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«Les habían echado gasolina y los habían quemado vivos»
Un vecino denuncia ante la Benemérita la quema y decapitación de un centenar de palomos de colombicultura en una parcela de Los Ramos
Como cada mañana, a primera hora, se dirigió al carril Conde de Almodóvar para dar de comer al centenar de palomos que acoge en una parcela de la huerta de Los Ramos. Al llegar, la imagen no pudo ser más dantesca: «Les habían echado gasolina y los habían quemado vivos». Francisco no pudo salvar ni a uno solo de sus más de cincuenta palomos anillados y pintados con los que participa en campeonatos comarcales y provinciales de colombicultura. «Estaban carbonizados dentro de sus jaulas».
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Tampoco pudo hacer nada por los pichones y hembras. «A más de cuarenta les habían arrancado la cabeza de cuajo», resumía de manera gráfica. De hecho, tuvo que ir sacando algunas de ellas de debajo de las jaulas y limpiar la sangre del suelo. «Es un crimen». Francisco, que se topó con este truculento episodio de maltrato animal hacia las nueve y media de la mañana, explica que alguien reventó el candado de la valla perimetral y después forzó la puerta de la caseta para matar a todas su aves.
«Esto es para pillar al autor y meterlo en un psiquiátrico», zanja, dolido. El daño ha sido doble porque en esta parcela, situada a las espaldas de la ermita de la Virgen de la Huerta, se levantaba la casa en la que nació su padre y donde Francisco invirtió 15.000 euros para restaurarla y adecuarla a la cría de palomos, bajo el nombre de Villa Riko. «Me gusta la colombicultura desde que acompañaba a mi padre con seis años». Fue el tributo a su progenitor por inculcarle la pasión por este deporte. Pero hasta la caseta resultó arrasada durante el ataque.
«Esto es cosa de alguien del gremio; han querido hacerme daño porque mis palomos son buenos», sostiene. El motivo de que sospeche de que algún colombicultor esté detrás de este ataque se debe a que hace un mes le robaron veinte ejemplares.
Hallan unos guantes
Francisco ha presentado una denuncia en el puesto de la Guardia Civil de Torreagüera y unos agentes se desplazaron ayer para inspeccionar la caseta. «Han localizado un par de guantes quemados», apunta.
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El inmueble estaba divido en dos cuartos, uno destinado a los palomos de competición y otro, a pichones y hembras. «No los tenía asegurados; los palomos de competición eran de raza y cada uno valía entre 100 y 600 euros, y los pichones, de 30 a 200 euros». Los daños sufridos superan los 21.000 euros, por lo que Francisco hizo ayer un llamamiento a la colaboración ciudadana para que hagan llegar a la Benemérita cualquier pista o información sobre la autoría de este ataque.
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