Consuelo Ruiz: «Somos una sociedad bastante inculta; falta análisis y perspectiva»
La catedrática de Filología Clásica de la UMU apuesta por dar «menos maquinitas y más libros» a los niños
Se declara amante del Mediterráneo esta «chica joven de 70 años», como ella misma se define al otro lado del teléfono, que atiende amablemente mientras ... pasa sus vacaciones en el municipio catalán de Montseny. Ese mismo Mediterráneo de la guerra del Peloponeso y la Odisea, de Ulises y Aquiles. Un mar inmenso de conocimiento que sigue explorando Consuelo Ruiz Montero (Barcelona, 1952), catedrática de Filología Clásica de la Universidad de Murcia (UMU) y elegida recientemente presidenta de la Asociación de Mujeres Científicas de la Región de Murcia (Lyceum). Hoy sigue inmersa entre papiros y novelas para su próxima investigación. «Solo sé que no sé nada», da la razón a Sócrates.
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-No parece lo más común que una joven, hace 40 años o ahora, se interese por la investigación del mundo clásico. ¿Cómo surge su pasión por la Antigua Grecia?
-No, no es lo más común. Fue con Homero. Yo elegí Letras. Estudié Homero para el acceso a la universidad y la verdad es que fue un flechazo. Me enamoré por completo de Homero. Vi que ahí había un misterio que descifrar y, desde entonces, no he parado de estudiar. Aunque también es verdad que tengo algún clásico 'favorito' más. Homero es una maravilla, se puede imaginar. Pero también me gusta mucho el 'Edipo rey' de Sófocles y ese drama de la existencia humana. Es la más perfecta tragedia griega, aunque el 'Agamenón' de Esquilo también es impresionante, majestuoso. Y Tucídides, porque me encanta la historia de la guerra del Peloponeso. Tucídides es mi prosista preferido, con un análisis político e histórico muy inteligente, muy profundo.
-¿Qué le atrajo de Homero?
-Homero es la poesía. Y la poesía es lo único que queda. Todo pasa, pero la poesía queda. Homero es la esencia de la poesía, de la cultura y de la humanidad. Y es un maestro del lenguaje.
-¿Hay que acudir a los clásicos más que nunca para entender el presente y afrontar el futuro?
-Sí, por supuesto. Mire, estuve en un congreso de estudios clásicos el mes pasado en Salamanca y mi amigo y colega Jaime Siles, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Valencia, dejó claro que «lo contemporáneo es lo clásico». Justo lo que decía usted. Lo contemporáneo es lo clásico y, por eso, hay que volver a los clásicos. A los líricos y a los trágicos. Es la historia de la humanidad, forman parte de nuestro patrimonio cultural. Nosotros somos griegos pasados por Roma. Hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos. Parece que todo se ha inventado ahora, y no.
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-Y, sin embargo, parece que cada vez prestamos menos atención e importancia a la cultura clásica.
-Sí, esto es evidente. Somos una sociedad bastante inculta, en general. Se lee muy poco. En algunos países ya han reaccionado y vuelven a los libros. Es decir, menos maquinitas para los niños y más libros, más biblioteca. Pero estamos en una sociedad que lo quiere todo de forma inmediata. El disfrute inmediato. El éxito y el dinero rápido. Y falta el análisis, la profundidad, la perspectiva. Que es muy importante.
«Divulgar»
-¿Y cómo se soluciona esta falta de interés?
-Creo que hay que divulgar a los clásicos. En periódicos, en conferencias... De una manera seria y con respeto hacia el público, pero también de una forma asequible y que todo el mundo lo entienda. Que no se aburran.
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-Pero no parece fácil atraer la atención de los jóvenes, por ejemplo. Si unos padres deciden regalar 'Edipo rey' o la 'Odisea' a su hija de 17 años por su cumpleaños... ¿No es probable que la chica se lo tire a la cabeza?
