.
Los bolivianos son la quinta comunidad extranjera en la Región, con casi 9.000 residentes censados y unos 15.000 en total, según fuentes del padrón y consulares. Esta circunstancia hace que Murcia sea una de las siete ciudades españolas que disponen de delegación diplomática. Sin embargo, el cónsul, prosigue Taboada, abandonó su cargo hace unos meses y no se renovó el contrato de cuatro de los cinco empleados del consulado. Ahora un único trabajador da servicio a un número de compatriotas que le desbordan. Una situación, tan excepcional como la de Bolivia, que espera recuperar la normalidad tras unas nuevas elecciones.
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