-[Risas] Hay cosas que pueden gustar más o menos a una chica de 17 años. Mi especialidad es la novela griega, novelas de hace más de 2.000 años. Que ahora parece que la novela se inventó con el Quijote. Ni mucho menos. Hay muchas que se pueden recomendar para este verano, por ejemplo. Hay novelas de amor como 'Dafnis y Cloe', de Longo, que es una maravilla. Hay relatos de ciencia ficción como los de Luciano, relatos de viajes a la Luna que son una auténtica maravilla y se lo recomiendo mucho a los jóvenes. Y, generalmente, les gusta. Y después hay muchas novelas. ¡Qué le voy a decir yo! 'Etiópicas', de Heliodoro. Decía Cervantes de 'Los trabajos de Persiles y Sigismunda' que era un libro que «se atreve a competir con Heliodoro». Era el máximo, e influyó mucho en las novelas del Siglo de Oro. Novelas de viajes, de magia... Escritas todas ellas por gente que sabe, por gente culta.
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Las frases
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Volver a los clásicos «Lo contemporáneo es lo clásico; hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos. Somos griegos pasados por Roma»
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Estudios «Muchos institutos no ofrecen Griego como optativa. Tenemos un legado importantísimo en esta región y la cultura debe ser más valorada»
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Vocaciones «Hay más científicas que nunca, pero muchas abandonan porque no pueden con los niños; hay que facilitar la conciliación»
-¿Cuántos alumnos tiene usted en sus clases?
-Unos 20 o 30. Hemos llegado a tener 60, que es una cifra importante para una universidad en una región uniprovincial como la nuestra. El problema es que muchos institutos no ofrecen Griego como optativa. Aunque los chicos quieran estudiarlo, no pueden. El Latín se mantiene más o menos, pero hay muchos directores que no ofrecen Griego. Tendríamos que insistir más en este tema. Sobre todo en esta región, que tiene una ciudad romana importantísima como Cartagena, que antes fue cartaginesa. Tenemos un legado cultural importantísimo y una prehistoria de las más ricas de España. La cultura tiene que ser más valorada, y tiene que haber más dinero para ella. Más dinero para que los jóvenes puedan formarse y hacer lo que les gusta.
-¿Ve usted posible la desaparición de estos estudios en las universidades?
-Nos vamos manteniendo porque tenemos buen nivel, muy buenos investigadores. Pero es una pelea continua. Siempre vamos a contracorriente. Hay ciencias que nacen juntas. Las Matemáticas son importantísimas, pero el nombre es griego. Y es una ciencia muy unida a la filosofía griega, a los pitagóricos. El teorema de Pitágoras, el teorema de Tales... Cuando estudiamos Física Cuántica, que a mí me encanta eso de los mundos infinitos, pues habrá que leerse a Platón. La ciencia es griega, ¿eh?
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-¿Sabemos todo lo que hay que saber de la Grecia Antigua?
-No, por supuesto que no. Habría que divulgar escritos más científicos, más técnicos. Porque lo que no se comunica no existe. Y seguir estudiando. Heráclito decía eso de «investigarse a sí mismo». Eso es un principio de sabiduría. Y luego investigar todo lo demás que debe ser investigado. Porque todos los hombres tienden a saber, por naturaleza. Así empieza 'Metafísica', de Aristóteles. Y así empieza la ciencia, con el afán de conocimiento.
Una tragedia griega actual
-¿Podemos decir que la sociedad actual vive en una continua tragedia griega?
-Sí, en muchos aspectos. Aunque la tragedia griega tiene una grandeza que no sé si existe en la sociedad. Pero sí, es una tragedia griega en muchos aspectos. Tenemos guerras. Tenemos que educarnos para la paz, no para la guerra. Y vivimos en una sociedad llena de violencia, a todos los niveles. Me parece importantísima la educación de la juventud. Esto es prioritario en cualquier estado que se precie. Hay que educar a los jóvenes en valores, pero luego no les damos esos valores. Pones la televisión y las películas tienen violencia, con tiros y puñetazos. Y las series que triunfan también son esas. ¿Qué hacemos? Leer más. Pensar y enseñar a pensar. Porque los jóvenes son jóvenes, pero no son tontos. No se les puede 'entontecer' con maquinitas y con historias. A veces parece que se busca que la gente no piense.
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-Es presidenta de la Asociación de Mujeres Científicas de la Región (Lyceum) desde mayo. ¿Qué retos se ha propuesto?
-Nuestro objetivo principal es promover y divulgar la investigación que realizan las mujeres en la Región. La asociación tiene expertas en Medicina, Farmacia, Ingeniería, Veterinaria, Químicas, Economía, Biología y también Humanidades, claro. Mujeres de las tres universidades de la Región y de los instituto de investigación. Queremos que las mujeres jóvenes puedan investigar, que no tengan miedo a desarrollar una carrera investigadora. Promovemos los premios a las jóvenes investigadoras y los Premios Piedad de la Cierva para mujeres que han dedicado toda su vida a la investigación. El próximo se lo vamos a entregar a Carmen Navarro, profesora jubilada de Medicina. Queremos atraer a jóvenes investigadoras, y que eso redunde en beneficio de la sociedad murciana. Y queremos dar visibilidad a la asociación.
-Usted se licenció en 1974, se graduó como doctora en 1979 y obtuvo la plaza de catedrática en 1996. ¿Cómo ha sido la evolución de la mujer investigadora?
-Queda mucho por hacer. Hay más mujeres investigadoras que nunca. En Medicina, por ejemplo, sabemos que hay mayoría de alumnas en los últimos años. Pero muchas abandonan porque no pueden con los niños. Y la sociedad ve normal que un hombre tenga hijos y siga investigando. Y no es tan normal, por lo visto, que una mujer lo haga. Y las mujeres tienen el mismo derecho a hacerlo. Hay que facilitar la conciliación. Ha habido mujeres investigadoras muy buenas, pero se conocen menos porque la historia la escriben siempre los hombres, como todo. Hay que facilitar esa tarea a las mujeres, porque la sociedad también sigue necesitando niños.
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-¿Hay buena cantera de mujeres científicas en la Región?
-Hay muy buenas científicas y hay buena cantera. Pero, como le decía, hace falta que la investigación se apoye con dinero. También es un problema de mentalidad, de querer hacerlo. Creo que la ciencia, la cultura y el conocimiento son cuestiones prioritarias.
«Ahora lo que gana es el mal gusto y la mala educación; ¡hay que leer poesía!»
-De la Grecia de Homero y Platón, ¿qué habría que recuperar para la sociedad actual?
-A mí me parece fundamental el sentido de la belleza, de la estética, que también es otra palabra griega. La estética es el amor a la belleza, y no me refiero solo a la belleza externa, sino a una armonía entre la belleza exterior y la interior. La estética del buen gusto, el tratar bien a la gente, la buena educación, la elegancia. La armonía, que es otra palabra griega, y que Rubén Darío escribía con hache, harmonía. Yo a veces lo escribo también con hache, pero corro el riesgo de que me llamen inculta y me da miedo, fíjese. [«La variante harmonía, que conserva la h- del étimo latino, es hoy desusada y, por ello, desaconsejable», explica la RAE]. Ese afán por la armonía, por la belleza, se ha ido perdiendo. Y ahora lo que gana es el mal gusto, la mala educación. Habría que humanizar un poco más a la humanidad. También se predica la compasión por el prójimo, pero aquí también falta mucho por hacer. No hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Una actitud, un comportamiento moral y ético que me parece importante. El respeto. Son valores en los que tenemos que seguir avanzando. Está muy bien saber más, pero la ciencia hay que humanizarla. ¡Y hay que leer poesía! A este mundo le falta poesía. Leer 'Safo', de Lesbos, por ejemplo.
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